Leyendas (apócrifas) del Sáhara

FORO de la WEB "La Mili en el Sahara"
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Angel Benito
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Leyendas (apócrifas) del Sáhara

Mensaje por Angel Benito »

Amigos del foro: abro aquí un nuevo tema donde depositar algunas leyendas recogidas al azar, de dudoso origen y seguramente apócrifas, para que si por un casual tuvieran algún fundamento queden a salvo del olvido y las generaciones futuras puedan estudiarlas y obtener de ellas algún provecho, cosa que dudo mucho.
Un saludo amigos,
Ángel Benito
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Angel Benito
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Leyendas (apócrifas) del Sáhara

Mensaje por Angel Benito »

Como salvar la vida gracias al ingenio.

Con vuestro permiso, amigos, voy a contaros una historia. Esto le sucedió a un perrito Chihuahua que se encontró perdido en el desierto del Sáhara. Había salido el animalito con sus dueños para un viaje exótico por el desierto y nada más cruzar de Mauritania hacia el Atlántico por el paso de Guelta Zemmur, en un tumbo que dio el Land Rover, nuestro perrito salió despedido sin percatarse de ello sus dueños. Solo y abandonado en la inmensidad del desierto apenas tuvo tiempo de lamentar su mala suerte ya que vio como se acercaba a toda carrera una enorme hiena. Babosa y jadeante la fiera estaba ya cerca y en su mirada llevaba escrita la peor de las intenciones. El Chihuahua pensó: “Como no espabile esta bestia me devorará. Tengo que hacer algo”. Miró a su alrededor y vio un montón de huesos al pie de una talha. Sin pensarlo dos veces se lanzó a ellos y empezó a roer uno con frenesí. Cuando ya la hiena estaba a punto de saltar sobre él exclamó: “Buenísima estaba esta hiena que acabo de comerme. No voy a dejar ni los huesos”. Sorprendida la hiena se freno en seco. “¡¡Ojo!! – pensó-, en mi vida he visto un animal tan raro como este, y parece ser que se alimenta de hienas”. Cobarde y recelosa dio media vuelta y se alejó, por si acaso. Nuestro perrito respiró aliviado, pero mira por donde en lo alto de la talha había un mono, mezquino y entrometido, que había interrumpido durante un momento su tarea de despioje para prestar atención a lo que sucedía abajo. Se dio cuenta del engaño y envidioso del ingenio de nuestro pequeño Chihuahua saltó de la talha y salió corriendo hasta alcanzar a la hiena para chillarle al oído: “Hiena estúpida. El perrito se ha burlado de ti. Esos huesos ya estaban ahí y son de una cabra. Ese animal no mataría a una lagartija”. Herida en lo más profundo de su amor propio la hiena giró rabiosa y a todo correr, con el mono mezquino y entrometido colgado de su cuello, se dirigió hacia donde se encontraba el perrito. Éste, que los vio venir, se imaginó la mezquindad del mono y volvió a ver su vida en peligro. Pero todavía le quedaba un recurso. Se giró de espaldas y esperó. Cuando ya casi sentía el aliento fétido de la bestia en el cogote exclamó: “Ese mono imbécil está tardando en traerme otra hiena para comer. Tengo hambre y me estoy poniendo furioso”. Aterrorizada, la hiena cobarde y recelosa se sacudió de encima al mono, dio media vuelta y desapareció.
Cuentan los ancianos de Erguibat que gracias a su ingenio el perrito salvó la vida, siendo recogido por una familia de la tribu que lo acogió en su jaima donde vivió feliz jugando con los guayetes. La hiena, cobarde y recelosa, vagó errante el resto de su vida por las cuevas de la Saguiat el Hamra corroída por la duda. Dicen que en las noches de luna podía oírse su llanto desesperado desde la base de Edchera. En cuanto al mono, mezquino y entrometido, parece ser que pocos días después fue capturado por una patrulla de Tropas Nómadas al mando de un intrépido capitán que lo recluyó en el cuartel de Smara donde siguió haciendo de las suyas.
Un saludo amigos,
Ángel Benito
Jose Hernandez Murcia
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leyendas ....

