Anecdotas.

FORO de la WEB "La Mili en el Sahara"
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Maximo Julio Carmona
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Anecdota

Mensaje por Maximo Julio Carmona »

Cuando nos encontrabamos en la base de Hagunia, llegó destinado un Sargento al que por respeto no identificaré. Éste no pertenecía a tropas nómadas, era muy buena persona, pero demasiado corto y poco batallado en aquellos ambientes.
Los demás suboficiales para reirse de él le decían que si había cazado ya "gamusinos" en el desierto, mostrando éste interés sobre el asunto, preguntando que qué bichos eran esos y como se podían cazar.
Un día un Sargento junto a un Cabo 1º y otros soldados, montó una broma sobre la caza de "gamusinos", ante el interés del Sargento nuevo.
Nosotros los soldados le comentabamos al Sargento, que no queríamos tener problemas con el otro Sargento, y éste nos insistía para que le siguiésemos la broma.
Preparado ya el día en el que se iban a cazar los "gamusinos", el pobre sargento fue incluso al economato buscando sacos para echar los bichos. Quedamos de acuerdo y después del toque de silencio, nos bajamos a la sagia, con sacos, latas y palos para hacer ruido y linternas. Dábamos voces y decíamos, "ahí va uno, cogerlo; yo ya tengo uno; cuidado que se escapa". El Sargento alucinaba, pero no veía ninguno. Poco a poco nos fuimos quitando de allí hasta que lo dejamos solo. A la una de la madrugada apareció sólo en la base, el centinela que ya estaba alertado, le dio el alto y el Sargento le dijo, "soy el Sargento de los gamusinos.
A raiz de aquel día, cambio bastante su caracter, continuando siendo buena persona, pero se hizo respetar más como suboficial.
No está en mi intención ofender al Sargento que como he dicho era muy buena persona y esta broma creo que le sirvió para algo. Yo la recuerdo como una historia más de la milia y de vez en cuando la cuento a la familia y amigos.
Un abrazo.
Albert Marín Ausín

Anécdota morbosa en Atlas

Mensaje por Albert Marín Ausín »

El destacamento de Atlas, en realidad era la planta de almacenamiento de combustibles del norte del Sahara, creo recordar que habían tres enormes depósitos, dos almacenes abiertos con bidones y cajas de madera, la casita donde vivía el encargado (nativo con dos esposas) y nuestro cuerpo de guardia que era una edificación de 40 ó 50 m2). Un pequeño muro de un metro de altura, cubierto en gran parte por la “andante” arena que, más que impedir el paso, marcaba el perímetro del lugar. Grupos de oxidados bidones, también semicubiertos de arena, se encontraban desperdigados por la zona, fuera y dentro del recinto. el complejo ocupaba una superficie equivalente a dos o tres campos de fútbol.

Durante el día era normal la presencia de algún camión cisterna, militar o civil, que venía a cargar combustible. Un pequeño rebaño de cabras, dominado por un potente y activo macho de prominentes cuernos, se paseaba por el recinto; estos animales eran, al parecer, propiedad del encargado.

Las noches sin Luna sumían al recinto en una absoluta oscuridad, las lejanas luces del Pantalán de Fosbucraa no reflejaban claridad alguna, con lo que todas la variedad de cosas que configuraban la planta eran como sombras inmóviles de incierta forma.

El persistente frío y húmedo viento del norte, habitual en la costa, además de levantar arena y enfriar el cuerpo de los centinelas, producía ruidos desalentadores en su roce con chapas, bidones y variedad de andróminas.

Los puestos de guardia en Atlas duraban tres horas y por lo noche habían centinelas en: Puerta del Cuerpo de Guardia, almacenes, explanada de depósitos y garita de entrada.
Si duda, el peor de todos era el de depósitos, el centinela no podía protegerse de las inclemencias nocturnas, se encontraba muy aislado, sin capacidad de control y completamente a merced de cualquiera que le hubiese querido sorprender, hay que considerar que el recinto no poseía ningún obstáculo para acceder a su interior. Recuerdo que mi primera guardia nocturna, recién llegado del BIR, fue en depósitos, con viento infernal, inútil decir lo mal que lo pasé.

