Anecdotas.

FORO de la WEB "La Mili en el Sahara"
José Marín

anécdotas

Mensaje por José Marín »

Amigos y compañeros Saharianos:
Sobre “anécdotas”, esta que os cuento es, de las que todavía recuerdo. Diciembre de 1974… Estábamos en los alrededores de Hatarrambla, ensayando el desfile con los 9 pelotones en compañía, nos faltaban 3 o 4 días, para la Jura Bandera y sucedió que 2 compañeros que yo tenía delante, tuvieron pequeños percances y se ausentaron un par de días, por lo que decidieron que yo, pasara a la primera posición hasta que los compañeros se reincorporaran. Así es, que en un momento me vi de cabeza de la compañía, yo acostumbrado ha tener una referencia, y, de golpe y porrazo “yo soy la referencia”, me sentí inseguro y me temí lo peor y así, ocurrió…En uno de esos ensayos desfilando ordenaron; ALTOOOOO-ARRRR. UN, DOS, TRES, CUATRO. Y mi falta de costumbre en ese puesto, hizo que diera un paso demás. Se cortó la compañía por los 9 de cabeza, con un pasillo y después el resto de los 9 pelotones. Ese pasillo libre, fue el que utilizo el Sargento para aplaudirnos el rostro a los 9 de cabeza, cuando llego a mi altura me pregunto ¿qué te ha pasado? y le conteste que no estaba familiarizado con el puesto, pero ni por esas me libre del bofetón, lo de ver estrellitas, es muy cierto. Después, pedí disculpas a mis compañeros por la metedura de pata, cosa que aceptaron y comprendieron. Así es, que cuando se reincorporó (mi amigo Galo, cabeza de pelotón y de la compañía), me quite un gran peso de encima…Y sentí un gran alivio. Menudo papelón me había caído, aunque fuera provisional…
También quiero aprovechar la ocasión para preguntar; que si alguno de aquellos 8 cabezas de pelotón, se asoman a esta Web y me confirman la anécdota, me apunto la 3ª imaginaria en su Honor y les invito a lo que quieran beber...
Un abrazo, saludos,
José PT 74/75:
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sergio
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Anecdotas

Mensaje por sergio »

:oops: Permiso de día, patrulla del BIR, formada por dos C.1º un Cabo y dos soldados, caminanado por una calle del Aaiún, hora, cerca del medio dia, aparece un matrimonio de mediana edad, el hombre es el General subinspector de la Legión, uno de los cabos 1º lo reconoce y dá la voz de alerta, la patrulla forma en fila de a uno, con el C.1º que dío la voz en caveza, llegado el momento de efectuar el saludo, nadíe recuerda lo que tantas veces se les a enseñado a los reclutas, el que marcha en caveza, se para, giro a la izquierda en primera posición de saludo, el que le sigue, no esperaba esta acción y tropiezacon el primero, el tercero con el segundo y acabantodos hechos un lio en tierra, mientras el General y señora estan mirando la acción, ya puestos en pie se reinicia el interrumpido saludo, entonces el General-de paisano-se hacerca a la mal trecha formación y le pregunta a uno de los C.1º " de qué cuartel sois"
"Del BIR, mi general" , cuando el general mete la mano en su chaqueta y saca un papel y parece que quiere tomar los nombres de los componentes de la patrulla, se para y da la orden, "Bueno, como no sabeis saludar todavia, os bolveis al BIR y practicais el saludo, que falta os hace".
A paso, más bien, ligero la patrulla se encamina a la parada de la guagua para Caveza Playa.
Al rato y cuando más distraidos estaban los azorados patrulleros, hete aqui que aparece el Land Rover del General, con banderin y a marcha moderada, estabez no fallaran, !!Atención ¡¡ !!Firmes ¡¡ !!El General, saluden¡¡. Jode,joder, el coche,se detiene a unos metros de la patrulla, y el chofer, que se acerca y le dice a uno dice los C. 1º "mi primero, el General, le llama". El sol se ocultó, vino la noche, más obscura, la temperatura bajó por lo menos a 40 bajo cero y ese 1º que se dirige al vehiculo, ciego, sordo y temblando más que un flan. A la orden de su eminencia reverendisima de vuecencia mi General. Donde van ustedes ?
Al BIR, mi general, nos ha mandado Su señoria Ilustrisima, que volvieramos al cuartel. Bien, suban al coche- y dirigiendose al chofer, le dice-me dejas en el Aereopuerto y les llevas al Bir.
La patrulla, sin creerse lo que esta pasando, toman asiento en el más sepulctal de los silencios.Llegados al Aereopuerto, el General, se apea deel vehiculo, en el interior, encorvados y como sardinas en lata, la patrulla inteneta hacer un amago de saludo militar.
El vehiculo sigue ruta al BIR, enfilando la recta final, alguien en el cuerpo de guardia ha dado la voz de alerta y la guardia forma con armas, el vehiculo se detiene unos metros antes de llegar a la formación y por su puerta trasera empiezan a salir lo0s miembros de la patrulla, mientras la guardia con arma presentada, el turuta tocando y el Teniente en caveza de la formación en primer tiempo de saludo, buscando con el rabillo del ojo al esperado General, cuando se dá cuenta que alli no hay general, monta el cirio rompe la formación, nos quiere meter un paquete y al chofer se lo come por no haber quitado EL BANDERIN.
Al final no paso nada, nadie nos arrestó y pasado el tiempo, el Tte. se reia con nosotros de aquel incidente.
Quien sí se enteró fué mi padre, era muy amigo del General, D.Julio de la Torre Galan, :D
Sergio Polo, B.I.R. nº1
1966.-1º
José Marín

