Trato recibido del Ejercito.

[Albert Marin Ausin]

Compañeros saharianos, esta noche he vuelto a soñar que volvía a la mili por segunda vez. Sé que es algo común entre muchos de nosotros. Nos pasaba con más intensidad durante los meses siguientes de haber sido licenciados. Con los años, la frecuencia iba espaciándose hasta casi desaparecer. El descubrimiento de la web de Juan Piqueras me refrescó la memoria y, de tarde en tarde, el sueño repetitivo se sucede, aunque con mucha menos intensidad que hace treinta y tantos años.

No me ha quedado ningún trauma psíquico del periodo pasado en el Sahara, por lo menos conscientemente, pero por lo que parece, en el subconsciente sí.

El sueño de esta noche lo he tenido con el capitán que me amargó durante varias semanas, casi siempre es con él.

Hoy, aprovechando que estoy un poco pachucho por un desconsiderado resfriado que tiene a bien obligarme a estar semi-postrado en el sofá, he repasado el apartado sobre “El trato recibido en el ejército”.

Muchos compañeros ya han hecho un análisis con el que estoy de acuerdo. Añadiría más, pero no quiero ser redundante, sin embargo, transcribo un trocito de mi relato sobre las memorias en Cabrerizas (relato que quizás, una vez acabado, lo publique, ya veremos):

El 4 de Agosto nos deparan una sorpresa: Rigurosa revista de pelo, ropa y estado de los dormitorios. Se reparten los castigos:

*Una semana de prevención por aspecto desaliñado.
*Un día de prevención por no ir bien afeitado.
*De un día a una semana de prevención por llevar el pelo demasiado largo o la ropa poco limpia.
*Barrer durante las horas libres, de un día a una semana, a los que no tengan debidamente guardadas todas sus pertenencias en el petate.

Esta eran las diferentes sentencias del teniente Reyes, cumpliendo, probablemente, con las órdenes del teniente coronel.
Me libro de castigos, pero el teniente advierte que debo afeitarme los pelillos de mi poca barba, barba que me venía afeitando una vez a la semana, dado que soy bastante barbilampiño y que disimula la falta de rasurado.
La inesperada revista por sorpresa, ocasiona que a partir de las seis de la tarde y durante una semana, la prevención (cuerpo de guardia) se colapsa por la enorme cantidad de arrestados. Como sea que tal cantidad de cuerpos no pueden yacer en el suelo por falta de espacio, a partir del toque de silencio, los diferentes sargentos de guardia mandan a su dormitorio a buena parte de los castigados, con el consiguiente júbilo por parte de los agraciados.
El arresto a prevención, consiste en estar recluido en el cuerpo de guardia desde las 6 de la tarde hasta el toque de diana del siguiente día. Solamente podemos ausentarnos para las necesidades, con el permiso de sargento. Dormir se hace directamente en el duro suelo, estando prohibido el colchón, con lo que por la mañana, acostumbraban a dolerte todos los huesos.

Agosto, habitual mes de vacaciones en la vida de muchos civiles, no está siendo muy favorable para la tropa de Cabrerizas. El viento, entre breves treguas, nos está castigando mucho. La disciplina, no solo no se relaja, sino que aumenta. El sargento “Gimeno” que está de semana, nos ha prohibido sentarnos sobre la litera durante el día. Esta excesiva “disposición”, nos obliga a escribir sentados en el suelo del patio, ya que en la cantina hay solamente una mesa con dos bancos, del todo insuficiente para un batallón de más de quinientos soldados. Si por lo menos la biblioteca no la hubiesen desmantelado para transformarla en almacén de víveres.
No acabo de entender qué pasa por la cabeza del sargento, no tiene bastante con humillarnos frecuentemente con la correa al salir de dormitorio al toque de diana, que ahora nos niega el acomodo en nuestra “casa”, teniendo en cuenta que la litera es nuestro único refugio: Sala de estar, dormitorio, biblioteca, lugar para escribir o leer las cartas, rincón de descanso, de tertulia…. Como de pie no cabemos todos en el barracón, el patio, batido muy frecuentemente por el viento, y la cantina, totalmente huérfana de sillas y de reducido espacio, son las alternativas.
Mientras los soldados de las otras dos Compañías pueden reunirse en sus barracones, los de la 2ª deambulamos por el patio, lugar incómodo donde se cosechan arrestos: Podemos ser castigados si vamos sin gorra, por no saludar correctamente e, incluso, por estar sentados en el suelo. Solamente nos sentimos libres de acoso desde el toque de silencio hasta el de diana, durmiendo.

