REFLEXIONES SOBRE NOSOTROS MISMOS

[Román Martínez del Cerro]

¿A quién no le han regalo algo que no le ha gustado? Creo que todos, en un determinado momento de nuestras vidas, hemos recibido algo, que nos regalan con muy buena intención, pero que sin embargo no nos ha gustado. ¿Porqué ocurre esto? Yo pienso que es gracias a que todos somos diferentes. Entre estas diferencias, una de ellas es el gusto. No a todos nos gusta lo mismo. No todos nos expresamos de la misma manera....etc.
Por ello, la importancia no está en el hecho. La importancia está en la intención de nuestras acciones. El intransigente se indigna cuando otro actúa de forma distinta a como el piensa que debe actuar. No es capaz de entender la intencionalidad de las acciones de los demás.
Es como la historieta del chino en el cementerio. Para los que no la recuerden, esta historieta cuenta que un hombre llevó unas flores a la tumba de un ser querido en un cementerio. Junto vio como un chino ponía un plato de arroz sobre la tumba de algún familiar. El hombre, intransigente, se dirige al chino y le dice: ¿De verdad piensa que su familiar tomará el arroz que usted le trae? A lo que el chino, muy tranquilo, le contesta: Sí. Cuando el suyo salga de la tumba para oler las flores que usted le ha traído.
Saludos,
Román

[Román Martínez del Cerro]

Curas de humildad. Así le llamo yo a esas cosas que nos ocurren a diario y que nos hacen valorar, en su verdadera medida, la imperfección de nuestras acciones. Recuerdo cuando me preparaba para el examen de Revalida de Cuarto, después de no pocas dificultades. En clase de matemáticas yo pensaba que aquello lo dominaba. Sin embargo, en una ocasión el profesor, aún lo recuerdo con cariño, me sacó del error. Me dijo: “Se piensa rey, el tuerto, en el país de los ciegos”.
Necesitamos tener referencias exteriores para intentar mejorar. No somos buenos jueces de nuestras propias acciones. La cruda realidad de cada día nos pone en nuestro verdadero lugar.
Saludos,
Román

[Román Martínez del Cerro]

Corta pero, a mi entender, acertada frase de San Agustín:
"En lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, caridad".
Saludos,
Román

[Román Martínez del Cerro]

Sociedad de los escándalos, así podríamos llamar a esta sociedad que nos ha tocado vivir. Por la mañana, cuando leo el periódico; a mediodía, cuando enciendo el televisor para ver un telediario o por otros medios de comunicación, no paro de sorprenderme, escandalizarme, por los tremendos sucesos que a diario se van conociendo. No solo en España, por desgracia es algo que se está produciendo a nivel mundial. Quizás es algo que ocurría igualmente hace años, pero hoy y gracias a los medios de comunicación, nos enteramos mucho mejor.
Cada vez somos más los que pensamos que a esta sociedad le faltan valores. Principios básicos para el buen comportamiento. No solo a la juventud le faltan estos valores, a los adultos, en teoría ya formados, le faltan o tienen estos valores en el baúl de los recuerdos, sin usar y bien guardados.
¿De qué valores estoy hablando? Valores, efectivamente pueden ser muchos. Por concretar me voy a una relación que me envía Don Carlos Recarey. Él la titula: “Tres cosas”. La relación no es cerrada ni excluyente. Los valores son muchos. Pero seguro que ejerciendo los que nos recomienda Don Carlos Recarey, la sociedad en la que vivimos sería mucho mejor.

Tres cosas

CULTIVA tres cosas:
la bondad, la sabiduría y la amistad.

BUSCA tres cosas:
la verdad, la filosofía y la comprensión.

AMA tres cosas:
las buenas maneras, el valor y el servicio.

GOBIERNA tres cosas:
el carácter, la lengua y la conducta.

APRECIA tres cosas:
la cordialidad, la alegría y la decencia.

DEFIENDE tres cosas:
el honor, los amigos, y a los débiles.