Anécdotas.

Mensaje por José Marín »

Anécdotas:
Estimados compañeros: Esta que os cuento, es una de las que más recuerdo por lo peculiar de la misma.
Llevábamos aprox. un mes en la (U.I. de Cocheras), por lo que entonces nos conocíamos casi todos. Entre los compañeros que conocí en esos días, había uno que era de Almería y decía que era “boxeador”.
La anécdota en si es, que fue en alguna ocasión abofeteado como todos, pero este compañero por su condición de boxeador estaba acostumbrado ha devolver los golpes y en uno de esos lances, recibió nuevamente las caricias del instructor y le dijo, que la próxima vez respondería a la agresión. Como hubo una próxima vez, este compañero aficionado al “arte de las doce cuerdas” cumplió con su palabra y se cuadro frente al instructor-agresor, lanzándole un 1-2, inmediatamente el instructor cayó a sus pies con una expresión de dolor en su rostro y llevándose las manos a la zona del hígado. Salieron varios instructores para socorrer al que se revolcaba por el suelo. Unos minutos más tarde, el castigo que recibió el boxeador fue tener que pasar por el llamado “pasillo-policial” esto consistía en formar dos filas de instructores y el boxeador tenía que pasar por el medio recibiendo nuevamente más caricias. Todo esto ocurrió delante de mis narices y de muchos compañeros que había en el lugar. Recuerdo que el instructor era alto, rubio, delgado, con las piernas un poco corvas y con la mano muy larga…Aunque había 6 o 7 instructores que se comportaban de similar manera. Menos mal que también había un montón de “tíos” de los de verdad, de los que utilizaban la palabra y la demostración para instruir a sus reclutas. Mi compañero de reemplazo después de jurar Bandera, fue destinado por la zona de Smara, por cierto nunca lo he vuelto ha ver.
A mi personalmente me gusto la reacción de mi compañero el boxeador, que por unos instantes dejo (fuera de combate) al instructor de marras. Un fuerte abrazo para los dos protagonistas de esta “anécdota”, y también para todos los Saharianos-as.
José PT., 74-75:
Román Martínez del Cerro

Anécdota sin importancia

Mensaje por Román Martínez del Cerro »

Una pequeña anécdota: Sobre el mes de abril o mayo del 75 me encontraba en el Regimiento Mixto nº 9 de Ingenieros. El Coronel Jefe del Regimiento, Aramburu Topete, tenía un magnifico perro “Pastor Alemán”. Debía ser joven, pues le gustaba jugar. Por las noches, el Coronel lo sacaba un rato a pasear y los que estabamos de refuerzo nos lo solíamos encontrar. Un día, por la mañana el perro estaba sentado en la puerta del despacho del Coronel, dando al patio de armas. Yo pasaba por allí y me puse a jugar con el perro. Encontré un tubo de cartón, era la funda de un fluorescente, y utilizándolo como una trompeta, le decía cosas al perro. Esto pone tremendamente nervioso a cualquier perro. Empiezan a ladrar y se espantan de miedo. Así que el gran pastor alemán se descomponía cada vez que le hablaba por el tubo. En un momento, el perro huyendo despavorido se fue a refugiarse al interior de los despachos, momento que salía el Coronel, que por los ladridos quería saber que estaba ocurriendo. El perro, con el miedo, casi lo tira, al Coronel, al suelo. Y detrás aparezco yo, con el tubo de cartón en la mano. Lo que menos suponía yo era que el Coronel estaba en su despacho. Bueno, además de cómo se me quedó el cuerpo, me disculpé como pude. El Coronel, algo serio, aceptó las disculpas y allí no pasó nada más. Cordiales saludos, Román.
José Marín

Anécdotillas.