Mensaje por Jose Hernandez Murcia »

Hola a todos,
Nuestro amigo Benito escibe poco, pero cuando lo hace, siempre deja una imprenta personal de lo más agradable.
En relación a la historia del perrito, el mono y la hiena, no he podido por menos que relacionar al mico con una historia en la que intervenía un mono y uno de nuestros amigos junto a un capitán. ¿Os acrodáis?
¿No será este mismo mono el que se quedó sin piñata después de avisar de la llegada de un soldado, a altas horas de la noche?
Durante nuestro encuentro en el Delta tuvimos ocasión de reir a carcajada limpia, a cuenta de las "buenas noches" que recibió el citado mono.
saludos,
José Hernández Murcia
ATN II, Aargub 1971- 1972
Julio Muñoz
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COSAS DEL DESIERTO

Mensaje por Julio Muñoz »

Queridos saharianos:

Soy Siroquín, el camello nómada del desierto que un día no lejano abandonó arenas, dunas y palmeras para volver con su antiguo dueño, o mejor dicho, camellero. No debéis pensar que me arrepiento de la difícil y trascendental decisión tomada, porque mi vida de ahora no es un plácido sestear en mullidas y templadas dunas, bajo las sombras de amables palmeras durante el luminoso día del desierto o tumbado en la arena contemplando los cariñosos guiños de las estrellas durante la oscura noche. Algunas veces, la nostalgia de mi desierto, de mi familia y de mis amigos me invade y me entristece hasta la joroba.

En este nuevo territorio que ahora me acoge, hay una estación que llaman otoño, en la que los saharianos se ponen tristes, melancólicos y nostálgicos sin saber por qué causas. Parece que en este tiempo arrecia un frío siroco que les hace aumentar sus deseos de estar juntos, hasta extremos inconcebibles para un camélido como yo. Hace ya mucho tiempo, cuando compartían su vida y estaban muy unidos en su Mili del desierto, sus mayores deseos eran separarse para siempre y marchar cada uno a su jaima o casa con su familia y amigos. Mi estado evolutivo como animal no me permite entender y comprender todas las cosas de los saharianos, aunque, debido a la convivencia mantenida con ellos en el desierto, sí puedo intuir más de las que ellos piensan, si es que piensan, que todavía no lo sé, como ellos aún desconocen que nosotros sí pensamos y sentimos, aunque tengamos cuatro patas y un rabo juguetón. Tengo muchas cosas que contar de los semidescalzos pies del desierto.

De sobra saben los veteranos saharianos que los camellos somos unos animales bastante perezosos, gruñones y protestones; pero se trata, simplemente, de una inteligente (sí, inteligente) estrategia defensiva ante el contínuo azuzar para que siempre trabajemos más de lo que nosotros creemos razonable y más que suficiente. Parecemos predestinados a proporcionarles solamente transporte cómodo y fiable, carga, carne, leche, pieles, pelo para sus jaimas, etc. Curiosamente, a nosotros, que nos llaman los reyes del desierto, también nos gustaría ser tratados como perros, gatos y otros animales domésticos, para gozar de las mismas atenciones y cariño que ellos tienen en una confortable casa. Siempre hemos agradecido con amables gruñidos el brazo de un sahariano sobre nuestro cuello mientras nos decía cosas a la oreja.

Pronto será el tiempo en que los mayores deseos de los saharianos sean ver llegar a otros camélidos de Oriente, cargados de regalos para toda su tribu. Mientras los saharianos, sus hijos y sus nietos juegan y disfrutan con sus regalos, alojarán a mis cansados congéneres en algún triste y sombrío zoo, entre otros camellos, cebras, hipopótamos, elefantes, jirafas, monos, avestruces, etc., como si de iguales se tratara, tomando como alimento alfalfa caducada y trozos de pan de su bocadillo que les arrojarán con afecto y sonrisas los niños desde unas rejas o un muro. Sin que mi dueño me vea, les haré una visita para llevarles mucho cariño y compañía, una buena carga con varias cajas de lechugas frescas, unos sacos de patatas cocidas, unos dulces dátiles típicos de las fechas, unos cubos de yogures y un bidón de cacao con leche. Después de mi despedida, regresaré al amanecer, cuando el naciente sol pueda secar las amargas lágrimas que inundarán mi tristeza.

Así es mi errante vida, queridos saharianos. Otro día os contaré más cosas del desierto en el que nací hace muchos años, y que a vosotros os marcó para siempre.

Un beso en la gorra, como en los viejos tiempos.

Siroquín.

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Angel Benito
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Mensaje por Angel Benito »

Amigo Pepe: en las fantasías de este sahariano la historia y la leyenda se mezclan sin el más mínimo respeto a la veracidad y en ausencia total de disciplina. El mono de la leyenda, mezquino y chismoso, bien podría ser aquel mono que tanto dio que hablar en el foro. Es más: algunos veteranos del Sahara aseguran haberlo visto colgado de las vallas del cuartel de Tropas Nómadas de Smara, riendo sin sentido y mostrando una dentadura con ausencias, fruto de una noche de errores.
Se perdió su rastro tras la evacuación del territorio, de donde parece ser salió escaqueado y cómodamente oculto entre fardos de documentos sin clasificar e informes de actos heroicos puestos ya en la ruta del olvido. Varios años después algunas fuentes aseguran haberlo visto en Gibraltar, con las manos donde no debía y la mirada perdida en el horizonte africano. Dicen que sus propios congéneres, hartos de sus chismes y risitas, acabaron expulsándolo de allí y dio con sus huesos en el islote Perejil. Lo sabemos con certeza ya que un legionario que descansaba tras el duro esfuerzo de la reconquista, pudo ver en lo alto de un peñasco al mono mezquino y chismoso riendo con su boca mellada. A pesar de los rumores que circulan, y sitúan al simio en el epicentro del conflicto, no hay constancia de que fuera el detonante del incidente internacional que puso a prueba el temple de nuestros gobernantes.
Un saludo, amigos.
Ángel Benito

