UN PARTO EN EL DESIERTO

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cornella
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UN PARTO EN EL DESIERTO

Mensaje por cornella »

UN PARTO EN EL DESIERTO
- De las memorias inacabadas de un medicucho -

JOSEP CORNELLÀ i CANALS
Girona

Le pusieron por nombre Mohamed en memoria del más grande profeta de Alá y por haber nacido en medio del desierto en unos momentos difíciles para su pueblo.

Los hechos ocurrieron una noche de julio de 1975. Yo hacía el servicio militar en la antigua colonia española del Sáhara y estaba destinado, como soldado médico, al pequeño pueblo de Daora, al norte de El Aaiún, cerca ya de la frontera con Marruecos. Todavía no se hablaba de la "marcha verde" pero el ambiente de malestar se hacía cada vez más patente entre la población. Tanto las falsas promesas de un referéndum para la autodeterminación como la inútil visita de una comisión de las Naciones Unidas, sin olvidar el inicio de la agonía del Jefe de Estado español, habían conducido a un clima pre-bélico. Hacía poco, el Frente Polisario había secuestrado un soldado médico, alegando necesidades de orden sanitario para sus campos de refugiados.
Y aquella noche de julio vinieron a sacarme de la cama para asistir un parto en una jaima, una de esas tiendas que los nómadas montaban en medio del desierto. Normalmente no me avisaban para los partos, ya que para la población nativa era un asunto de mujeres, y entre ellas se resolvía. El hecho de que me avisaran tenía que obedecer a que se presentaban problemas.

Tal como era preceptivo, yo no podía salir de la base militar (y menos en aquellas circunstancias) sin el preceptivo permiso del capitán. Este no lo veía claro. Me halaga diciéndome que se había interceptado un mensaje del Frente Polisario en que se planificaba mi secuestro (siempre hace cierta ilusión que valoren la propia profesionalidad) y añadió que se sospechaba una trampa. Yo insistí en mi condición de médico y me le recordé al capitán mi juramento hipocrático.
El capitán, por fin, autorizó mi salida hasta la jaima. Pero con condiciones. Una escolta de cuatro soldados bien armados me rodearía en todo momento, bajo el mando de un cabo. Y yo mismo debería llevar, a parte del instrumental médico que creyera oportuno, una pistola colgada del cinto. El capitán olvidaba, imagino, mi torpeza en el manejo de las armas.
Nuevamente invoqué el texto de nuestro padre Hipócrates alegando que un médico no puede llevar armas para atender un parto. Pero el capitán iba perdiendo la paciencia. Le habíamos sacado de la cama y no estaba para más historias. Así que acepté las condiciones, cubriéndose me con un poncho para encubrir la boca de fuego.
Ya en el exterior, nos encaminamos hacia la jaima. Nos acompañaba el hermano de la parturienta y me rodeaba la singular escolta de cinco hombres armados hasta los dientes. La luna llena de verano proyectaba nuestras sombras sobre la arena, creando una imagen esperpéntica.
Cuando llegué a la jaima, la paciente ya estaba a punto de dar a luz. Aconsejé a los soldados que montaran la guardia en el exterior, sin interferir para nada aquel acto de servicio médico. Me sorprendió ver como las mujeres nómadas paren de pie, agarradas a una cuerda que cuelga del medio de la tienda. Estaba rodeada de "mujeres sabias" que le ayudaban en aquel trance y, con ella, invocaban Alá.
También yo invoqué Alá. Sin agua ni instrumental, le recé para que todo siguiera su curso natural. Me puse los guantes para explorar la dilatación, pero todas las mujeres se opusieron a que tocara las partes íntimas de la parturienta. Y la que parecía dirigir el grupo me pidió que le dejara ponerse aquellos guantes. Con una exquisita pericia hizo la tarea de la mejor comadrona y en unas pésimas condiciones. Salió un muchacho rehecho y llamativo. Mi tarea se limitó a seccionar el cordón umbilical antes de que las mujeres “lavaran” al bebé con la arena del desierto y lo pusieran en manos del padre para que le reconociera como hijo.
Un escalofrío de emoción recorrió el mi cuerpo cuando el padre alzó al bebé ungido con la arena del desierto y, saliendo fuera, lo presentó ante la luna llena. Ahora las sombras tomaban un cariz bíblico. Y, después de dar gracias a Alá, le impuso el nombre de Mohamed, como el del mayor de los profetas. Después preparó el té y compartimos las tres tazas de ritual. La primera que es amarga como la vida, la segunda que es agridulce como el amor y la tercera que es dulce como la muerte.
Y, una vez todo cumplido, nuestro cortejo volvió hacia la base militar. Cuando el cabo manifestó que no había ninguna novedad, pensé que se equivocaba de lleno. Lo que pasa es que él desconocía la novedad. La novedad era un chico que se llamaba Mohamed y que llenaba las esperanzas de sus padres.
Hoy, cuando pienso, no se que habrá sido de aquel Mohamed. ¿Seguirá el destino incierto de su pueblo? ¿Luchará por conseguir el reconocimiento de su autonomía? Me gustaría que alguien le explicara que el médico que le vio nacer y le seccionó el cordón umbilical hizo todo lo posible para evitar que la primera imagen de este mundo fuera un arma de fuego.
Josep Cornellà i Canals
El Medicucho de Daora
Girona
Dionisio Valiente Galán
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Re: UN PARTO EN EL DESIERTO

Mensaje por Dionisio Valiente Galán »

Doctor: Este relato corrobora lo que comentamos en la comida en Coruña. Desde un soldadito raso, como yo, hasta los que habian (los siento no funciona la tecla de las tildes) terminado sus carreras superiores y se incorporaban en reemplazo normal, siempre colaborabamos en los menesteres que se nos pidiese para ayudar a los nativos. Nuestro soldado M´´edico ( un santanderino), tambi´´en vivio bastantes episodios parecidos; siendo yo testigo de ellos. Aunque por las fechas nuestras, a pesar de los incidentes de Aaiun de Junio 1970, todav´´ia no se extremeban tanto las medidas de seguridad.
Unf uerte abrazo y a tu disposici´´on-
Dionisio de Smara 70-71 ATN Mia a Camello
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Domingo Rodriguez D
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Registrado: 13 Ene 2010 17:23

Re: UN PARTO EN EL DESIERTO

Mensaje por Domingo Rodriguez D »

Hola Cornella:
Compañero de desierto, no te conozco,lo siento,pero me atrevo a decirte que estoy seguro que el parto a que aludes, quedara en tu mente como uno de los momentos, de profesión, mas hermoso de tu vida.El detalle del arma dice mucho sobre ti.
Un cordial saludo.
Domingo Rodríguez,EL SEVILLA DE P.Y.T.
cornella
Mensajes: 9
Registrado: 20 Dic 2009 09:31

Re: UN PARTO EN EL DESIERTO

Mensaje por cornella »

UNA PRECISIÓN

A petición de algún compañero, he afinado la fecha del suceso. Este parto en la jaima tuvo lular exactamente el 21 de abril de 1975. He encontrado mis apuntes de campaña. El tiempo transcurrido me jugó una mala pasada al querer precisar la fecha. Pero a la historia lo que es de la historia, y a cada tiempo su tiempo. Saludos, Josep.
Josep Cornellà i Canals
El Medicucho de Daora
Girona
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