El puesto más tranquilizador era el de garita, por lo menos para mi, la compañía del perro pastor alemán “Matamoros” garantizaba no ser sorprendido; Fuese de día o de noche detectaba y ladraba a cualquiera que se acercase a menos de doscientos metros, los nativos que ocasionalmente pasaban por la playa (esta se encontraba a la distancia indicada) ya estaban familiarizados con sus ladridos. Según “radio macuto” se daba por cierto que meses atrás habían degollado al centinela de la garita y que como consecuencia de ello habían decidido poner a “Matamoros”. Fuese verdad o mentira lo de la muerte del soldado, la compañía del perro siempre me dio una gran tranquilidad y el puesto de garita era el preferido por mi.

Todavía sin los galones, un 11 de Agosto del 1973 estaba como Cabo de guardia en el destacamento, la última antes de ser nombrado Furriel dos días después, debía ser medianoche y para variar, noche de viento. El centinela de la garita se protege en su interior soportando el hedor de requesón masculino (tres horas de puesto, tres horas retrocediendo mentalmente en el tiempo, en la Península, con la novia, con el ligue..., meses de abstención afectiva, física......, la libido te invade y...... ¡zas! desahogo físico con “estucado” estilo lagrimones en la pared. Esta actividad de auto-sexo resultaba casi inevitable para la mayoría de soldados, aislados en aquel desierto durante más de una año en la edad más fogosa y, la intimidad de la garita, sin testigos, era lugar ideal para aligerar tensión, pero pardiez, el minúsculo recinto se había convertido en un espacio permanentemente “incomodo” para el uso al que realmente debía estar destinado. Yo, en las ocasiones que como soldado de guardia tuve que frecuentar la “sensual” garita, me protegía apoyado en el exterior de su pared sur, prefería soportar el frío que padecer aquel agrio olor y, especialmente, rozar las sucias y lubricadas paredes interiores.

El silbar del viento acompaña fielmente y sin paréntesis la vela del centinela, de pronto, a este le parece que a la monótona “melodía” le acompaña el cansino ruido del motor de un vehículo, se gira y con los ojos entrecerrados para protegerse de la arena que se filtra por la espillera norte, observa que en la recta carretera que desde Cabeza de Playa se accede a Atlas, se aproxima lentamente los faros de un vehículo que, a unos trescientos metros, apaga las luces, pero el motor, casi al ralentí, sigue oyéndose y no deja de seguir observando con detenimiento, le parece que un bulto que por sus dimensiones corresponden a la de un coche, sigue acercándose hacia la entrada, a una distancia que le parece inferior a los 100 metros.
El centinela, inquieto y cumpliendo con su deber grita insistentemente ¡cabo guardia! ¡cabo guardia!

El centinela de la puerta del cuerpo de guardia entra precipitadamente a informarme, cojo mi cetme y a la carrera cubro los 60 o 70 metros que me separan de la garita; me comenta lo ocurrido, los dos nos quedamos observando el apenas distinguible bulto, “Matamoros” gruñe, ¿es militar o civil? Vaya, tío, le digo, con lo tranquilo que estábamos y ha venido alguien a joder la noche.

Despierto al Cabo 1º y le pongo al corriente de la situación. Instantes después, El 1º, yo y dos soldados que no paraban de maldecir por lo bajo, pues les quedaba más de dos horas para entrar de puesto (los puestos en Atlas duraban tres horas), nos acercábamos a la barrera de la entrada.
-Cabo, tu y este (refiriéndose a uno de los quejosos soldados) id y comprobad quien está en ese vehículo.
-Coño, nosotros dos solos?
-Que tiene miedo?
Un poco avergonzado, apoyo mi brazo en la espalda del más alto e iniciamos la descubierta.
Separados, cada uno a un lado de la carretera, nos vamos acercando lentamente, apuntando con el cetme y con bala en la recamara, dispuestos a disparar de inmediato si la cosa se pone fea, mientras, el viento que nos golpea el rostro ya me ha afectado un ojo que apenas puedo abrir; a nuestras espaldas, el Primero, el otro soldado y el centinela, se quedan estáticos con la mirada fija en el dichoso bulto. Según nos vamos acercado, siento un ligero cosquilleo en el estómago, apenas hace cuatro meses que llegué la Sahara y todavía no estoy muy bregado en estos “afers”.