Durante todo mi relato, expongo las condiciones en Cabrerizas-I, cuartel en el que la severidad y los castigos eran excesivos. Un Batallón en que un porcentaje importante de la guarnición se dedicaba a construir un cuartel, con el “negrero” teniente “polvorilla” como capataz y “abofoeteador”, sin cobrar nada y en condiciones que actualmente cualquier inspector de trabajo encarcelaría al patrón.




Por otra parte, en el viejo cuartel (no demasiado), no teníamos agua para una mínima higiene, ni espacio humano ni siquiera para el descanso. Las letrinas eran insuficientes y apestosas.

La memoria es selectiva, “escondiendo” lo negativo. Escribiendo el relato, sacado de mi especie de diario que son las cartas que escribí, en las que a pesar de “endulzarlas” para disimular la realidad, he recordado muchísimos detalles que ya había olvidado.

Concluyo que, en aquel cuartel carente de medios para ir presentables en el vestuario y la higiene, en lugar de ser compresivos con nuestra situación, durante unos meses nos impusieron una severidad imposible de cumplir. No, el trato recibido en Cabrerizas no fue correcto. Entonces no entendía por qué nos trataban de aquella manera, hoy tampoco….Quizás haya una explicación: El teniente coronel (procedente de la legión), militar ortodoxo, estaba obsesionado en convertir el Batallón en una unidad de élite y de férrea disciplina, tipo espartano…¡QUE DIVERTIDO! Para él, claro.

Escribo todo esto sin rencor, pero es que hay que escribir la historia objetivamente. No puedo estar más de acuerdo con lo que dijo el general Sanz en el encuentro de la "Operación Madroño", según explica el compañero Emilio Cisneros

Saludos
El furri errante

[Albert Marin Ausin]

Acabo de leer el relato del “teniente” Enrique Barber y quiero comentar mis sensaciones.

Me he sentido transportado al BIR. Cierto que su relato está hecho sobre la perspectiva de un mando, muy diferente a la de la sufrida tropa de leva, pero dibuja muy bien el escenario.

No lo pasé bien en el BIR, aunque seguramente no tan mal como otros compañeros. En aquellos meses del 1973, juzgué negativamente a los mandos, incluyendo a algunos instructores (tropa). La disciplina del sistema y nuestra circunstancia no deseada, hacía que viésemos a los que nos mandaban como tiranos, especialmente a los que nos puteaban, que también los había. Varios meses después, habiendo pasado la dura y temporal experiencia del capitán alcohólico de Cabrerizas que me martirizó, estuve bajo las órdenes del Capitán Juan Manuel García de Carellán y Vázquez en el destacamento de Bucraa, empezando a sentirme soldado por primera vez y llegando a admirar a aquel gran oficial que sabía mandar y nos respetaba (un grandísimo profesional). Ahora, siendo sólo un recuerdo mi periodo del servicio militar, he conocido al “Capitán” Guasch, he leído al “teniente” Barber y muchos relatos y testimonios de compañeros veteranos y, mi percepción sobre los mandos ha cambiado mucho.

Como en todo oficio y profesión, de todo hay, bueno y malo. Para los que tuvieron la suerte de estar a las órdenes de estos buenos oficiales, su estancia sahariana debió ser menos dura.

Un saludo a todos.

El furri errante

[jose guasch cañas]

Apreciado ALBERT:Entiendo muy bien tus dos posiciones,dadas las circunstancias vividas.
Pero de lo que estoy convencido es que si los que han cumplido su Servicio Militar en el Sahara se atrevieran a hablar de sus Mandos un tanto por ciento muy elevado,elevadísimo,lo haría con la verdad por delante,bien e incluso muy bien,lo que pasa es que ,normalmente ,los g arbanzos negros resaltan,llaman la atención.