Mensaje por José Marín »

Hola a todos:
Que buena, tu anécdota con el perro compañero Román.

Por el mes de septiembre del 75, una noche sobre las 23:30 horas y habiendo sonado el toque de silencio, subí para los dormitorios de la PMM y me encontré unos cuantos compañeros sentados en el suelo, hablando y tomando el fresco en la galería, me uní a la tertulia y creo que estábamos hablando en tono bajo. Unos minutos más tarde, teníamos a un metro de nosotros al Tte. Sandin, que había subido dos plantas gateando por las escaleras, hasta plantarse ante nosotros y nosotros sin enterarnos. Nos dio un pequeño “discurso” y entre otras cosas nos recordó, la situación delicada del momento. Nos llevo al cuerpo de guardia y allí estuvimos un rato firmes. Nuestra suerte esa noche fue, que nuestro Jefe D. Fernando López Huerta, se marchaba para su casa sobre las 24:00 horas y al vernos allí formados le pregunto al Teniente y ¿Estos que han hecho?, después de oír las explicaciones del Tte. De semana, el Comandante hizo indicaciones de, “que se vallan a dormir”. Rompimos filas y nos fuimos directamente para las literas. Por mi parte, no hubo más tertulias nocturnas.
Un cordial saludo,
José PT 74-75:
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Juan Piqueras
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¿Donde vas?

Mensaje por Juan Piqueras »

Realmente la anecdota no fue en el Sahara sino en Barcelona antes de partir.

Estabamos en la estación de Francia preparandonos para coger el tren hacia Madrid. El compañero de la fila me pregunta ¿donde vas?, le contesto ¡al Sahara!. Le prgunto yo a él ¿y tu?, responde ¡A canarias!.
Pregunto de nuevo ¿Naciste el 26 de mayo? responde ¡Si!.
Pregunto ¿Cuales son tus apellidos?, responde ¡Pelicano Rodriguez!

Cual fure mi sorpresa pues yo era el ultimo que iba al Sahara el siguiente ya iva a Canarias. Recordaba su apellido (por lo inusual) y era el que iba antes de mi en los litados de destinos al Sahara. No me atrevia a decirselo pero al fin lo hice.
Preguntó y le confirmaron que iba al Sahara ya podeis imaginaros como se quedó.
Aunque pensándolo bien se ahorro unos meses de pensar en ello.

Juan Piqueras
Gabriel Martinez Magro

Mensaje por Gabriel Martinez Magro »

Debió ser el invierno de 1970, allá por el mes de enero/febrero. Yo era el Furriel de la 4ª Cia en el BIR. Como tal tenía un dormitorio semi-privado, pues lo compartía con el escribiente de la Cía., que era creo , de Badalona ( y del cual no he vuelto a saber nada - era del 2º llamamiento (Mayo del 69). Bueno ya había tocado silencio, hacía frio y junto con otro auxiliar de la Cía, estábamos preparando un te al estilo árabe. Para ello , me había agenciado un hornillo eléctrico, de aquellos redondos con resistencias y lo tenía enchufado, calentado el agua. Como sabéis la energía eléctrica en el BIR provenía de un par de vetustos generadores situados al fondo del Patio de Armas, que a duras penas podían aguantar el consumo eléctrico del BIR y por ello estaban rigurosamente prohibidos. Si recordais las ventanas de los Barracones eran de las que se abrían hacía el exterior en vertical y a pesar de que , previamente habíamos puesto una manta tapando por completo el hueco de la ventana, para que no se filtrase la luz , el Teniente de Guardia , nos oyó, levanto la ventana y al ver nuetros preparativos, me arrestó 3 días a la prevención. Por supuesto que me confiscó el hornillo que nunca más volví a ver.
El Teniente que me arrestó era Don Jesus Revilla, con quien he hablado en varias ocasiones hace unos meses ( Hoy es Coronel retirado) y entonces era Teniente de la 1ª Sección de mi Compañía. (El otro Teniente era Dn. Silvano Pampliega Centeno y el Capitán era Don Evaristo Zayas).
Bueno pues ese fué mi primer arresto , que no me libró de acudir a mi trabajo los tres días y dormir en la "pavera" , detrás del cuerpo de guardia.
Un saludo amigos
Cabo 1º Magro
Román Martínez del Cerro