Ya cerca, con mi ojo sano, distingo con claridad la silueta de un vehículo civil, yo todavía no he encendido la linterna para no delatar mi posición. Ya frente a la ventanilla de la puerta del acompañante, ilumino el interior ¡sorpresa! veo a un militar, desnudo de cintura para abajo que yace sobre una nativa (el respaldo del asiento está completamente inclinado). El oficial, con cara de sorprendido, levanta la cabeza y mira deslumbrado hacia el chorro de luz, de forma automática veo que su brazo derecho se dirige hacia la funda de pistola que se encuentra a su derecha sobre el asiento trasero y al mismo tiempo veo brillar dos estrellas de seis puntas en su hombrera -todo pasa en breves segundos -instintivamente le grito:
-¡Mi Teniente! somos la guardia de Atlas, mientras me ilumino con la linterna para que pueda comprobar que realmente era cierto lo que le decía.

Cuando el Teniente me contesta: -Vale chaval, ya lo veo, apago la linterna y sin volver a mirar al interior, por pudor y respeto, le digo que allí, tan cerca de nosotros no podía permanecer y que debía alejarse, a lo que me contesta: -Bueno chaval, pero concededme unos minutos para que pueda acabar la faena ¡ah! si me has reconocido, no se te ocurra descubrirme ¿vale?
-No se preocupe, no le conozco.
En realidad sí sabia quien era, aunque no se trataba de ningún oficial de Cabrerizas.

Relajados y bromeando volvemos a la entrada de Atlas, donde nuestros compañeros nos esperan impacientes por saber que hemos encontrado. Inmediatamente oímos el arranque del motor de coche, nos giramos y vemos que ya con las luces encendidas, el vehículo gira alejándose rápidamente. Sin duda el Teniente no finalizó “la faena”, por lo menos allí.

Que decir que durante varios días el incidente era tema de tertulia y broma entre la tropa de Cabrerizas. Nunca nadie supo quien era el oficial, yo sí, lo vi en más una ocasión por Cabeza de Playa, pero jamás le descubrí, le di mi palabra.

Quien haya tenido la paciencia de leer todo el escrito, lo felicito, gracias.
Saludos.
Albert Marín Ausín

Anécdota

Mensaje por Albert Marín Ausín »

Aunque la siguiente anécdota no pasó en el Sahara, tiene relación.

Ayer me fui a cortar el pelo a la peluquería de Sebastià. Fue el que también lo hizo al poco de licenciarme y, desde entonces, casi de forma continuada siempre ha sido él quien durante 32 años me “toma el pelo” cada seis o siete semanas.

La anécdota esta en que durante todo este tiempo y habiendo desarrollado una gran amistad, no sabíamos que ambos habíamos estado haciendo la mili en el Sahara hasta hace pocos meses. A partir de ese día, mientras me corta el pelo casi siempre sale el tema sahariano y, por supuesto, intercambiamos anécdotas.

Sebastià estuvo de peluquero en el Casino de oficiales de El Aaiún entre 1972-73 y, según él, se pego una mili de puta madre.

No tiene Internet, pero al enterarse por mi, hace poco que entró en la Web en casa de su hijo.
Jaime Pascual Oliva
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Mensaje por Jaime Pascual Oliva »

He recibido un e-mail pidiendome que explique lo que era el CPD

El CPD son la iniciales de Comida Por Día, lo que hoy llaman Ración de Combate, cada Land Rober llevaba un "Sandul" que se componia, basicamente, de sardinas en lata y atún en escabeche en lata de la marca "Isabel", el CPD y el Pan que haciamos era básicamente la comida de una patrulla de tropas Nomadas en el 75.

A veces, y gracias a los paquetes que llegaban de la Peninsula enviados por nuestras madres, también acopiabamos algunas latas y botes de garbanzos, lentejas y algún que otro choricito que llegaba todo pringado, porque en aquellos años aun no se conocia el envasado al vacio, o sea, imaginaros como llegaba el paquete a causa del calor.

En la base la comida consistia, básicamente en bolas de carne, que llegaban semi-descongeladas, de Argentina y Urugay y pescadilla congelada (las famosas "Lefas"), había que comerlo lo más rápido posible, en fin, a grandes rasgos, eso era el CPD y la alimentación en un puesto avanzado.

Aun hoy, en la mesa de mi casa, no se ponen ni sardinas en lata ni atún, termine por aborrecerlas.

Un Abrazo a todos
Diego Merín Moraga
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Anécdotas

Mensaje por Diego Merín Moraga »

¿Qué tal Saharianos?

