¿La Mili en el Sahara nos hacía más hombres?
Publicado: 26 Mar 2007 20:41
He querido abrir este nuevo tema porque, en parte, viene a huevo con la opinión de nuestro compañero veterano Manolo Cordero sobre mi escrito en el tema “El pelotón de los torpes”.
No obstante, antes de iniciar mi tesis, quisiera amigablemente, y lo digo de verdad, comentar algo sobre sus reflexiones:
Manolo, yo no he tratado de miserables y cobardes a los mandos ni a los instructores. Únicamente a los que maltrataban y humillaban.
Me extraña que mezcles mi consideración de los maltratadores con el “alto el fuego” en esta WEB; de verdad, no lo entiendo. Ahora el duro de mollera soy yo. ¿acaso he atacado a algún veterano del Sahara? ¿insultado? Por favor, no me metas en esa polémica, no confundamos las churras con las merinas
Dejé bien claro que estaba de acuerdo que allí tenía que haber autoridad y disciplina (y es normal que a los indisciplinados se les arrestase, con la debida proporción, claro). En lo que no estoy de acuerdo es con el maltrato y la humillación. En relatos y escritos de compañeros que estuvieron en hatarrambla, se extrae que sí hubieron malos tratos. En el BIR habían muchísimos más instructores y mandos correcto que de los “miserables y cobardes”, es más, estos seguro que eran minoría.
Sea en la antigua mili, en el trabajo, en el hogar, en la faceta que sea, los maltratadores siempre son y serán unos miserables y cobardes. En esto me ratifico y solamente me retractaré mediante tortura medieval de la inquisición.
Como no descalifico a nadie en particular, si algún instructor o mando se siente identificado, espero no caiga en profunda depresión. Si está arrepentido, que no se preocupe, no irá al infierno, Dios es totalmente misericordioso con los arrepentidos; si no lo está, le importará poco mi opinión, o mejor dicho, pensará que aquello lo hacía por contribuir ha hacer buenos soldados para la Patria y que el equivocado soy yo.
Pudo ocurrir que algún instructor se sintió obligado a ese tipo de trato para con los reclutas y que teniendo al mando detrás suyo, se viese forzado a emplear dureza para no verse empurado él mismo, bueno, en esos casos, voy a considerar cierta indulgencia para con el “maltratador”.
No creo que se trate de darnos lástima los unos a los otros, si aquí hablamos de nuestra experiencia sahariana, habrá que contarlo todo. La historia no hay que censurarla.
Manolo, como tú bien dijiste hace mucho tiempo en el Foro, en esta apartado hay que mojarse y arriesgarse a recibir opiniones divergentes ¡Estoy de acuerdo! yo recibo la tuya sin acritud y espero que sea reciproco. Las diferentes percepciones entre las personas son signo de riqueza intelectual, por el contrario, la uniformidad de criterios (que no de objetivos) son por imposición.
Manolo, compañero sahariano, que yo no pretendo romper “ningún alto el fuego”, no estoy en guerra con nadie. Espero poder saludarte personalmente en alguna ocasión.
Fernando del Toro, amigo, eres todo un caballero en tus escritos ( sin menospreciar los de otros compañeros).
Ahora, sí inicio mi tesis sobre el tema: ¿La mili en el Sahara nos hizo más hombres?
Agradezco a mis padres la educación y los valores que me inculcaron; junto a esto, el duro deporte que practicaba y las más de cincuenta horas semanales que trabajaba, hicieron que me presentase en la mili bastante curtido y con principios nobles.
Me presente en el Sahara porque me obligaron, pero entendiendo que allí también tenía que comportarme como un hombre y debía cumplir un deber. Era conocedor que imperaba la disciplina y al que no cumplía se le castigaba. Lo que me sorprendió fue la gratuita mala leche y despotismo de algunos instructores en el BIR (digo algunos) y el trato que nos daban ya de soldados en el Cabrerizas viejo.
Cuando nos dijeron que al llegar a la mili había que dejar los cojones colgados en la puerta de casa, pensé: Un soldado tiene que tener cojones para ser valiente. Pronto me di cuenta que para con ellos debíamos estar capados y que la mala leche la debíamos emplear contra el enemigo.
La dureza que viví en el Sahara ayudó a curtirme un poco más, pero no puede decirse que me hiciese más hombre, especialmente no me hizo más hombre la mala leche que en ocasiones emplearon conmigo.
Como soldado tuve cuatro capitanes. Solo uno me trató mal, siendo yo furriel. No lo considero maltratador, su problema era el alcohol y pensó (dentro de su permanente delirio) que yo lo había querido chulear. Durante un Mes me amargo en cantidades industriales.
El cuarto Capitán, que es a lo que iba, fue el que verdaderamente me hizo sentir por primera vez soldado del Ejercito Español. Esto pasó en los últimos tres meses de mili, en Bucraa.
El Capitán Carellán era un profesional como una catedral de grande. Nunca ningún mando de los que conocí tuvo tanta autoridad como él. Era lo contrario de un despota.
Indiscutiblemente, a una parte de la actual juventud que lo tiene todo y lo valora poco, le sería positivo para su formación una mili sahariana. Mi opinión es que la mili con disciplina podía ayudar ha hacerlos hombres, especialmente en el Sahara, pero el maltrato, la mala leche y la humillación, más que hombres, producía resentimiento.