Otra anécdota sin importancia

Mensaje por Román Martínez del Cerro »

Sobre abril del 75 era yo cartero, el segundo en ese momento pués el anterior aún no se había licenciado, del Regimiento de Ingenieros del Aaiún. Ingenuamente pensé que ya, en el destino, se terminarían las dichosas vacunas. En mi caso, trás la vacunación solía tener una fiebre muy alta y me ponía fatal. Algunos me decían que era la del tifus la que producía esa reacción. No se... Ya en mi Relato, "El Sahara, un desierto en mi vida" cuento algo de mi placer por vacunarme y la fe que me producían las vacunas. Pués resulto que no, en el Regimiento seguía el régimen de vacunas, aunque en menor intensidad. Así que nos mandaron ir al botiquín a vacunarnos, bajo la supervisión del capitán médico. Así que cuando llegó mi turno, en voz baja, le susurré al sanitário que me pinchara, pero que no se le ocurriera inyectar nada de líquido. Me dijo, NO. Si el capitán se da cuenta...Yo, con una voz muy convincente le dije: "soy el cartero, si me inyectas algo de vacuna no recibes una sola carta en lo que te queda de mili". Nada más lejos, por mi parte, de cumplir semejante injustícia, pero el pobre chaval no conocía mis intenciones. Así que me dice: ¿no serás capaz?. Le digo: ¡Prueba! En ese momento terminaron mis vacunas en la mili. Solo el pinchazo y todos contentos. Ah, y durante toda la mili, ni un solo día enfermo. Lo siento por el compañero, pero en ese momento no se me ocurrió otra forma de convencerlo.
Román Martínez del Cerro

Recuerdos del Sahara: El Camello

Mensaje por Román Martínez del Cerro »

A todos los que nos tocó nuestra mili en El Sahara, en los momentos de nuestra vuelta por licenciarnos nos gustaba traer algún recuerdo de aquellas tierras. No teníamos mucho donde elegir. Quizás los recuerdos eran tan fuertes que no necesitábamos ningún objeto para recordar aquellas vivencias. De todas formas, entre los recuerdos, creo que destacaban los famosos tapices, de muy dudoso gusto....., dicho esto por no herir susceptibilidades. Los “pequeños” transistores...y poco más. En otra parte de esta Web he hablado de mi amigo Gabi. Hombre de una personalidad destacada y que me ayudó mucho en mis primeros momentos militares. Gabi se licenciaba y, como era lógico, no le interesaban los tapices. Así que había comprado unas cuernas, enormes, de no recuerdo que animal africano. Por su tamaño, pienso que no sería del Sahara, aunque cualquiera sabe. Aquellas cuernas, guardadas en el petate, sobresalían por todas partes. Yo, metiéndome con él, y al ser casado, le decía: “Gabi, tu mujer sola en la Península y tu te bajas del avión con esos enormes cuernos....”. Tengo que decir que su mujer era y es, los veo de tarde en tarde, una mujer ejemplar. Pero la broma la tenía muy fácil. Pero Gabi no se conformó con las cuernas. ¡Quería un camello! ¿Cómo? Me decía, que mejor recuerdo del Sahara que un camello. Así que pensado y manos a la obra. Hablamos con un nativo, amigo nuestro, que trabajaba en correos. Por cinco mil pesetas nos encontró una cría de dromedario. Hablamos con Ibería, para el transporte. Nos pidieron dos requisitos, el primero un certificado de un veterinario diciendo que el dromedario no padecía ninguna enfermedad. El segundo, que debíamos encontrar un cajón, para que el animal no pudiese moverse por el avión. Lo del veterinario fue relativamente fácil. Frente a nuestro cuartel de Ingenieros, algo más cerca del pueblo, estaba Sanidad Militar y encontramos un comandante veterinario muy amable. Este nos certificaba el estado del dromedario. Lo del cajón, algo más difícil, pero lo conseguimos. Pero lo que no conseguimos superar fue un problema. Nuestro amigo el nativo nos dijo que el camello estaba en medio del desierto y era necesario traerlo al Aaiún, al menos, una semana antes de su partida. Teníamos que tener una semana el dromedario en el cuartel. Y, por ahí, no pasaron nuestros jefes. Hasta eso podríamos llegar. Así que la operación camello fue un rotundo fracaso. Cordiales saludos para todos, Román.
José Marín

¿Como me llamo yo?