Los Mandos,en el Sahara,sabiamos muy bien lo que podía pasar en cualquier momento (no pasó porque el Gobierno,en el último momento, firmó lo que firmó) y, por tanto,todos teníamos que estar preparados moral ,física y técnicamente para poder responder,como lo hubiésemos hecho en el 75,si hubiese ocurrido lo que todos esperabamos ocurriese en cualquier momento.

Incluso ,por egoismo,el Mando debe desear lo mejor para sus subordinodos,toda vez que ,en el combate ,tanto el éxito como la propia vida no se obtiene por escalones,se obtiene por la acción de conjunto.

En el combate de Edchera murieron heróicamente desde el Capitan,hasta el más moderno de los soldados.No hubo diferencias.

¿Comprendeis el por qué de la dureza del BIR?.

Quiero terminar diciéndote que lo escrito por tí es lo que tú vivistes en las dos épocas que señalas, la de Cabrerizas y la de Bu-craa.

[Albert Marin Ausin]

El debate sobre el trato de los mandos hacia la tropa, que se ha organizado en el LD, prefiero comentarlo en este apartado del Foro, su lugar “natural” por la razón de lo que hace muchísimo tiempo reivindicamos algunos.

Con todo el respeto para nuestro Coronel y amigo José Guasch, creo que no debería enfadarse, pues en general en esta web se respeta y valora (mucho) a los mandos que tuvimos en el Sahara. Lo cual no evita que hubiese también profesionales censurables en el trato –como en toda familia-

Por otra parte, el escrito sobre el BIR que ha encendido el tema, se refería más a los auxiliares instructores que a los mandos, pues yo entiendo que solamente a partir de sargento se puede hablar de mando. Además, el compañero Antonio Salguero valoró positivamente la vida en el cuartel y sus mandos.

Personalmente en más de una ocasión, relatando mis anécdotas, he valorado positivamente la actitud de mandos que tuve, especialmente la del último capitán que tuve (Carellán), con quien actualmente tengo el placer de estar en contacto por correo electrónico. Pero lamentablemente, las anécdotas negativas también existieron en mi mili de Cabrerizas y creo que no debo autocensurarme, teniendo en cuenta que no criminalizo gratuitamente y, además, no descubro el nombre real del mando o compañero.

Si los comentarios de nuestras vivencias fuesen de la vida civil (ya 60 años para arriba), saldrían experiencias más felices, sin duda, pero también sin duda, momentos muchos más duros que los que generalmente pasamos en el Sáhara. A fin de cuentas, todo en la vida son claros y oscuros y cuando relatamos la historia hay que contarlo todo, lo bueno y lo malo, sin acritudes y mezquindades por una parte y sin “buenismos” (por aquello de quedar bien) por la otra.

Si a pesar de todo, nuestra página debe limitarse a un mundo bueno y exclusivo de recuerdos felices en el Territorio, desechando comentarios de experiencias negativas, por aquello de la estética, no contéis más conmigo para hablar de la mili.

En cualquier caso y para ser más justo, si vuelvo a relatar alguna experiencia más, extraeré del archivo de mi memoria vivencias de Bucraa, la mejor etapa de mi mili.

En el LD he leído opiniones muy coherentes y comparto mucho de lo que se comenta. La del amigo Fernando J. de la Cuesta podría subscribirla yo.

Reitero el deseo que D. José Guasch sigua asomándose por esta Web. Siempre es un placer leer sus escritos.

Saludos a todos

[Delfin González Navascués]

Hola Albert y compañeros: Suscribo todo lo que dices acerca del Capitán Carellán. Lo tuve en el Batallón de Automóviles en el Aaiún. Como del BIR soló salí con el carnet de conducir de 2ª,que ya tenía de civil, cuando llegué al Bon. de me destinaron a la Sección de Pegaso 1O9O como engrasador de camiones. ¡¡Que Mili me esperaba!! todo el día en el foso dandole a la manga de engrasar. A los pocos días estaba desesperado y me decidí a hacer algo. Fuí al encuentro del Capitán Carellán y me planté delante de él y salude lo más marcial que pude y .- A sus ordenes mi Capitán se presenta el soldado ....etc.etc. Me miro de arriba abajo y pensé - Ya verás ahora la que te cae. Pero no, me dijo .-Que quieres. y contesté explicándole mi situación, que estaba engrasando camiones que no podría conducir nunca y que quería salir al desierto. -Bien ., me contestó .- Presentate al oficial de la Sección de Land Rover y que te asigne un coche. Muchas gracias mi Capitán. Le dí un saludo con talonazo y me fuí corriendo a la Sección. A partir de ese momento cambió mi vida en el Bon.. Las constantes salidas de servicios, convoyes, maniobras, patrullas con los paracas, etc., hicieron que la Mili transcurriera dura como a todos pero más distraida..No sé que hubiera sido de mí si sigo en el foso, así que no tengo más que palabras de alabanza y agradecimiento para mi Capitán, un hombre serio, como debe de ser, pero sin extremos. Perdonarme si me he extendido pero quería dejar constancia ahora que se está hablando del talante de los Mandos en el Sahara.