ADMIRA tres cosas:
el talento, la dignidad y la gracia.

EXCLUYE tres cosas:
la ignorancia, la ofensa y la envidia.

COMBATE tres cosas:
la mentira, el odio y la calumnia.

CONSERVA tres cosas:
la salud, el prestigio y el buen humor.

Siguiendo estos consejos ennoblecerás la vida
y serás útil a la sociedad en la que te toca vivir.

Saludos,
Román

[diego garcia garcia]

Estoy seguro que siguiéramos LAS TRES COSAS de D.CARLOS RECAREY, valdría la pena vivir en este mundo, que cada día esta peor, en todos los sentidos.

Un saludo. Diego García

[Román Martínez del Cerro]

Otra acertada frase de Einstein:

"Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad".

ALBERT EINSTEIN

Saludos,
Román

[Román Martínez del Cerro]

Criticar es bueno pero con oportunidad, buenas maneras y sobre todo, con conocimiento de causa. Es lo que llamamos: critica constructiva. Para mejorar.
Pero en muchísimas ocasiones se critica sin conocimiento de causa. Desde el tendido, los toros son muy fáciles de torear. Pero amigo, baja a la arena y así valoras, en su justa medida, eso que con tanta facilidad criticas.
Eduard Douwes Dekker, escritor holandés conocido por el seudónimo de Multatuli, decía: “El que nunca ha caído no tiene idea exacta del esfuerzo que hay que hacer para mantenerse en píe”. Por cierto, el seudónimo de Multatuli viene de una obra nada menos que de Ovidio, que significa algo así como: “Mucho he sufrido”.
Cuando el teatro era más popular, se decía que los críticos teatrales eran autores fracasados. No se si será cierto, pero lo que parece evidente es la falta de conocimientos y la falta de obras de muchos que critican lo que realizan los demás.
Saludos,
Román

[Román Martínez del Cerro]

Escribe hoy, un buen amigo, un interesante artículo sobre el escarabajo pelotero. Habla de ese escarabajo que se dedica a amasar los excrementos haciendo una bola. Da vueltas y vueltas, a esos excrementos, para conseguir que cada vez la bola sea más grande.
Resulta que mi amigo ve que en la vida existen personas con la misma afición. Se trata de darle vueltas a los defectos de los demás, para que esa bola de excrementos sea cada vez mayor. Claro, como nadie en esta vida es perfecto, siempre podemos encontrar excrementos para nuestra bola.
¿Nos gustaría ser nosotros uno de esos escarabajos peloteros? Indudablemente no. Pero, a veces, nos dejamos arrastrar por la inercia de esa gran bola.
Desde antiguo, más de veinte siglos, existe una sana costumbre que se llama: la corrección fraterna. Para el que no lo sepa, consiste en corregir, en privado, con educación y yo diría que con cariño, esas imperfecciones que vemos en nuestros familiares, amigos y personas cercanas. Si tenemos cierto tacto, podemos conseguir que ese defecto deje de producirse o al menos disminuya. En ocasiones pude surgir una agria respuesta a nuestra sugerencia, pero siempre habrá valido la pena el intento. Cuando es algo que nos corrigen a nosotros, debemos agradecer ese detalle que han tenido con nosotros. Esta claro, la persona que nos corrige quiere que seamos mejores. Eso es muy de agradecer. Tampoco pretende hacer una bola con nuestro excrementos, quién se comporta así.
El hombre debe de tener otras metas y otros objetivos en la vida. No parece oportuno que nuestro ejemplo de vida sea la vida del escarabajo pelotero.
Saludos,
Román

[Román Martínez del Cerro]

El 8 de noviembre de 1793, en Paris, Marie-Jeanne Roland de la Platiere, fue conducida a la guillotina. Ante la estatua de la Libertad, de arcilla, existente en la entonces llamada Plaza de la Revolución, hoy Plaza de Concordia, pronunció su famosa frase:

¡Oh, Libertad!, ¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre!
Momentos después era asesinada.

