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Sábado, 1 Diciembre 2018 14:03

Han pasado 50 años (1-12-1968 – 1-12-2018)

Amaneció un día espléndido, a pesar de estar ya en Diciembre, la temperatura era sumamente agradable. Con el toque de Diana empezaba una actividad febril que a partir de ese momento nos iba a sumir a todos en un estado de nerviosismo. Había llegado el día para el que durante más de dos meses nos habíamos estado preparando, hoy íbamos a convertirnos en soldados.

Tras el desayuno, que ese día iba a ser especial al igual que el resto de las comidas, se nos permitió disfrutar del tiempo suficiente para asearnos y vestirnos “de bonito”. A pesar de la relevancia del acto a que íbamos a asistir, cada uno de nosotros estaba sumido en sus propios pensamientos y no se notaba la algarabía que de costumbre acompañaba al dormitorio, se diría que hasta los auxiliares estaban más condescendientes y nos puteaban un poco menos, al fin y al cabo a partir de ese día ya no seriamos los “reclutones”, sino otros compañeros más. Era así, hasta el punto de no sacarnos a la carrera y toque de silbato, sino invitándonos a abandonar el dormitorio e ir a formar al lugar habitual delante de la oficina de la Compañía.

Una vez allí y tras ser revistados por los respectivos tenientes de cada sección, guantes, botas, gorro, correaje, y en posición de firmes, apareció Él, nuestro Capitán, con su flamante uniforme y sus condecoraciones.
La verdad es que siempre le habíamos visto con el traje de faena y ese día nos deslumbró con su porte marcial. Desde su posición ordenó descanso y nos lanzó la última arenga, la más destacada de las que, por su parte, habíamos recibido.

Nos recordó que ese día además de convertirnos en soldados de España, íbamos a prestar juramento a la Bandera, nos recordó el orgullo que ello representaba como españoles y lo feliz que se sentirían nuestras familias si hubieran podido acompañarnos en tan singular ocasión.
Tuvo palabras de agradecimiento para todos aquellos que, bajo su mando, habían colaborado a nuestra formación y nos felicitó por el alto grado de aplicación y disciplina alcanzados durante nuestro periodo de instrucción.
Sus últimas palabras fueron para pedirnos que, una vez más, dejáramos bien alto el pabellón de la segunda compañía saliendo a desfilar con el orgullo que para él representaba, estar al mando de la misma.

Han pasado cincuenta años, medio siglo, desde aquel día y mi pensamiento sigue estando en el Campamento de la Playa de El Aaiun, en el que entonces era Sahara Español. Fueron momentos inolvidables, la mayoría buenos y otros no tanto, pero el balance siempre es positivo.
Llegado a este punto, es el momento de agradecer a quienes asumieron tan loable tarea:
Al entonces mi Capitán y hoy mi amigo Don José Guasch Cañas, a los Tenientes Sanz y Barber, así como al resto de Cabos y Auxiliares de la segunda compañía del BIR nº 1 desde el 29 de Septiembre al 12 de Diciembre de 1968.
Gracias siempre y un fuerte abrazo.

Fernando J. de la Cuesta Bellver

Emilio Cisneros Luño Domingo, 9 Diciembre 2018 00:27
Cincuenta años ya, mas de la mitad de lo podamos vivir. Tengo recuerdos aislados de aquel día, uno de ellos que pude-pudimos ver algunas mujeres, jóvenes y mas mayores, en el BIR, por primera vez en semanas.

Otro, que a la caída de la tarde casi toda la tropa estaba bajo los efectos del alcohol. Ni en Navidades, que también las pasé alli en el BIR, en 1968, hubo tal desparrame de consumo de alcohol.

Sin familia ni novia ni amigos cerca de nosotros, hubo que recurrir a otros remedios para olvidar la angustia de la soledad individual en aquellas lejanas tierras.

De la ceremonia en sí, me acuerdo muy poco, porque la habíamos estado ensayando exhaustivamente durante una semana, un día lo hicimos hasta tres veces, desde el inicio hasta el final.
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