Mensaje por José Marín »

Otra anécdota. para echar unas "risillas"

Estábamos en una teórica; bajo el sombrado de una haima en el patio de cocheras, noviembre del 74. Ya nos habían dividido en 3 secciones y nuestro capitán se acercaba a los 3 grupos, para hacernos preguntas sobre lo aprendido en la teórica. Yo me encontraba sentado en el suelo y era casi de los últimos del centro.
El capitán inicia la rueda de preguntas y señalo desde lejos con su “varita” y dijo tú levántate, la varita señalaba descaradamente hacia mí, pero yo me dije, que con tanta gente como hay aquí no creo que sea a mí al que señala, unos instantes más tarde y subido de tono, el capitán me repite lo mismo y yo seguía en las mismas, hasta que los compañeros me dieron con el codo unos toques y me dijeron eres tú levántate. Aclarado el mal entendido.
Me pongo firme y me pregunta el capitán; ¿COMO ME LLAMO YO?, yo sabía sus apellidos, pero el nombre de pila no lo recordaba, viendo que yo no respondía a su pregunta, se dirigía hacia mí “varita en mano”, en esos instantes, un compañero me lo “chivateo por lo bajini” y unos metros antes de que llegara el capitán a mi altura, le respondí correctamente y ahí quedo la cosa. El compañero también le echo bastante valor, pues si le pillan en una de esas, habría salido mal parado y todo por ayudar a otro. Así eran, los compañeros que tuve la suerte y el honor de conocer en el Sahara.
Un saludo amigos,
José PT.
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Román Martínez del Cerro
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Anécdotas

Mensaje por Román Martínez del Cerro »