* Para Siroquín: cuídate del otoño y la nostalgia, y no dejes de transmitirnos tus, casi humanos, sueños y anhelos.
Un abrazo Julio.
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Angel Benito
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Leyendas (apócrifas) del Sáhara

Mensaje por Angel Benito »

Como el individuo, apartado de su cultura, puede confundirse, … y confundir
Érase una vez la tierra sahariana de los nómadas asolada por una terrible sequía. Las escasas hierbas habían perecido agostadas hacía mucho tiempo y las talhas apenas mantenían unas últimas hojas verdes en las ramas más altas. La situación de los Hijos de la Nube era insostenible.
Reunidos los ancianos de la tribu trataban de ponerse de acuerdo sobre donde descargarían las nubes su precioso líquido para dirigir hacia allí sus rebaños. Reinaba gran confusión. Cayeron en la cuenta de que hacía poco había regresado a la tribu un joven con fama de inteligente que había completado con brillantez sus estudios en Cuba. “Preguntémosle a él, que tiene estudios” propuso alguien. El joven, Haimuda se llamaba, en parte halagado por la confianza y en parte apenado por la situación de la tribu, no supo decir que no. Él hacía tiempo que había perdido el instinto de supervivencia en el desierto, aquellos conocimientos que se transmitían de padres a hijos y garantizaban el ciclo de la vida en las condiciones más extremas. A decir verdad el joven Haimuda sabía más de brisas tropicales, ritmos caribeños y pájaros de colores que de sirocos, camellos y sequías. Pero como ya he comentado: no supo decir que no.
Pidió una noche de plazo y se concentró en buscar una solución. Por más vueltas que le daba no lograba encontrar ningún indicio de por donde llegarían las próximas lluvias, hasta que finalmente tuvo una idea brillante: “llamaré al Servicio Meteorológico de España y ellos me dirán donde lloverá”. Afortunadamente tenía un teléfono móvil, milagro de la modernidad.
Cuando llamó al Servicio Meteorológico de España le atendió solícito un joven becario, -futuro sabio español emigrante-, que no tenía ni idea de cuando y por donde llovería en el Sáhara. Pero ante la insistencia angustiada de aquel tipo, que vete a saber desde donde llamaba y para que quería saber cuando llovería en el Sáhara, y más por quitárselo de encima que otra cosa, activó la pantalla de su ordenador. Un mapamundi cubierto por un laberinto de isobaras se desplegó ante él. Centró la imagen en aquella enorme franja amarilla que terminaba en un océano, centrifugó con energía el ratón sobre una alfombrilla publicitaria de una marca de hamburguesas y buscó en la pantalla donde había depositado el caprichoso azar la flecha del cursor. La encontró en medio de un enorme espacio vacío llamado El Tiris, cerca de una población con un nombre extraño: Auserd. “Pues va a llover en Auserd” pensó para si mismo. Así se lo dijo a Haimuda: “posiblemente llueva por el sur, por la zona de Auserd”. Haimuda respiró aliviado; ya tenía algo que decir. A la mañana siguiente reunió a los ancianos de la tribu y propuso que algunas familias cargaran los bártulos y con sus rebaños iniciaran el camino al sur donde posiblemente llovería. La simple esperanza trajo la alegría a la tribu y nuestro amigo se sintió importante.
A la noche siguiente decidió probar de nuevo para ver de ratificar la esperanza. El mismo becario solícito le aseguro que esa noche tenía más motivos para pensar que podía llover por el sur. Eufórico Haimuda reunió a la mañana siguiente de nuevo a los ancianos y aconsejo que un nuevo contingente, más numeroso que el del día anterior, iniciara el camino hacia Auserd. Ahora ya la euforia se contagió a todos los nómadas que casi creían percibir el olor de la tierra mojada y oír el rumor de las semillas germinado. Con gran algarabía se puso en marcha una marabunta de hombres, mujeres y niños empujando sus rebaños hacia la tierra que pronto sería fértil.
Asombrado de lo prometedor de sus gestiones Haimuda, recreándose en el éxito, probó de nuevo esa noche a llamar a su contacto del Servicio Meteorológico, deseoso de que le regalara los oídos con la certidumbre de su ciencia. El becario esa noche confirmó las previsiones “Sin lugar a dudas va a llover a cantaros por Auserd”. Ya no dudó más Haimuda. Al día siguiente el resto de la tribu, en medio de cánticos y alabanzas a la inteligencia de su joven dirigente, que sin ver una nube en el limpio cielo podía adivinar donde estaba a punto de diluviar, emprendieron el camino de Auserd.
Varios días llevaban caminando, ya próximos a la tierra prometida, y Haimuda se extrañaba de no vislumbrar ningún signo en el cielo que anunciara la preciada lluvia. Esperó la noche, y escondido tras una talha, volvió a llamar al Servicio Meteorológico de España. El mismo becario atendió su llamada “Perdone, he llamado tres veces para preguntar por donde llovería en el Sáhara y usted me ha dicho que por el sur, por la zona de Auserd. Pero estoy muy cerca de esa zona y no veo una sola nube. ¿Puede confirmarme que lloverá?” “Sin duda alguna, va a llover muchísimo” pronosticó el futuro sabio con gran seguridad. Haimuda empezó a sentir una gran desconfianza hacia los pronósticos de aquel tipo. “Dígame una cosa ¿cómo está tan seguro de que va a llover? ¿En qué método científico se basa usted”. “Muy sencillo –respondió el becario- todos los nómadas se están desplazando hacia Auserd con sus rebaños. Por el Google puedo ver la polvareda que levantan. ¡¡Y esos nómadas no se equivocan nunca!!”.
Aprovechando la oscura noche, Haimuda se perdió ente las dunas en busca del puerto más cercano. “A fin de cuentas –murmuraba para si mismo- el clima del Caribe es saludable y me encanta el son del inolvidable Compay Segundo y los ritmos de la Vieja Trova Santiaguera”.