Delfin Gzlez.Navascues
Bon de Automoviles, 72/73

[Albert Marin Ausin]

Compañero Delfín, recuerdo algún comentario tuyo al respecto del capitán Carellán. Sin duda era un gran profesional y mejor persona. Al capitán le gustaban los soldados decididos y con agallas, por eso no te llamó la atención por presentarte ante él sin seguir el protocolo y, además, te concedió tu petición.

A no mucho tardar, relataré algunas anécdotas de él en Bucraa. Todas buenas, porque con el capitán nunca hubo malas.

Saludos a todos.

[Angel de la Rica]

Delfin y Albert, también yo conocí al Capitán que citais, 1971-72, con él hice unos trabajos administrativos convinándolo con el habitual, en dos o tres expediente jurídicos, debería ser abogado o juez militar en el territorio Sahariano, a parte del destino en nuestro Bon Autos y por supuesto era correctísimo, por lo que gozaba de la admiración y respeto de todos los soldados del Batallón. Saludos.

[jose guasch cañas]

Julio 2012 20:42



He leido los comentarios de Fco Vera 11253 y de Angel Bartolomé 11253.
Pues bien,tambien quiero deciros que ,en vuestras generaciones ,tambien encontramos los Mandos todo tipo de satisfacciones.
Voy a contaros un caso que no he olvidado jamás.
A mediados de los setenta,un viernes me llama el Coronel Jefe del Regimiento y me indica que el lunes ,el Capitan General,pasará inspección de Gimnasia.
Le pedí permiso para ensayarla el sábado
por la mañana y por la tarde y el domingo por la mañana.
Al objeto de poder hacerlo el Domingo a primera hora,me quede de Capitán de Cuartel.
Mi garganta ya no estaba en muy buen estado,tenía una gran afonía.
Le dije al Ordenanza de la Sala de Oficiales que me despertase a las 8 h.
A las 8 me despierta y me dice que está lloviendo,que hace mal tiempo.
Al cabo de unos minutos estaba cansado de estar en la cama,me levanto y,menuda sorpresa,hacía un dia precioso,el cielo completamente despejado.
Salgo al patio y me encuentro todas las Unidades formadas y haciendo las correspondientes tablas,al mando de un Cabo1º procedente del Servicio Militar Obligatorio.
Durante unos segundos no supe que pensar,luego no hizo falta que me explicasen nada.
De la misma forma que hace unos dias,escribía en L.D. que el Mando debía hacerse la pregunta:¿Que me gustaría a mí si estuviese en la situación de estos muchachos? Ellos tambien pudieron hacérsela referente a la afonía de su Mando.
Como muy bien dice Rey Coronado (11224):No solo para los Mandos,sino para todo el que se precie de ser persona.
Y esos muchachos del S. M. Obligatorio,de vuestra generación,demostraron que lo eran.
Los muchachos,vosotros siempre sereis muchachos para mí,pusieron todo su empeño en bordar la tabla y lo consiguieron.
El General,felicitó al Coronel,y con él ,a toda la Unidad.
El bonito gesto del domingo y el interés puesto,no lo olvidaré nunca.
He colgado varias fotos en mi album nº 2.
Un abrazo JGC


Emuilio Rey Coronado:
Otro momento en el cual no puedo dejar mi comentario y es el siguiente: No todos los Mandos hubiesen obrado, como lo has tu, - perdón,sigo con el tuteo y la sencillez- al relatarnos los hechos ocurridos y que me hacen pensar, que si tod@s, obrasemos igual, el Mundo sería mas sencillo y llevadero.
Un abrazo sahariano.