Los motes y apodos.

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José Marín Díaz
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Los motes y apodos.

Mensaje por José Marín Díaz »

Estimados saharianos:

Es curioso cómo por mediación de los “motes y apodos” recuerdo perfectamente, a una serie de compañeros. Los motes no los ponían nuestros propios instructores. También había un Sargento instructor, que era muy acertado a la hora de ponerlos...Aunque tenia muy malas pulgas, era bastante simpático y dicharachero. Eso sí, en los cruces con este Sargento, se recomendaba guardar las distancias, por si acaso...

Empezaré con “el pistolas”. Compañero de mi mismo reemplazo que tras llevar 15 días allí, robó una pistola y la escondió a las afueras del campamento, el pensaba que no lo había visto nadie, pero ya se sabe, la Policía no es tonta y investiga. Tras la correspondiente investigación, el pistolas cantó todo lo que sabía, indicó el lugar donde la había escondido y también se confesó, simpatizante de E.T.A. Al poco tiempo fue trasladado y no supe nada más de él.

El político, otro compañero de mi reemplazo, que por sus formas de expresarse parecía que venia de la Universidad, sabia debatir sobre cualquier tema. Tras aquellos días interminables de instrucción, el aprovechaba cualquier pausa, para criticar por lo “bajini”, el comportamiento animal que mostraban algunos de aquellos instructores. Después creo recordar, haberlo visto alguna vez, por nuestro cuartel.

El filigranas, era conocido por dos motivos, uno era a la hora de las retretas, su voz era impresionante, contestábamos con el segundo apellido y el suyo era J.M.MUÑOOOOOZ.
Lo de filigranas le vino cuando un instructor, le ordenó un movimiento con el arma y se hizo un pequeño lío, el Sargento vio aquel movimiento y dijo sonriendo, chaval, déjate de hacer filigranas. Tras la jura de Bandera, fue destinado de cocinero por la zona de Smara. Un día de verano, vino al Aaiún para algún asunto y nos hizo una visita en la cocina.

El pijo, también era de mi mismo reemplazo, aunque por aquellos años, la palabra pijo, no tenia el mismo significado que tiene hoy en día. El pijo era de Lorca y pronunciaba tantas veces esa palabra, que al final se le quedó el mote de “el pijo” G.A.C. Que gracioso era el tío!!!

Algunos de estos compañeros ya no están entre nosotros, aunque por mediación de sus motes, siempre estarán en la memoria de quienes los conocimos. que en paz descansen todos ...

En otra ocasión, seguiré engordando la lista de gente inolvidable, que conocí por aquellos días en el Desierto del Sáhara.

José Marín PT.
José Marín Díaz
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Re: Los motes y apodos.

Mensaje por José Marín Díaz »

Estimados saharianos: La 2ª parte, de motes y apodos.

El repre. Era de mi mismo reemplazo y se llamaba J.M.J. Cumplía las funciones de representante y encargado, de los asuntos relacionados con Smara; compras, encargos y demás. Su oficina estaba ubicada dentro de nuestro Cuartel. Un día de verano, pasé por la puerta de su oficina y estaba sentado en la galería, tomando el poco fresco que corría y me preguntó, ¿tienes unos minutos? le contesté que si y él sacó un gran cuaderno de dibujos y me enseñó lo que había pintado, eran bellos rincones de algunas plazas y calles, de El Aaiún y de nuestro Cuartel. Una vez que los había visto todos, él cogió el cuaderno y en 3 minutos, me hizo un retrato que todavía conservo.
Desgraciadamente hace poco tiempo, he sabido a través de otro compañero de la PT que, “EL REPRE” ya no está entre nosotros. D.E.P.

El pero-pero. Un Canario muy serio y gracioso. Al ser de otro reemplazo, yo lo conocía sólo de vista. Un día un compañero de esos que no pierden detalles, me dijo ¿ves aquellos 2 compañeros que están hablando allí en la esquina?, le contesté que si y me dijo; acércate a ellos y con la excusa de pedirles fuego, escuchas y después me cuentas. ¿?. Al parecer, se trataba de algún detalle gracioso y accedí a la propuesta. Me acerqué a ellos con la idea de averiguar ¿dónde estaba la gracia?. Después de un par de minutos, regreso al punto de partida y me preguntó el compañero, ¿qué, qué me dices?..Le contesté, que lo único que había observado, es que el Canario metía la palabra, pero, en momentos que no tenia cabida y, que la utilizaba con mucha frecuencia...Y en ese momento soltó una carcajada diciéndome ¿entiendes ahora, porqué le llaman el pero-pero?. Menos mal, que ante aquel recital del pero-pero, no me dio por reírme...Pues después me enteré de que tenía muy malas pulgas. Quizás este compañero, lo que buscaba era una trifulca entre el pero-pero y yo. Y es que a pesar de las tensiones propias de aquellos días, también había tiempo para el humor y el cachondeo.