Un saludo, amigos.
Ángel Benito
Jaime Pascual Oliva
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Mensaje por Jaime Pascual Oliva »

Imagen

En el plano que os adjunto, he dibujado( como he podido ) , la situacion de la base y de una loma , en su falda se encontraba el "frig" de los nativos que servian en el ejercito, y al terminar el "frig" estaba el cuartel de la Policia Territorial.
En lo alto de la loma se encontraban dos tumbas, perfectamente limpias y encaladas, se pueden ver en el album de mi compañero Vicente Torregrosa.

Se rumoreaba por la base de Mabhes, que las tumbas , pertenecian a dos legionarios, que en una noche de "chirinola "y ecxesos alcoholicos, robaron un Land-Rover de su unidad, y se encaramaron a lo alto de la loma , parece ser que volcaron y se mataron los dos. Tambien corria el rumor de que eran dos desertores y que alli los fusilaron. En dichas tumbas, no hay , ni epitafio, ni placa , ni iniciales , ni año , ni nada , solamente una cruz en cada tumba.

No se, si el amigo Roberto Maseda , que es anterior a nosotros recuerda si las tumbas ya estaban? y si es asi , que version tiene él de la "historia" y Angel Benito, casi coincidimos, tú, si tienes que recordarlas, seguro que ya estaban.
No es ningun apocrifo, las tumbas eran verdaderas , la leyenda era la que "circulaba" por Mahbes, espero, que los amigos Maseda y Benito, y si alguien mas estuvo por Mahbes y puede dar algun poco de luz a esta historia, un abrazo
Roberto Maseda Legaspi
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Contestación a Jaime Pascual

Mensaje por Roberto Maseda Legaspi »

Amigo Jaime: Puede ser que cualquier día, charlando del tema, tenga un momento inspirado como me sucede algunas veces, y recuerde la situación geografica en Mahbes. Hoy por hoy tengo el cerebro bloqueado y no recuerdo absolutamente nada. Si mas adelante recuerdo algo,será un placer comunicartelo.
Cuando en una comida en Segovia, comentamos como estaba distribuida la Base de ATN en Mahbes,( no me acordaba muy bien) sin embargo después de hablar contigo y otros compañeros tuyos, se me ha refrescado la memoria y hoy lo tengo mas claro.
Quisiera aprovechar de decirte que me alegra tu asistencia a la Operación Madroño, ya te explicaré personalmente el por qué.
Siento no haber podido ayudarte, pero sigo atento a tús comentarios y relatos, pues tienes mejor memoria que yo y casi siempre me recuerdas algo.
Un abrazo
Jaime Pascual Oliva
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Mensaje por Jaime Pascual Oliva »