La anédocta en la que creo que me jugé mi ingreso en "la pelota" fue en la que estando de imaginaria (no recuerdo con exactitud si la 2ª o la 3ª) en las cocheras de nuestra compañía (cuartel del Tercer Tercio en el Aaiún) llegó la hora mi relevo. Pero éste no aparecía y yo, que no estaba dispuesto a tragarme dos imaginarias seguidas, no me lo pensé dos veces y abandoné mi puesto. Me fui abuscarlo a la compañía atravesando todo el patio de armas exponiéndome así a que me vieran rondando por allí a esas horas (ignoro si las explicaciones que hubiera dado hubieran servido de algo para justificar mi acción). Una vez en la compañía le pregunto al imaginaria por mi relevo (su misión era conocer en que "piltra " se acostaba) y éste, que también estaba que no se aguantaba de pié del sueño que tenía, no supo decir en que "piltra" se encontraba.

Solución: Tuve que regresar a las cocheras y tragarme dos imaginarias seguidas.

Un saludo Saharianos.
Manuel Borrego Rodriguez
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Un día de guardia en las minas de Bu-craa

Mensaje por Manuel Borrego Rodriguez »

Recuerdo que estando un día de guardia en las minas de Bu-craa en un carromato que teníamos a unos cientos de metros de los Yacimientos, donde los cabos 1º hacíamos las guardias por semanas, pues no habíamos bastante para cubrir los servicios, las cosas ya no estaban para bromas. Como ese día eran todos reclutas, les di una pequeña charla, en fin, para acojonarlos un poco: “A 100 m. no debía acercarse nadie a la dragalina”, porque entonces solo había una funcionando, la otra estaba en construcción y el personal que trabajaba en las minas debía ir bien identificado con la tarjeta y su correspondiente fotografía, porque que si ponían algún petardo en la máquina, acabábamos todos en el penal incluido yo. También les dije que no nos iban a preguntar ni siquiera lo que había pasado sino que iríamos para el penal directo. En fin, una vez con el acojono, en el cuerpo empezamos la guardia.
A media mañana sentado en la puerta del carromato y charlando con el cabo, ví a lo lejos que se iban acercando tres vehículos a la dragalina. Sin perderlos de vista, bajaron varias personas, y a unos metros el centinela les dio el alto. Desde donde yo estaba no se podía oír nada, pero sí podía ver los movimientos. Cuando me percaté de que el centinela les apuntaba con el arma al hombro en posición de disparo, salimos todos corriendo hacia él con el arma en mano. Al llegar uno del grupo se acercó a mí y me dijo: “Chaval, ¿Tú eres el jefe de la guardia?” - Le dije que sí, y se me identificó como Coronel o Tte. Coronel (no recuerdo bien) de Helicópteros, y señalándome a uno del grupo me dijo: ”Es el Capitán General de Canarias”. Yo no lo había identificado pues todos vestían de paisano. Le di las novedades y después de darme las gracias, me dijo: “¿Y ahora puedo pasar?, sólo quiero ver la máquina”. - Le dije que sí y que si querían se la podría enseñar pues yo la conocía bien, (la dragalina era digna de ver pues dentro se perdía uno. Tenía hasta ascensores y si no recuerdo mal medía 36 m de altura, más o menos como un bloque de pisos).
Me dijo que le acompañaba el ingeniero jefe de las minas. Cuando se adentraron le pregunté al centinela que es lo que había pasado y me dijo que cómo no tenían tarjeta, no podían pasar ni acercarse más. Entonces se ve que el que iba delante le dijo que era el Ingeniero Jefe y que él no necesitaba tarjeta y el centinela le contestó: “Y yo el Capitán General de Canarias y aquí no pasa nadie” (evidentemente no se imaginaba que lo tenía delante). También les dijo que no dieran un paso más. “Chaval, tú tranquilo, no te pongas nervioso, y saca el dedo de ahí (del gatillo)”, - le dijeron. Seguidamente yo di cuenta al Capitán de la Cia, el cual hizo acto de presencia en poco tiempo. Nada más venir nos felicitó y nos puso al corriente de que estaban de viaje privado para ver la dragalina y que como venía con su escolta personal, por eso no comunicaron nada al destacamento.
Veis lo tranquilo que lo cuento, pues el ratito que pasé para mí se queda.

Un abrazo sahariano para todos.

Manuel Borrego.
Bon Cabrerizas 73/74
José Marín Díaz
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En un supuesto, ataque por sorpresa.