Otras anécdotas:
Con la finalidad de despertar la memoria a los compañeros cuento algunas anécdotas que seguro que a otros les recuerda la vividas personalmente.
1ª.- “Toque de Generala”. No recuerdo que el BIR nos enseñaran ese toque. Desconozco si, a otras compañías u otros reemplazos recibieron esa información, en mi caso, repito no lo recuerdo. Y de lo que estoy absolutamente seguro es de yo no lo conocía. Por eso un día, creo que sería junio del 1975, a media mañana a mi vuelta de Correo, tocaron generala en los cuarteles del Aaiún. Yo ni me enteré. Tan tranquilo, camino de Ingenieros. Noté que no me encontraba con ningún compañero por el camino, pero podría ser por pura casualidad. De repente, mas o menos a la altura del cine, una pareja de la Policía Militar me empieza a hacer señas. Como todos recordamos, los Policías Militares eran de la Legión y generalmente no teníamos el menor problema con ellos. Así que muy extrañado acudo a sus gestos. Me dicen: “¿no te has enterado?, han tocado generala”. Pues no, ni idea. ¡Anda, vete corriendo para tu cuartel! En el cuartel, todo el mundo preparado, con armamento, pero al cabo de varias horas, contra orden y todo como si nada hubiese pasado.
2ª.- Segundo Toque de Generala. Por otro lugar de esta página he contado que por mi función de cartero estaba exento de servicios de día, de ocho a veinte horas. No así de los servicios nocturnos: imaginarias, guardias y refuerzos. Estos fueron muchos, sobre todo a partir de la visita de la delegación de la ONU, mayo del 75. Así que no lograba recuperarme del sueño perdido por las noches. En cartería tenía dos pequeñas dependencias. Una como despacho con mesa y en la otra tenía un somier de hierro, donde yo dormía. Fue un enorme lujo contar con dormitorio independiente. Así que un día, después de cumplir con mis obligaciones de la mañana de cartero, aproveche para echar una buena cabezada. Así podría reponerme, en parte, de la tremenda falta de sueño que arrastraba. Pero de pronto empecé a notar ruidos extraños frente a la puerta de la carterías. Como los ruidos seguían y era raro aquella actividad a esas horas, por una de las rendijas de la puerta, que tenía en abundancia, miré hacia el exterior. Mi asombro fue total. El personal formado, con armamento. Las camiones preparados para salir y solo unos cuantos compañeros terminaban de cargarlos, con munición, minas, armamentos y raciones de comida de campaña. En realidad no sabía que pasaba ni quienes estaban formados, ¿serían zapadores? En esos momentos, si sales y preguntas, te la cargas. Así que opté por permanecer a la expectativa. Al rato, como en la anterior ocasión de generale, contra orden. A descargar los camiones y todos a sus puestos normales. Ya, cuando pregunté, me enteré que habían tocado generala, por un problema en la frontera con Marruecos y los zapadores se disponían a salir a colocar una minas.
3ª.- Tercer Toque de Generala. Esta vez, por lo esperado, si me enteré. Estaba en El Cuartel de Mata, en la Representación del Sector del Sahara en Las Palmas. Fue por la muerte de Franco. En esta ocasión nos acuartelaron dos o tres días, pero afortunadamente para todos, no pasó nada. Así que a los tres días, a dormir a casa.
4ª.- Legionario detenido. Ya para terminar y ahora que he recordado el Cuartel de Mata, cuento otra anécdota de este cuartel. Allí la disciplina no era necesaria. Todos nos llevábamos estupendamente y era un cuartel muy variopinto. Convivíamos los Tercios III y IV de La Legión, Nómadas, Red Permanente, Infantería de Fuerteventura y la Representación del Sector del Sahara. La guardias, formadas por un oficial, un suboficial y cuatro soldados, eran muy curiosas, ya que se intercalaban militares de los diferentes cuerpos. Vuelvo a insistir en que allí no era necesaria la disciplina y así se entiende lo que me ocurrió un día estando de guardia. Podría ser el mes de agosto del 75 y me encontraba, al mediodía, de plantón en la puerta del cuartel. El oficial de guardia se había marchado, supongo que a su casa, a comer. El suboficial hizo lo mismo. De los cuatro soldados de guardia, solo estaba yo. Los otros tres, se suponen que aparecerían cuando les tocara reemplazarme en la puerta. De repente llega al cuartel un coche de la policía armada. Se bajan dos policías secretos y dos de uniforme. Además un detenido, esposado. Se me acercan y me pregunta por el oficial de guardia. Le explico la situación. Entonces me dicen que traen a un legionario detenido y que donde estaba el calabozo. Les digo que en este cuartel no hay calabozo. Me dicen que ellos también se tienen que ir a comer y que hacen con el detenido. Les digo que ellos sabrán, mucho mejor que yo que hacer en un caso así. De repente, uno de los secretas ve, dentro del cuerpo de guardia unas literas de hierro. Me dice, bueno te lo dejamos aquí atado con los grilletes y luego volvemos. Por mi parte, tampoco tenía mucho que ofrecerles, así que lo acostaron en litera y le esposaron un brazo a la cama y una pierna a otra parte de la cama. El legionario no decía ni pío, así que se marcharon. Nada más irse, me dice el legionario: “Oye, tengo hambre”. Pues aquí no hay rancho, así que...Luego me empozó a dar pena. Llamé a un compañero y le mandé por un bocadillo y una cerveza, por lo menos que comiera algo. A eso de las cuatro de la tarde volvieron los policías y el oficial de guardia, que era legionario. Le soltaron las esposas, se lo entregaron al oficial y le contaron lo que había hecho y se marcharon. Por lo que pude escuchar, se había escapado del cuartel, por la noche, se fue de juerga y terminó en una bronca impresionante. Bueno, el oficial de La Legión, lo puso firme, en el patio, delante de todo el mundo. Y le dio una dosis de disciplina, creo que la mayor que yo he visto en toda mi vida, que lo dejó calentito. De vez en cuando le recordaba, con voz enérgica, que debía mantenerse firme. Una vez finalizado el tratamiento y nuevamente con voz enérgica le dijo: “Bueno soldado, esto es La Legión, así que ya te puedes marchar y no vuelvas a repetir”. Así quedó todo. Poca disciplina, pero cuando se aplicaba, menuda dosis.

Un cordial saludo, Román
José Marín Díaz
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Más anécdotas.

Mensaje por José Marín Díaz »

Otra anécdota, para echar más “risillas”.
Esplendida voltereta.
Eran mis últimos días de campamento en cocheras, diciembre del 74, estábamos practicando algunos ejercicios de defensa personal y en esta ocasión, aparece un instructor con un cubo repleto de (cuchillos de madera), para realizar prácticas de defensa y ataque con arma blanca simulada. Nos emparejaron y nos hicieron una demostración de como había que hacerlo. Si mal no recuerdo, se trataba de varias formas de apuñalamiento, de arriba a bajo, de izquierda a derechas y viceversa. Los ejercicios consistían en “marcarlos” tanto cuando atacabas, como cuando te defendías. Pero un instructor desde un podio, nos GRITO, ponerle un poco más de temperamento y bravura a los ejercicios, que parecéis unos paralíticos. Y claro, después de ese comentario el personal se enfureció y muy cerca de mi posición, salto la “chispa” entre dos compañeros, al parecer el que se defendía, apretó más de la cuenta y cuando le toco, atacar, el contrario puso toda la carne en el asador y su compañero de ejercicio voló por los aires hasta dar un buen batacazo contra el suelo, yo oí el golpe y cuando mire, ya se había levantado y tenia su frente pegada a la de su compañero y en actitud agresivilla, recriminándole su exageración en la ejecución del mismo. La reacción del compañero me pareció lógica después del viaje de borra que recibió. Al final la cosa, no paso de ahí...
Un cordial saludo amigos,
José PT 74/75:
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Diego Padrón Lorenzo
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Día de San Fernando 1975/Ingenieros/Smara