Estimado Roberto, pensaba que yo , era un gran desmemoriado, bienvenido al club, bueno es saber que no estoy solo.
Recuerdo que en Segovia, nos comimos el cochinillo juntos y con Fausto Bellido, nos pediste que te hicieramos un plano de Mahbes.
Espero que Angel Benito nos lea y nos pueda aportar algo, ahi tambien algun compañero de la Territorial, que sino recuerdo mal hizo la "mili" en Mahbes, espero que nos lea y pueda aportar algo.
No voy asistir al encuentro de los "Madroños", espero lo paseis fantastico.
Seguro que tendremos alguna ocasion en la que hablar, de tenerte informado de lo que hacemos ya me encargare yo. un abrazo
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Angel Benito
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Mensaje por Angel Benito »

Amigo Jaime Pascual: a pesar de que me licencie en Mahbes, en diciembre de 1974, sólo permanecí en la base alrededor de mes y medio. Aquello fue el final de un periplo sahariano que, después de 7 plácidos meses en Edchera, me llevó a Smara y Mahbes. Con lo cerca que veía la licencia y cada vez me llevaban más lejos y corríamos más. Cuando llegué a Mahbes pensé “bueno, más lejos ya no puedes ir”. De ese tiempo que estuve allí patrullé por el norte, en el vértice de las tres fronteras, y de los días que estuve en la base no sé cuantos viajes hice de escolta, ida y vuelta, a Edchedería y Hausa, y también escoltando la cuba hasta el pozo que si no recuerdo mal estaba a unos 14 km. al norte. Aparte de tener a mi cargo los Land Rover con los que nos habíamos desplazado desde Edchera era operador de radio y me pillaban en todas las alertadas.
De los alrededores de la base no recuerdo casi nada, creo que no salí ni una vez en plan de paseo. El cuartel de la policía territorial no fui ni una vez. De la base recuerdo los barracones y un hangar con el techo bastante alto donde reparaban los vehículos, -por cierto que en aquel hangar se formaban unos corrillos de saharauis con el transistor a la oreja que ya presagiaban lo que sucedió varios meses después- y aparte de los compañeros que llegaron conmigo sólo recuerdo alguna conversación con alguien que después identifiqué como Antonio Mora Benito, la coincidencia de su segundo apellido con el primero mío hizo que habláramos sobre posibles antepasados comunes; además dormía en la litera vecina a la mía. Sentí muchísimo el secuestro de las patrullas, por todos, pero al resto no podía ponerles un rostro en mis recuerdos y a él sí. Cuando leí el libro “Cautiverio en el Sáhara” y vi las fotografías creo que lo reconocí.
Respecto a las tumbas, no recuerdo haber visto nada, -si las hubiera visto seguro que habrían despertado mi curiosidad- y tampoco recuerdo haber oído comentarios sobre su existencia. He buscado en la web las fotos y son sorprendentes; rodeadas de alambrada, se supone que con la lápida de cemento y pintadas de blanco. No debían ser muy antiguas ya que la pintura en el desierto no aguanta mucho con el sol, el viento y la abrasión de la arena. Seguro que esas tumbas guardan alguna historia que valdría la pena conocer. ¿Qué caminos recorrieron esas dos personas para acabar dejando la vida, y los restos, de forma anónima en aquella soledad? ¿Se quedaría las tumbas allí después de la evacuación?.
En cuanto a mis historias “apócrifas”, amigo Pascual, son solo sencillos entretenimientos sin mayor significado y por supuesto, sin trascendencia, muy lejos de los dramas que a veces depara la vida.

Un saludo afectuoso para ti y también para Antonio Maseda.
Ángel Benito
Jaime Pascual Oliva
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Mensaje por Jaime Pascual Oliva »

Gracias por contestarme amigo, he repasado las fotos de TORREGROSA y desde luego estan muy nuevas esas tumbas, si tú no viste nada o no lo recuerdas , es posible que fueran posteriores a ti, de todas maneras la proxima vez que volvamos a reunirnos, tocare el tema, mas que nada por curiosidad.
El "hangar", era él "escalon", donde aparcabamos y reparabamos los Land-Rover, ocasionalmente tambien sirvio de dormitorio, cuando se nos llenaban los catenaricos, torreones, bunkers y trincheras de Legias , paracas , del canarias 50 y si no recuerdo mal , aparecieron por alli a unos que les llamaban Comandos de Operaciones Especiales (COES), esos estuvieron pocos dias y subieron despues del ataque marroqui a la base, como te decia, cuando se nos llenaba todo, al "Escalon".
Si, patrullabas, como nosotros, por los itos del 38 al 41, por los vertices de las tres fronteras.
El pozo al que te refieres se llama "el pozo de ARAN", alli fue traicionada nuestra patrulla y asesinado nuestro compañero ANGEL MORAL.
MORAS BENITO, tambien secuestrado en esta patrulla , hace cinco años que fallecio, despues de larga enfermedad, localizamos a su hermana; puedes verlo en los albumes de ANTONIO FERNANDEZ ARAUJO (59) y de JULIO AREVALO MONDEJAR (92), estan en la cantina, las fotos son bastante buenas, estoy seguro que lo reconoceras rapidamente.
Si puedo serte de ayuda en algo, sera un placer.
Gracias por todo y un abrazo
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Angel Benito
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Mensaje por Angel Benito »

