Pepe Hernández vuelve a traernos al foro a sus pobres de solemnidad. No ha de faltarte, apreciado amigo, materia prima en estos malos tiempos que vivimos.
Nuestro mendigo Anónimo ha hecho un alto en su deambular solitario por la gran ciudad para reponer fuerzas. Está ingiriendo lo que tal vez sean las sobras de algún restaurante cercano, o alimentos que ya han traspasado la frontera de la caducidad en el supermercado del barrio. Restos, cada vez más disputados, de la sociedad del consumo que empieza a saber lo que vale un peine y a perder lo que creía seguro. También en la escala social de la pobreza empieza a apretar la competencia y los cubos de basura son ya, en algunos barrios, un bien tan codiciado que cualquier día algún concejal diligente pondrá precio y tanda a la rebusca.
Pero a nuestro mendigo Anónimo se le ve relajado. Se concentra en alimentar su cuerpo con los alimentos conseguidos y no parece que alimente su espíritu con la ira o el rencor hacia la mala fortuna, o la sociedad, que le ha dejado en la cuneta de la vida. Cómodamente sentado en un poyo de obra, con sus magras pertenencias a la vista, nos ofrece el paisaje de su pobreza sin pudor ni recato. Lo más probable es que le importe un bledo lo que podamos pensar. Él ya está al otro lado, es a nosotros a quienes da miedo contemplar la derrota y la soledad de la miseria.
Se cubre la cabeza Anónimo con una gorra que, posiblemente sin razón, a mi me recuerda a viejos partisanos o revolucionarios de mediados del siglo pasado. Podría ser que la hubiera rescatado de algún vertedero donde fueron a parar los sueños y las viejas utopías que hace ya mucho tiempo olvidamos, apresuradamente, para instalarnos en los nuevos tiempos del crepúsculo de las ideologías, el culto al consumo desenfrenado, el sentido práctico y egoísta de la vida y los objetivos inmediatos. Observamos que lleva gafas, pero sería aventurado deducir por este detalle que se trata de un intelectual desengañado de la sociedad. Tal vez simplemente sea miope. Del resto de su indumentaria no podemos decir nada más ya que la foto del amigo Pepe ha dejado esos detalles en la penumbra.
Pero vayamos a los objetos que le rodean: llama la atención esa botella de vino, que por la etiqueta podría ser un Rioja, e incluso podría estar llena. Pero si está a medias ¿cómo la ve nuestro mendigo Anónimo? ¿Medio llena o medio vacía? ¡Ay! Si pudiéramos descifrar esta incógnita sabríamos de su estado de ánimo y su visión del futuro. Junto a la botella de vino hay una lata que parece de cerveza, pero también podría ser una bebida isotónica, de esas que dan “alas”. Alas para huir volando. ¡¡Pero hombre de Dios!! ¿No sabe que no es bueno hacer mezclas? Luego vienen los problemas de hígado y habrá que atenderle de urgencias en uno de esos hospitales que estamos privatizando a toda prisa, y no se ha metido el capital privado en ese negocio para atender menesterosos. Tiene ante él, ocultándole los pies, dos bolsas de plástico que presumiblemente contienen las pertenencias de uso más inmediato, o el fruto de la última rebusca. Si miramos con atención podemos leer en la bolsa de más volumen un mensaje ecológico “Entre todos cuidamos el medio ambiente. Reutilízame” ¡Enternecedor! Conmueve el civismo y la conciencia ecológica del fabricante de bolsas pero para mi sobra el mensaje… y sobra la bolsa. Tenemos por último a la derecha el carrito de la compra convertido en armario ropero, despensa, caja de caudales y cuantas aplicaciones sean necesarias. Compañero inseparable del mendigo sigue sus pasos como un perrito fiel. Incluso si el mendigo va acompañado de un perro, el perro suele ir atado al carrito.
Prescindiendo de los detalles y contemplada la foto en su conjunto, a mi lo que más me llama la atención es la soledad de nuestro mendigo Anónimo. Los pobres siempre están solos. La pobreza y la soledad casi siempre van unidas. Algo bueno puede tener esa soledad según Joan Manuel Serrat:
“Bienaventurados los pobres
porque saben, con certeza
que no ha de quererlos nadie por su riqueza”.
Siempre será un consuelo
Un saludo amigos
Ángel Benito
saludos,
José Hernández Murcia[/quote][/img]