Draculín. Era un chaval de Antequera, tras las primeras semanas de campamento, perdió algo de peso y se le esterilizó bastante el careto. Durante los esfuerzos físicos, medio abría la boca y mostraba unos espléndidos colmillos. Y nuestro Sargento instructor, con su habilidad para poner motes pues eso, le puso draculin. Después lo vi en alguna ocasión y me dijo, que nadie más le había llamado por ese mote. Así es que ese apodo nació y se quedó, en la U.I. de las Cocheras.

El truja/cigarrillo. Era un madrileño castizo de vallecas, creo recordar que estaba destinado en la Sección de Tráfico. Cuando te cruzabas con él por el patio, te saludaba muy cortésmente y te decía en plan cheli, ¿tienes un trujas? Algunas veces le di el truja y mientras se lo fumaba, me contaba historias de vallecas.

El Huelva. Era de San Juan del Puerto y estaba destinado en el comedor. Algunos Domingos por las tardes, se reunían una pandilla de aficionados al flamenco y nos alegraban las tardes con buenas rumbas y fandangos, salidos del alma.
El primer día que vi al Huelva fregando platos, aluciné, era increíble la técnica que había desarrollado el tío. Los platos eran fregados con agua y jabón, uno por uno y, al mismo tiempo volaban desde el primer fregadero hacia el segundo, que estaba lleno de agua para aclararlos. Casi nunca se producían roturas, era un fenómeno trabajando y un excelente compañero.
Cuando se licenciaron los 2 abuelos del comedor, me dijo el Huelva, Cabo, déjame a mi que yo elija a los nuevos lefas, ya que aquí hay mucho curro diario y no nos podemos permitir tener a ningún “paralítico” entre nosotros, aquí necesitamos gente con sangre y con temperamento. Yo le dije que me parecía bien, adelante. Al rato, se presenta un lefa que quería ser candidato al puesto y el Huelva, lo recibió de esta manera; le dio un par de zarandeos, por los hombros y los brazos, para comprobar el estado físico del aspirante. Yo estaba a 2 o 3 metros de las escena y no pude aguantar la risa, ja ja ja. Vaya tela con el Huelva, que arte tenía...Un abrazo, saludos. :mrgreen:
José Marín PT.
José Marín Díaz
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Re: Los motes y apodos.

Mensaje por José Marín Díaz »

Estimados Saharianos: La 3ª parte de motes y apodos.

El Jeta: Un madrileño del 3º llamamiento del 74.Un domingo por la tarde, regresó al cuartel con unas cuantas copas demás. Cuando lo vio el Sargento de la Plana en aquel estado, le llamó a la atención y le dio un par de hostias, el compañero aunque apenas se podía mantener en pie, le respondió al Sargento con un puñetazo en el pecho. Al instante, se produjo la reacción del Sargento y cuando vi -el chaparrón de cates- que le estaban cayendo al Jeta, no quise seguir presenciando el espectáculo y me fui de aquella zona del patio.

El Machaca: Otro de mi reemplazo, tras un tiempo en el cuartel fue destinado de asistente del Comandante Labajos, desdé ese momento, vestía de paisano y se daba la vida padre. Un día le pregunté qué que tal era su trabajo con el Comandante y me dijo; que estaba contento, que era un buen tipo y muy fácil de llevar, aunque a “primera vista” pudiera parecer otra cosa...

La Manoli: Era de mi reemplazo, según él nos contó, antes de incorporarse a la PT trabajaba como primera bedette en un cabaret por las Ramblas de Barcelona. Tras pasar un penoso campamento, juró Bandera con los “paralíticos” y después fue destinado al cuartel de El Aaiún. Al poco tiempo quiso quitarse la vida cortándose la venas en las duchas, aunque por fortuna para él, fue descubierto por un compañero que inmediatamente dio el aviso a los sanitarios. Finalmente un Oficial se lo llevó de asistente y creo que, fue lo más adecuado en este caso.

El Popeye: Sargento que se encargaba de mantenernos más derechos que una vela, a todos los de la PMM. Casi al final de mi estancia allí un día oí decir a un veterano, ¡¡¡CUIDADO!!! que viene Popeye...Y esa fue la primera y la única ocasión, en la que escuché ese mote. Lo de ¡¡¡cuidado!!! estaba más que justificado.

El Logroñez: Un Cabo pelirrojo, bajito y fuerte como un roble. Creo que pertenecía al llamamiento de abril del 74. Por su forma de ser, se convirtió en la alegría de la PMM, estaba siempre de buen humor, nos contaba chistes, historietas y se encargaba por su cuenta de darle ánimo a los compañeros que por un motivo u otro, andábamos de “capa caída”. un excelente compañero.........
Afortunadamente allí encontré a bastantes tipos como el logroñez, repartidos entre los Mandos y la Tropa, y eso hizo, que fuera bastante más llevadera, la estancia en aquel cuartel.

Saludos,

José Marín PT.
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