De las graves consecuencias de no respetar los privilegios de la jerarquía.
Un grupo de soldados caminaba por el desierto del Sáhara en medio de un terrible siroco que cegaba la visión y hacía casi imposible caminar. Un sargento y dos soldados quedaron separados del grupo, y cuando amainó la tormenta de arena se encontraron perdidos. Solos e incomunicados caminaron durante días sin encontrar a nadie que pudiera socorrerlos. Poco a poco las escasas provisiones de agua y comida que portaban fueron agotándose, e incluso aquellas galletas nutritivas con sabor a canela marca Camelo que formaba parte de los últimos recursos de supervivencia en el desierto, llegaron a su fin. Desorientados y sedientos, agotados y cegados por el sol, caminaban en círculos, adentrándose más y más en una sebja salitrosa donde les esperaba un final terrible.
Finalmente se dejaron caer rendidos y resignados a morir. Desesperados, hicieron lo que todo protagonista de película hace en la misma situación, -sobre todo cuando el director ha decidido que debe seguir vivo-, escarbaron en la arena en busca del líquido milagroso que saciara su sed. Pero allí sólo había más y más arena. ¿Sólo arena? ¡No! De repente las manos desesperadas tropezaron con algo metálico. Tiraron de ello y se encontraron con una lámpara brillante y reluciente. Igualita a la lámpara de la leyenda. Allí quedaron los tres atónitos, contemplando el cacharro y reprimiendo la imaginación y el instinto de supervivencia que les pedía frotarlo y probar fortuna. Pero orgullosos e incrédulos sólo había una cosa a la que cada uno de ellos temía más que a la muerte cercana: hacer el ridículo por última vez en su vida ante los otros dos.
Finalmente el sargento, consciente de ser la máxima autoridad en muchos kilómetros a la redonda, comprendió que recaía sobre sus espaldas la responsabilidad de vencer el miedo al ridículo e intentar aquella última esperanza. Alargó la mano, y en un cómo sin querer, frotó la superficie bruñida de la lámpara. Casi al instante se sintió un ligero temblor que provocó minúsculos aludes de fina arena en el montículo donde se apoyaba la lámpara; después fue un sonido leve en el vientre de la vasija, como un regurgitar de rumiante, y finalmente, con un ligero silbido, exhaló una fina voluta de humo que se elevó al aire sofocante del Sáhara. Un gigante azulado y vaporoso se irguió ante ellos. ¡¡Era el genio de la lámpara!!¡¡Igualito que en la leyenda!!.
Sin tiempo para reponerse de la sorpresa habló el genio. Dio las gracias por liberarle de su prisión donde había permanecido encerrado desde los tiempos anteriores a la memoria de los hombres y les ofreció la posibilidad de cumplir un deseo cada uno. Aferrados a la nueva esperanza no se hicieron esperar. Primero fue uno de los soldados que, con impaciencia, pidió encontrarse al momento en su verde Asturias, tumbado en un prado bajo un manzano repleto de fruto y al lado de un riachuelo. Se oyó un “Plof” y al momento el soldado había desaparecido, quedando en su lugar un pequeño remolino de arena que pronto se sosegó. Inmediatamente el otro soldado expresó su deseo de encontrarse en la playa de su pueblo mediterráneo, sentado a la sombra de un chiringuito, con una fresca cerveza en la mano y la novia mirándole a los ojos. Otra vez se oyó un “Plof” y el soldado desapareció. Allí quedó solo el sargento, sin pronunciar palabra y con cara de muy mala leche, mesándose el poblado bigote. Extrañado de su silencio el genio se inclinó ante él y le preguntó: “y tú, ¿no pides nada?” “Sí, -respondió el sargento- quiero que esos dos desgraciados vuelvan aquí inmediatamente y cumplan lo que les queda de mili a mis ordenes. Se van a enterar esos capullos de lo que pasa por pedir ellos primero sin respetar los privilegios de la jerarquía”.
Cuentan las leyendas del Sáhara que finalmente los tres lograron salvarse al ser recogidos por una patrulla de la legendaria Agrupación de Tropas Nómadas y trasladados a la base de Edchera. Cuando contaron lo sucedido nadie creyó la historia del genio de la lámpara, más bien fue atribuido a las alucinaciones propias del naufrago, a la sed, el hambre y los espejismos propios del desierto. Pero hay un dato incuestionable que recogen los anales del Sáhara: aquellos dos soldados batieron todas las marcas de arrestos por los motivos más peregrinos; repitieron servicios en cocina; recogieron colillas por el patio, limpiaron letrinas y doblaron guardias e imaginarias. Cuando finalmente fueron licenciados, y volvieron al prado y al chiringuito, hablaron de un extraño y fugaz viaje que todos los oyentes atribuían a los efectos perdurables del siroco. En cuanto al sargento, cuentan que nunca se arrepintió de su acción autoritaria y cuando sentía remordimientos de conciencia los acallaba con una expresión incontestable: “¡¡la jerarquía es la jerarquía!!”