La libertad es fundamental para la persona humana.
Aunque el hombre no tiene libertad absoluta. Tiene solo una libertad relativa.
Pero esta libertad, nos distingue de todos los demás seres.
Las estrellas se mueven según leyes matemáticas, sin libertad.
Los animales siguen el estímulo de sus instintos, no tienen libertad.
Sólo el hombre tiene libertad para decidirse entre distintas opciones.
Nuestra libertad puede estar condicionada por circunstancias externas o internas a nosotros mismos. De este hecho, lo relativo de nuestra libertad.
¿Quién puede dudar de nuestra libertad?
Si no tuviéramos libertad, no habría ni cárceles ni condecoraciones, ni castigos ni premios, pues no seríamos responsables de nuestros actos.
Pero hoy hay un culto a la libertad que casi llega a la idolatría.
Por eso muchos no quieren compromisos duraderos.
Quieren dejar la puerta libre a su libertad.
Y por eso muchos no entienden los ideales de la Fe y la Patria, que han dado a la Historia héroes y mártires.
Vivir para un ideal es engrandecer nuestra vida.
Saludos,
Román

[Román Martínez del Cerro]

Las cosas son lo que son, no lo que algunos pretenden que sean. Los que nos hemos dedicado profesionalmente al mundo empresarial, con relativa frecuencia, se nos han presentado intentos de aparentar lo que no es, mediante otras apariencias. Se nos presenta un documento, pretendiendo ser de una naturaleza distinta a lo que realmente es. Pongo un par de ejemplos: Si me presentan un contrato de compraventa gratuita, por muchos que le pongan un gran título de “Contrato de Compraventa”, eso es un “Contrato de Donación”. No es la apariencia o como lo denominamos, lo que le da naturaleza al contrato. Son sus caracteres intrínsecos lo que los definen. Otro ejemplo: una enfiteusis por cinco años no es una enfiteusis, esa sencillamente un vulgar arriendo.
Esto ocurre en otros muchos ámbitos de la vida. Más ejemplos, en el mundo gastronómico. Arroz con liebre es un magnífico plato culinario. No será la primera vez que sustituyen, a la liebre, por un vulgar gato, por eso el dicho de “dar gato por liebre”. Pues por muy bien disimulado que esté el fraude, siempre será eso, un fraude. El plato será el de arroz con gato. Por supuesto con todos mis respetos a la liebre y al gato.
Ya desde muchos años antes del nacimiento de Jesucristo, los romanos, en su derecho, tenían instaurado un contrato que se llamaba: Matrimonio. “Matris” que significaba madre y “monio” que es defensa. Por lo tanto ese contrato de matrimonio estaba instaurado para la defensa, el amparo, la protección de la mujer que es madre. El Derecho Romano lo reconocía como unión de un hombre y una mujer. Otra cosa bien distinta eran los efebos y como en ocasiones, se divertían con ellos. Llamar matrimonio a la unión de dos personas del mismo sexo, por ejemplo: un romano con un efebo o dos efebos entre ellos, es sencillamente un disparate. Se les podría llamar, por poner varios posibles nombres: Homonio; Chulimonio o Seximonio, pero nunca matrimonio.
Saludos y deseo de corazón que nunca nos den “gato por liebre”.
Román

[Javier Leria]

Afortunadamente, las personas evolucionamos y no todo lo que existia antaño hoy persiste, para los romanos tener esclavos era normal y signo de riqueza, hoy aunque persiste de otras muchas maneras, no esta bien visto por la mayoria de la humanidad.
Saludos
Javier
El Chispa de Mostoles

[Román Martínez del Cerro]