Mensaje por José Marín Díaz »

Estimados compañeros:
Ocurrió en las Sahia, muy cerca de cocheras Aaiún Nov del 74, regresábamos de las practicas de tiro, íbamos todos en “formación y en marcha”, en esos momentos un Sargento instructor comento en voz alta, como deberíamos de actuar en el caso de ser atacados por sorpresa. Lo primero que debéis de hacer es; romper la formación y lanzaros “cuerpo a tierra”, también tened en cuenta el situarse lo más dispersos posibles, por lo tanto nada de grupos sino todos separados. Asentamos todos con la cabeza, pero ninguno de nosotros pensaba que ese supuesto ataque llegaría así de sopetón. Unos minutos más tarde, nuestro Sargento se quedo rezagado y cuando no lo veía nadie de nosotros, efectuó (varios disparos al aire) e inmediatamente cundió el desconcierto, nuestra reacción fue inmediata nos lanzamos “cuerpo a tierra”, pero donde yo me lance, me cayeron dos compañeros encima se ve que no encontraron otro lugar. Al instante estaba el mando allí diciendo; pero hombre, no os he dicho que os dispersarais… Yo escuche alguna caricia que otra, pero a mi no me llego, ya que estaba tapado, por los que tenia encima. A otros compañeros, les ocurrió algo parecido. Fue una “novatada”, para ir espabilando y entrando en acción.
Un abrazo, saludos…
José 74/75.
Jaime Pascual Oliva
Mensajes: 158
Registrado: 10 May 2005 19:40

Mensaje por Jaime Pascual Oliva »

El Lunes estuve más de una Hora charlando vía teléfono con nuestro compañero y amigo Francesc Albiol i Bernabeu, que, como ya sabéis, esta convaleciente de un grave accidente que tuvo hace un mes.

Hoy le van ha realizar una intervención para extraerle un coágulo de sangre alojado en el cerebro (no afecta a nada vital), estuvimos recordando momentos vividos en el territorio en el que, como todos, tuvimos buenos y malos ratos. Estuvimos comentando una anécdota, en la que reímos mucho, aunque en su momento no fue tan divertida.

Paso a contárosla:

Era de noche y, nuestro amigo Albiol, regresaba al cuartel de la A.T.N, después de visitar el exquisito, exclusivo y único local de “Ambiente” de Smara, era el bar de la “Canaria” o de la “Chonchi”

Iba bordeando la valla del cuartel cuando, de pronto, un mono se encaramo a la valla, dándole a nuestro amigo un buen susto, una vez pasado el primer momento de sorpresa, nuestro amigo intento ser amable con el mono, e intento darle conversación y “granjearse” su amistad, pareció que el “bicho” no estaba por la labor y se puso nervioso, enseñándole los dientes a nuestros amigo, en actitud amenazante, nuestro amigo, que tenia un “pronto” muy vivo y con la adrenalina acumulada de unos cuantos meses y, unos cubatas de más, miró a izquierda y derecha y, observando que nadie le miraba, le soltó un “sopapo” al mono de tres pares de c*j*n*s.

A la mañana siguiente, sale al patio de armas nuestro, ENFURECIDO, QUERIDO, ADMIRADO Y…………..RESPETADO Capitán Goas, con los ojos bañados en sangre y arrastrando al mono, atado a la correa (casi lo ahoga) y, al grito, de que si era hombre saliera el que le había hecho “eso” al mono, que tenia los morros hinchados y le faltaba al menos un diente…

Allí no se movían ni las Lefas, todos en posición de firmes y calladitos, por qué, al que le hubiera entrado la “risa floja” hubiera terminado en el Penal del Hacho.

En los días consecutivos, el Macaco jamás volvió a aproximarse a nuestro compañero Albiol. Cuando se daban novedades al salir o regresar de patrulla, el mono tenía la costumbre de pasearse entre nosotros, pero cuando llegaba al Land Rober de Albiol, no se acercaba nunca.

En fin, nuestro QUERIDO, ADMIRADO Y………… RESPETADO Capitán Goas, si nos esta leyendo sabrá, después de 32 años sabe quien le “zumbo” al mono.

Un Abrazo a todos
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Juan Ant. Cabrera Campos
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Lo siento en el alma...........como un hierro al fuego.