Un saludo, amigos.
Ángel Benito
Albert Marín Ausín

La fuga del legionario

Mensaje por Albert Marín Ausín »

Hace una semanas, en mi visita a casa de nuestro compañero sahariano y amigo Manolo Borrego, me refrescó la memoria de nuestras vivencias saharianas, entre ellas se contaba una historia, cierta o no y con la normal deformación que se produce cuando pasa de boca en boca, de un hecho que pasó a un preso de Cabrerizas, por lo que está “Leyenda Apócrifa” voy a relatarla con la versión mas coincidente entre las oídas.

Un corrigendo legionario que cumplía su pena en el Cabrerizas de Cabeza Playa, harto de estar tanto tiempo castigado y quedándole posiblemente mucha pena por cumplir, planeó su fuga.

Se desconoce como, pero escapó con un Land Rover, llevando como única carga varias latas y pequeños bidones, todos ellos llenos de combustible como previniendo un largo viaje a través del desierto. Se dirigió, al parecer, hacia la frontera mauritana, esquivando bases y pistas para evitar ser localizado.

Las unidades militares y de la PT habían sido alertadas, pero durante varios días nada se supo del fugado, hasta que un día una patrulla (había varias versiones de a que cuerpo pertenecía, que si T. Nómadas, Legionarios, PT) encontró cerca de la frontera de Mauritania el Land Rover de Cabrerizas, averiado y con buena parte de las latas todavía llenas de combustible, pero ninguna con agua. Del legionario no había rastro alguno.

Se buscó al fugitivo hasta que se hizo de noche, sin éxito. con las luz del alba, se reemprendió la búsqueda y, hacia el mediodía, fue localizado a bastantes kilómetros del vehículo, había perecido de sed caminando en el vano intento de llegar a algún lugar. Por la situación del vehículo y de él mismo, dedujeron que se encontraba desorientado cuando el Land Rover se averió. Para mayor drama del desgraciado, la importante reserva de combustible de poco le sirvió, el líquido más preciado en el desierto que es el agua, no lo cargó, quizás tenía calculado acceder a algún pozo, cosa, por otra parte, poco recomendable por el peligro de ser descubierto.

Desconozco si lo aquí relatado es leyenda o historia verídica, pero pasaba de boca en boca entre los diferentes reemplazos de Cabrerizas.

Albert Marín “El furri de Cabrerizas”
Blas Collado Pérez
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EL VIAJERO NOMADA

Mensaje por Blas Collado Pérez »

Tópico: Generación Amistad Saharaui

Irremediablemente solo, quiso cruzar en medio del calor y el espejismo con apenas cinco litros de agua, montado encima de su dromedario, un desierto completamente inhóspito sin árboles, sin hierba, sin agua y sin sombra. Pero en el fondo estaba convencido de su conocimiento de la tierra, de su habilidad para imponerse frente a cualquier adversidad. Él sabía que su vida estaba destinada a correr todo tipo de riesgos, a sus sesenta años ya nada le asombraba, había visto y vivido lo suficiente. Se sentía como un objeto más de esa estéril inmensidad.



Sabía de memoria el nombre de las rocas, de las dunas, de los pequeños arbustos que crecen con la lluvia. Su afán de supervivencia, el silencio y la soledad eran sus amigos. No conocía la ciudad, ni conocía el mar, la única agua que había visto en su vida la vio en los pozos y en la lluvia cuando llevaba sus camellos a beber. El hombre conocía los años a través de los sucesos más importantes ocurridos y memorizaba muchísima poesía en hasania que le servía como guía cuando cruzaba Tiris lentamente. Su único reloj era el sol y la sombra. Con ellos sabía la hora e incluso calculaba las distancias.

Jamás tuvo miedo al desierto porque con el tiempo había hecho una profunda amistad con la tierra y los dromedarios. Siempre encima de la montura de Zeireg, su animal de carga, en su tasufra llevaba una tetera, un cuenco, vasos pequeños, harina, azúcar, arroz, carne seca y té verde. Con eso era un hombre totalmente feliz no necesitaba absolutamente nada más.

Vivía persiguiendo gacelas, montañas, acacias y de noche hablaba con los zorros. Su turbante negro era su cojín y su darra era su sábana. Distinguía a la gente por su forma de hablar y pronunciar.