Efectivamente Javier, así es. Los romanos que, para su momento, realizaron importantes aportaciones al mundo, también cometieron enormes atrocidades. Como aportaciones buenas para la humanidad, podemos recordar su aportación al derecho; a la unificación lingüística; o en el campo de las obras públicas. En su contra, tú hablas de la esclavitud. Yo puedo añadir otras, tales como cortar la cabeza o crucificar al que opinaba de forma distinta. Echar a las fieras, en los anfiteatros, a los no bien vistos desde el poder, etc. etc.
En veintitantos siglos se evoluciona, sin duda. Yo desde luego lo tengo claro, no cambiaría mi vida actual y la sociedad en donde vivo, por la sociedad romana, aunque fuera en su mejor momento. Ahora, ¿esto significa que toda evolución es para mejor? Por desgracia, creo que no. En muchas cosas se mejora, pero en otras no.
Pero cuando me refería a los romanos no estaba pensando en estos temas. Me estaba refiriendo al origen y el concepto de la palabra matrimonio. Tú hablas de la esclavitud, que existió y se permitió en la época romana. Incluso era una forma de manifestar una situación de poder. Estaba bien visto. Hoy, entiendo que piensas que existe, pero con condena general.
Pues mi referencia sería en el sentido de que antes se la llamaba esclavitud y ahora, situaciones similares, de forma más o menos sibilina, se les denominan de otras maneras para disimular lo que realmente son. Decía yo: “las cosas son lo que son, no lo que algunos pretenden que sean”.
Las costumbres, los medios, las circunstancias, los conocimientos, etc. cambian con el paso de los años. Pero el hombre, con sus virtudes y defectos, siempre tiene una doble tendencia: hacia el bien y hacia el mal. Siempre ha habido, hay y habrá “buena gente” y, como decimos por aquí, mucho “malage”.
Saludos,
Román

[Román Martínez del Cerro]

A lo largo de la vida hemos conocido a muchas personas. La mayoría, personas a las que podríamos denominar corrientes, normales. Pero también hemos conocido personas nada normales, podríamos denominarlas como personas sobresalientes. Pues dentro de este último grupo, mucho más escaso que el primero, yo siempre he tratado de descubrir que características las diferenciaban del resto: ¿Su inteligencia? ¿Su capacidad de trabajo? ¿Su memoria? ¿Su lógica? ¿Sus inquietudes?.... Posiblemente, algo de todo eso. Pero hay una característica muy común en estas personas nada comunes: Su afán por el conocimiento.
En cada campo, en cada materia, en cada especialidad, estas personas siempre están dispuestas a saber y a conocer más.
Hemos citado, en más de una ocasión, al genial Albert Einstein, hombre indudablemente singular. El afirmaba: “Lo importante es no dejar de hacerse preguntas”. No admitir las cosas sin más, llegar a su conocimiento profundo.
Estas personas singulares, normalmente son optimistas. Pretende conocer el mundo, pero suelen intentar metas muy altas. Decía el mismo Einstein: “Si lo puedes imaginar, lo puedes lograr”
Saludos,
Román

[Román Martínez del Cerro]

Tres filtros para antes de contar algo:
1.- Que sea verdadero.
2.- Que sea bueno.
3.- Que sea necesario.
Si no cumple algunos de estos tres puntos, es mucho más oportuno, mantenerse callado.
Saludos,
Román

[Román Martínez del Cerro]

¿Qué significa callar?
J.L. Alimbau opina:
«Callar las cualidades y los éxitos es humildad, callar las cualidades y
las buenas obras del prójimo es envidia. Callar para no herir la
susceptibilidad del prójimo es delicadeza. Callar los defectos propios
es prudencia. Callar los defectos ajenos es caridad. Callar las palabras
inútiles es sabiduría. Callar para escuchar es educación. Callar a
tiempo discernimiento. Callar junto al que sufre la mejor compañía.
Callar cuando se ha de hablar cobardía. Callar ante el fuerte
sometimiento. Callar ante el débil magnanimidad. Callar ante una
injusticia es complicidad. Callar cuando lo humillan es andar en verdad.
Callar en los momentos difíciles de dolor y sufrimiento es virtud. Y
callar ante la injuria, la maledicencia y la calumnia es fortaleza».
Saludos,
Román