Mensaje por Juan Ant. Cabrera Campos »

Jaime..., amigo Jaime:

Más qué a ti, a nadie, porque eres un buen amigo, sabes lo que me molesta imprimirestas líneas.

Ese tema no fue así, por mucho que lo diga y comente nuestro amigo Albiol, él lo sabe de sobra. Acontinuación hubo otra cosa, mucho más grave.

Jaime, eres mi amigo, me duele escribir esto como no te puedes imaginar, posiblemente no vuelva ha escribir nada más en esta Web, muy seguro, despues de tantas mentiras.

Perdón amigo mio, pero eso no fue así.

Yo, estaba de cabo de guardia ese día y noche, nuestro amigo se "Cago" en los pantalones. Preguntalé... ¿POR, QUE?.

lO HABEIS CONSEGUIDO......, ABANDONO.

Saludos, Juan Ant. Cabrera Campos-cabo Jerez-Smara.
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sergio
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Registrado: 19 May 2006 18:30
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Anecdotas

Mensaje por sergio »

Sr. Cabrera, dice Ud. que se va y que nos abandona.
No sabe en la angustia que me ha sumido, pero es una angustia que pasará pronto, sustituda por una autentica a legria, nos deja el personaje más insultantante. ofensivo y manipulador que imaginarse pueda, personaje, el unico, entre mil, que fué declarado persona no grata en esta pagina, con la immensa satisfación de la mayoria.Pensabanos que eso le haria abandonar la pagina, pero no, siguio incordiando, refiriendo, incluso correos pribados, lo que definio la catadura moral de Ud.
Es personaje, que solo los que medran a su alrrededor, pueden aplaudir.
Es una enorme alegria que, al fin decida swalir de esta pagina, en la habria podido tener acogida, como todos nosotros, si hubiese respetado las minimas normas de cortesia y respeto a los demas, pero Ud, creyendose en la posesión de la verdad, su verdad, arremetió contra todo vicho viviente, incluso contra el amigo que le dejó vivir en su casa(la Www.), algo que encendió los animos de las personas minimamente agradecidas, pese a que muchas, no le contestaban por miedo o quizas, y es lo más seguro por tener más educación que Ud.
Gracias por dejarnos, Sr. Cabrera.
Última edición por sergio el 22 Abr 2008 20:09, editado 1 vez en total.
Jaime Pascual Oliva
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Mensaje por Jaime Pascual Oliva »

Juan Ant. Cabrera Campos escribió:Jaime..., amigo Jaime:

Más qué a ti, a nadie, porque eres un buen amigo, sabes lo que me molesta imprimirestas líneas.

Ese tema no fue así, por mucho que lo diga y comente nuestro amigo Albiol, él lo sabe de sobra. Acontinuación hubo otra cosa, mucho más grave.

Jaime, eres mi amigo, me duele escribir esto como no te puedes imaginar, posiblemente no vuelva ha escribir nada más en esta Web, muy seguro, despues de tantas mentiras.

Perdón amigo mio, pero eso no fue así.

Yo, estaba de cabo de guardia ese día y noche, nuestro amigo se "Cago" en los pantalones. Preguntalé... ¿POR, QUE?.

lO HABEIS CONSEGUIDO......, ABANDONO.

Saludos, Juan Ant. Cabrera Campos-cabo Jerez-Smara.
Amigo mio,no entiendo demasiado tu postura, sino fue asi podrias contarnos tu version o como sucedio, yo ni la recordaba asta que la menciono ALBIOL, y desde luego que el mono se llevo el "sopapo" y que el capitan por la mañana estaba cabreadisimo, si hubo mas cosas , no las se. tampoco comprendo eso, LO HABEIS CONSEGUIDO.......ABANDONO, NO CREO YO, QUE SEA EL CULPABLE DEL ABANDONO DE NADIE, Las pocas veces que he intervenido en la web, me he expresado con total libertad y opinando segun mi corto y leal entender. JUAN ANTONIO, en mas de una ocasion te he rogado que te calmaras y que midieras tus palabras, sin demasiado exito. en fin sabes de sobra que no me gustan las polemicas, en mi siempre tendras un amigo, un abrazo
José Marín Díaz
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Anécdotas.