Saludos a todos.
No obstante, antes de iniciar mi tesis, quisiera amigablemente, y lo digo de verdad, comentar algo sobre sus reflexiones:
Manolo, yo no he tratado de miserables y cobardes a los mandos ni a los instructores. Únicamente a los que maltrataban y humillaban.
Me extraña que mezcles mi consideración de los maltratadores con el “alto el fuego” en esta WEB; de verdad, no lo entiendo. Ahora el duro de mollera soy yo. ¿acaso he atacado a algún veterano del Sahara? ¿insultado? Por favor, no me metas en esa polémica, no confundamos las churras con las merinas
Dejé bien claro que estaba de acuerdo que allí tenía que haber autoridad y disciplina (y es normal que a los indisciplinados se les arrestase, con la debida proporción, claro). En lo que no estoy de acuerdo es con el maltrato y la humillación. En relatos y escritos de compañeros que estuvieron en hatarrambla, se extrae que sí hubieron malos tratos. En el BIR habían muchísimos más instructores y mandos correcto que de los “miserables y cobardes”, es más, estos seguro que eran minoría.
Sea en la antigua mili, en el trabajo, en el hogar, en la faceta que sea, los maltratadores siempre son y serán unos miserables y cobardes. En esto me ratifico y solamente me retractaré mediante tortura medieval de la inquisición.
Como no descalifico a nadie en particular, si algún instructor o mando se siente identificado, espero no caiga en profunda depresión. Si está arrepentido, que no se preocupe, no irá al infierno, Dios es totalmente misericordioso con los arrepentidos; si no lo está, le importará poco mi opinión, o mejor dicho, pensará que aquello lo hacía por contribuir ha hacer buenos soldados para la Patria y que el equivocado soy yo.
Pudo ocurrir que algún instructor se sintió obligado a ese tipo de trato para con los reclutas y que teniendo al mando detrás suyo, se viese forzado a emplear dureza para no verse empurado él mismo, bueno, en esos casos, voy a considerar cierta indulgencia para con el “maltratador”.
No creo que se trate de darnos lástima los unos a los otros, si aquí hablamos de nuestra experiencia sahariana, habrá que contarlo todo. La historia no hay que censurarla.
Manolo, como tú bien dijiste hace mucho tiempo en el Foro, en esta apartado hay que mojarse y arriesgarse a recibir opiniones divergentes ¡Estoy de acuerdo! yo recibo la tuya sin acritud y espero que sea reciproco. Las diferentes percepciones entre las personas son signo de riqueza intelectual, por el contrario, la uniformidad de criterios (que no de objetivos) son por imposición.
Manolo, compañero sahariano, que yo no pretendo romper “ningún alto el fuego”, no estoy en guerra con nadie. Espero poder saludarte personalmente en alguna ocasión.
Fernando del Toro, amigo, eres todo un caballero en tus escritos ( sin menospreciar los de otros compañeros).
Ahora, sí inicio mi tesis sobre el tema: ¿La mili en el Sahara nos hizo más hombres?
Agradezco a mis padres la educación y los valores que me inculcaron; junto a esto, el duro deporte que practicaba y las más de cincuenta horas semanales que trabajaba, hicieron que me presentase en la mili bastante curtido y con principios nobles.
Me presente en el Sahara porque me obligaron, pero entendiendo que allí también tenía que comportarme como un hombre y debía cumplir un deber. Era conocedor que imperaba la disciplina y al que no cumplía se le castigaba. Lo que me sorprendió fue la gratuita mala leche y despotismo de algunos instructores en el BIR (digo algunos) y el trato que nos daban ya de soldados en el Cabrerizas viejo.
Cuando nos dijeron que al llegar a la mili había que dejar los cojones colgados en la puerta de casa, pensé: Un soldado tiene que tener cojones para ser valiente. Pronto me di cuenta que para con ellos debíamos estar capados y que la mala leche la debíamos emplear contra el enemigo.
La dureza que viví en el Sahara ayudó a curtirme un poco más, pero no puede decirse que me hiciese más hombre, especialmente no me hizo más hombre la mala leche que en ocasiones emplearon conmigo.
Como soldado tuve cuatro capitanes. Solo uno me trató mal, siendo yo furriel. No lo considero maltratador, su problema era el alcohol y pensó (dentro de su permanente delirio) que yo lo había querido chulear. Durante un Mes me amargo en cantidades industriales.
El cuarto Capitán, que es a lo que iba, fue el que verdaderamente me hizo sentir por primera vez soldado del Ejercito Español. Esto pasó en los últimos tres meses de mili, en Bucraa.
El Capitán Carellán era un profesional como una catedral de grande. Nunca ningún mando de los que conocí tuvo tanta autoridad como él. Era lo contrario de un despota.
Indiscutiblemente, a una parte de la actual juventud que lo tiene todo y lo valora poco, le sería positivo para su formación una mili sahariana. Mi opinión es que la mili con disciplina podía ayudar ha hacerlos hombres, especialmente en el Sahara, pero el maltrato, la mala leche y la humillación, más que hombres, producía resentimiento.
Saludos a todos.