Mensaje por Diego Padrón Lorenzo »

Hola compañeros,

El día de San Fernando, patrono del Arma de Ingenieros, en el año 75 y en el Destacamento de Smara, se nos ocurrió a un grupo de amigos/compañeros el hacer una murga-chirigota y con muchísima gracia y más mala leche que nadie, hacer una parodia de lo duro de aquellos momentos y sobre todo sobre nuestros mandos, ni que decir tiene que antes de ponerlo en escena exigimos de nuestro Capitán D. Gregorio Alcalde Gorostiza, su lectura y aprobación pues realmente el tema era gracioso pero no excento de realismo y crudeza sobre el momento que estábamos viviendo.

Quiero nombrar a los artífices de tan "memorable" momento:
Antonio, de la Línea "el fañoso"
Ricardo Pérez Miralles, "el Ofi", de Alicante
José Ramón Paniagua, de Málaga
Antonio Hermosín Moreno de Morón de la Frontera
Isidoro García Serrano, el Sanitario, de El Saucejo Malaga
y un servidor Diego Padrón, de Tenerife.

Añado, que Antonio, el de La Línea, era "fañoso", tremendamente "fañoso", tanto que se necesitaba tiempo oyéndole para poder llegar a entenderle, gran aficionado a los toros y el tío más simpático que jamás he conocido, no se que será de él.

Pues bien, al final del día fuimos ciertamente muy felicitados, no sólo por los compañeros, sino por nuestros mandos, recuerdo que al Capitán Gregorio Alcalde Gorostiza, llegó a decirnos "En mi vida me habian puesto a parir de una forma tan peculiar, pero mañana les quiero a todos de "plantón" al toque de diana"Y al toque de diana, repitió, pues al que madruga Dios le ayuda".

A posterior y cuando los cubatas ya hacían algo mas que efecto, vamos, cargados como erizos, nos fuimos al Botiquín, nuestro centro de reunión a seguir con nuestro "petit comité", Antonio "el fañoso" salió a mear y cuando regresó, llegaba escorado hacia babor y cargando una enorme bandeja en la que había una gran Pata de Cerdo horneada con sus papitas, que había sobrado de la comida de S.Fernando. Ni que decir tiene que la camilla del botiquín se convirtió en improvisada mesa, cuchillos, tenedores y zassss, comenzamos a dar buena cuenta de tan maravilloso manjar.

Llegó la noche y mi guitarra que no paraba de sonar, los cubatas habían caído por cientos y la Pata..... hay la Pata.....ya se le veía el hueso....de pronto, la puerta del botiquín se abre, El Capitán Alcalde y los Tenientes Arce y Uroz hacen acto de presencia, todos de un salto nos ponemos de pié, bueno casi todos pues Antonio "el fañoso" de un traspiés, directo al suelo, y entonces se oye la voz del Capitán "pero bueno...¿que es esto?, ¿os habéis comido nuestra Cena de Gala? ¿sabeis lo que esto significa?. Y entonces Antonio "el fañoso", con su voz particular, levantándose del suelo, en posición de saludo, mano derecha en la frente, pero sin gorra, exclama, sí mi Capitan, que al que madruga Dios le ayuda, no pudimos permanecer callados, la carcajada fue inmediata y nuestros Mandos, lo quiero escribir con mayúsculas, nuestros MANDOS, nos miraron "alucinados", se rieron y se sentaron junto a nosotros, como mesa, la camilla del botiquín y como Cena de Gala, pues....eso.....a la Pata ya se le veía el hueso y allí compartimos unos y otros un inolvidable dia de San Fernando, patrono del Arma de Ingenieros, ese día no hubo ni toque de retrera, ni toque de silencio, por lo menos yo no lo recuerdo, lo que si recuerdo es que al toque de diana ninguno de nosotros se presentó a "plantón" en el Cuerpo de Guerdia.