Perdió el miedo al desierto en una tarde extremadamente calurosa. Las temperaturas rebasaban los sesenta grados. Prácticamente deshidratado había entregado sus manos al destino, estaba totalmente confundido. Aquella tierra de aspecto negro surcada por pequeñas dunas parecía el fin del mundo, vencido por el calor no tenía fuerzas para orientar a su dromedario. En un último intento miró al cielo para buscar parte del milagro y no vio ninguna señal que le pudiera devolver la esperanza. A partir de ese momento sabía que era cuestión de horas el poder mantener la vida en esa situación.

Cuando el hombre se quedó sin conocimiento subido encima de su camello Zeireg, en ese instante toda su suerte quedó encima de aquel dromedario que había criado con sus propias manos. Lejos en el horizonte sólo se veían más dunas, no había señal de vida en ninguna parte, parecía que lo inevitable iba a suceder de un momento a otro.

Zeireg aceleró sus pasos porque encima de su joroba seguía sintiendo un último hilo de vida, bajaba una duna y subía otra impulsado por una fuerza extraordinaria. Sabía que en las entrañas de ese desierto probablemente estaba escondida una gota de agua que podría cambiar el destino.

El sol se quedó inclinado detrás de una pequeña colina. A lo lejos Zeireg avistó dos palmeras y hacia ellas se dirigió con las pocas fuerzas que le quedaban. El animal tenía la capacidad de oler agua a muchos kilómetros y eso le permitió guiarse en medio de aquel infierno. Desesperado, subiendo y bajando montículos de arena, llegó al único punto en el que había vida.

En aquel oasis sólo había dos palmeras, cuatro cabras, dos camellos, tres pájaros y un hombre todos reunidos cerca de ese pequeño pozo de agua. El único ruido que se escuchaba era de un cubo de agua sujetado entre dos palos con una pequeña soga. Cuando llegó Zeireg todos se apartaron ante su desesperación y él dobló sus largas patas acercándose a un bidón lleno de agua. Empezó a beber y a mover su cabeza como queriendo decirle algo al único hombre que estaba allí, de repente el hombre se percató que había una persona encima de la montura que estaba colocada sobre Zeireg.

Se acercó rápidamente y al mirar allí estaba el viajero nómada esbelto y delgado; sus ojos cerrados y sus pequeños labios secos. Ninguna parte de su cuerpo se movía, parecía que estaba totalmente paralizado. El hombre del pozo lo bajó de la montura, lo tendió sobre la arena cerca del pozo, empezó a echarle agua encima de la darra y todo el cuerpo. Luego cogió un pequeño vaso lleno de agua y empezó a darle de beber lentamente hasta que notó cierto movimiento en su garganta y sus labios, precisamente en ese instante gritó de alegría “Está vivo, está vivo”. Todos los animales se quedaron sorprendidos mirándole y los pájaros volando encima de su cabeza porque sabían que una nueva vida acababa de renacer en aquel solitario y remoto oasis.

Con sesenta años cumplidos, todo su pelo blanco de canas y la frente y las cejas arrugadas, el viajero nómada volvió a nacer del polvo de la arena, una vez más salía victorioso en su permanente huida de la muerte. Él era amigo del agua de los oasis, de las tormentas de arena y amaba el desierto desde la profundidad de aquel pozo que le devolvió el último aliento cuando creía que todo estaba perdido.


Ali Salem Iselmu, Generación de la Amistad Saharaui
Antonio N. Marrero
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Mensaje por Antonio N. Marrero »

Traigo aquí lo que escribí antes en el Libro Diario sobre las dos tumbas que se encontraban en Mahbes, ya que no encontraba este subforo.

Se ha dado la feliz circunstancia que Antonio Curpián Romero ha colocado en en álbum personal de fotos varias imágenes de estas dos tumbas. Por el tiempo que hizo la mili, ambos enterramientos presentaban un estado muy deteriorado. Por lo que se ha escrito antes, probablemente después fueron restauradas, pero no se les colocó la lápida funeraria que identificaba a los enterrados. La lápida fotografiada pone: José Acosta Pérez, caballero legionario del Tercio D. Juan de Austria III de la Legión. La fecha es 19- 4 (¿?)-1960. Quizá, habría que ver si hay otra foto para comprobarlo, la otra tumba date de la misma fecha. El aspecto de la lápida es casi idéntico al de la tumba de Maderal Oleaga que aparece en otro foro.

En Sahara, trás la guerra de Ifni-Sahara, hubo en 1961, hacia marzo, e inmediatamente trás la coronación de Hassan II, hubo nuevos intentostes de invasión del norte del territorio, patrocinada por los mismos de antes y en que hubo varias escaramuzas, con tiros incluidos. Los invasores fracasaron.

Por la fecha de la lápida, estas tumbas datan de antes de esos enfrentamientos.

Saludos cordiales, Antonio N. Marrero
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