Abrazote chicharrero a todos

Diego Padrón/Smara75
Después dicen que el Loco soy yo..... EL LOCO DE SMARA

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Albert Marín Ausín

Anecdotas

Mensaje por Albert Marín Ausín »

Estimados compañeros saharianos, os voy a comentar una simple anécdota que me ocurrió durante una guardia en el destacamento de los depósitos de combustible de Atlas en Cabeza de Playa, poco antes de ser furriel y Cabo.

En Cabrerizas, durante varios meses y mientras duraba la construcción del nuevo cuartel, los soldados hacían servicio de armas día sí, día no por falta de efectivos y, en ocasiones, se empalmaban dos servicios seguidos (en mi relato “Un día en Cabrerizas” ya lo explicaba”). Los que éramos futuros Cabos unas veces lo hacíamos como soldados y otras como Cabos, pero como fuese, en poco tiempo nos convertimos en expertos.

Una oscura noche sin Luna de finales de Julio me tocó el segundo turno de Cabo, efectuando el relevo de los centinelas a las 4,00 AM (el horario es orientativo, lo que si se recuerdo que en Atlas el puesto de centinela duraba una hora más, o sea, 3 horas). Aquella noche, extrañamente, apenas hacía viento, pero lo habitual desde que habíamos llegado del BIR, era ración continua del típico viento nocturno de la costa, que además era extremadamente fresco y húmedo y nos calaba hasta los huesos; esta atípica calma era celebrada por lo centinelas.

Una media hora después de efectuar el relevo, el centinela de la puerta del cuerpo de guardia me avisa que el centinela de “almacenes” (naves con solo una pared en el lado norte y donde habían bidones, cajas y cualquier tipo de “andrómina”) me está llamando con tono de urgencia; cuando me acerco lo encuentro parapetado detrás de un bidón y con el cetme apuntando hacia el otro extremo de la nave y me dice:
- Cabo detrás de aquellas cajas del fondo hay alguien escondido, le he pedido el “santo y seña” y no contesta.
- Tranquilo, le digo, voy a buscar refuerzos y vuelvo rápidamente.
- ¡no me dejes solo, coño!
- Bueno, pues si te parece vamos los dos a descubrir o detener al presunto enemigo.
La propuesta le parece peor, con lo que está de acuerdo en esperar los dos o tres minutos mientras vuelvo con el Cabo 1º y dos soldados más, eso si, con bala en la recamara y dispuesto a disparar como alguien se le acerque desde aquel punto.

De vuelta con los refuerzos y estando desplegada toda la guardia, iniciamos el acercamiento envolvente hacia el punto “H”, el cual apenas era unos bultos oscuros y no se veía “un pijo”. Gritamos varias veces, silencio por respuesta y a continuación ruidos apagados detrás de las cajas. Avanzamos agachados y debidamente separados entre nosotros y cuando estamos lo suficientemente cerca para iluminar el lugar con nuestras linternas, observamos que una de las cajas se mueve insistentemente ¡gran tensión! con el dedo rozando el gatillo llegamos a la caja que se movía y ¡sorpresa! un chucho atado a un pilar de la nave nos mira asustado y con la cola entre las patas; se había liado la cadena alrededor de una caja y pretendía liberarse.

Entre mofas y cachondeo volvemos cada uno a nuestro puesto y, los que dormían, protestando por haberles hecho levantar por tamaña tontería.

Nadie había visto aquel perro durante el día y más tarde, ya por la mañana, averiguamos que un paisano se lo había dejado al encargado de Atlas (un saharaui) durante unos días para que lo cuidase, este, para que no inquietase a los dos perros que teníamos de centinelas en la garita y junto al cuerpo de guardia, lo había alojado separado de ellos y escondido de la vista de todos.

No comentamos nada en el Batallón para no ser blanco de la mofas, ahora eso sí, el despliegue fue espectacular, digno de auténticos comandos versión de “la guerra de Gila.”

Tengo otra anécdota que viví también en una guardia nocturna de Atlas, esta es más morbosa, pero la dejo para otro día, si no se me van a acabar pronto las historias.
Saludos mil.
Antonio N. Marrero
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Registrado: 27 Jun 2006 09:57

Mensaje por Antonio N. Marrero »

Estimado Albert, buena historia. Las guardias nocturnas siempre dan jugosas anécdotas. Yo viví una historia parecida, pero con una vaca que se coló ni se sabe como en el recinto. No había ni luces ni linternas, solo la Luna. Por un tris no me la cargo. El cerrojazo al montar el fusil la hizo mugir. Menos mal. La madre que la parió, que mal rato me hizo pasar.

Saludos cordiales, Antonio N. Marrero

PS. Mis disculpas por poner esto aquí que no ocurrió en Sahara.
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