Mensaje por José Marín Díaz »

Las agujetas.
Aunque ocurrió hace 32 años, lo recuerdo como si hubiese sido anteayer. Llevaba 2 semanas en el Campamento como recluta y a la hora del almuerzo, nos hacen subir a los camiones de la PT., y nos ordenan, que nos sentemos en el suelo del camión, a los pocos minutos habíamos llegado al lugar de destino, el Cuartel de la Policía en El Aaiún. Se bajo el portalón y empezaron a saltar compañeros, yo observaba que después del salto no se movían con mucha soltura, hasta que salte yo, me entraron unos calambres desde los talones hasta la coronilla, eran unas autenticas agujetas… En esos momentos, pasa un veterano por allí y “comento”, (pero que paralíticos son los que me sustituirán, pues estamos arreglados…) Yo no pude contener la son risa, por la simpatía del comentario, aunque en esa ocasión, no me canearon por reírme. El motivo de trasladarnos para comer ese día, fue que la cocina del Campamento sufrió algún percance, ¿que ahora no lo recuerdo?
Un abrazo para todos, saludo... José PT 74/75.
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Diego Padrón Lorenzo
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Ubicación: S/C. Tenerife/Chicharrilandia

CAMBIAR LAS 100 PESETAS

Mensaje por Diego Padrón Lorenzo »

Cambiar las 100 pesetas era una costumbre que teníamos en la 2ª Cia de Radio en Smara y la voy a explicar por si alguno la recuerda.

Cuando nos faltaban 100 días para pasar a "lilis" decíamos que "ya cambio las 100 pesetas" y significaba que cada uno de los que se iban a licenciar en esos 100 días, ponían en una caja cada uno 1 peseta por cada día que terminaba, esto es que cuando terminaba la retreta los licenciables y con un alboroto que se pueden imaginar, decían "una peseta menos" y cada uno a ese grito, uno por uno, ibamos depositando en una caja, una peseta, así hasta que llegaba el momento de ir a Aaiún y licenciarse. El día anterior, se recaudaba todo el dinero, se iba al Economato de Intendencia y se combraba todo tipo de bebidas y con ellas, los abueletes invitaban, única y exclusivamente a los mas reclutas. Era muy bonito el detalle y agradecido.

Espero que alguno lo recuerde

Abrazote chicharrero
Diego Padrón/Smara75
Después dicen que el Loco soy yo..... EL LOCO DE SMARA

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José Marín Díaz
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Ubicación: Torremolinos

Anécdotas.

Mensaje por José Marín Díaz »

Nos dieron gato por liebre: ocurrió en el verano del 75.
Por esas fechas, nos visitaba un gato por la parte trasera de nuestro Cuartel, el animal venia diariamente a por su ración, al principio llego bastante desconfiado, pero en poco tiempo se confió e incluso, se dejaba acariciar. Esa fue su perdición…

Por las mismas fechas, me comenta nuestro cocinero, que ha recibido un gran pedido de diferentes carnes y también un pequeño regalo para nosotros, el carnicero nos ha obsequiado con un “conejo”, por lo que al día siguiente lo comeríamos al horno con unas verduras, salsa y patatas. Y bueno, yo me lo creí todo al pie de la letra, llegado el momento aparece nuestro cocinero con una placa del horno con el conejo… Yo hice una buena jarra de sangría y empezamos con la degustación al minuto, alguien empezó haciendo imitaciones gatunas los “maullidos de un gato” y en ese instante me vino al recuerdo, que hacia un par de días, que no veía al “minino” por nuestro patio trasero.

Hubo compañeros que empezaron con risotadas y cachondeo, en esos momentos otros compañeros y yo dejamos de comer gato, otros siguieron comiendo y comentaron, que estaba muy bueno...A pesar de la crudeza de la broma, nadie se enfado, ni hubo reproches. Claro, si es que estábamos totalmente asirocaos y un poco asalvajados. En fin, estás son algunas de las cosas que ocurrían entonces.
Un abrazo, saludos…José PT74/75:
José Marín Díaz
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Registrado: 19 Mar 2006 08:49
Ubicación: Torremolinos

Un salto.

Mensaje por José Marín Díaz »

Estimados compañeros:
Tras haber superado las tremendas “agujetas” y habiendo entrado ya en una buena forma física, incluso habíamos pasado varias veces por la (pista americana) y corríamos el trayecto; Cocheras-Hatarramblas-Cocheras, casi diariamente. Así es, que pensé que ya no cabían muchas más sorpresas en nuestra preparación, ya que nos sentíamos instruidos y capacitados para superar cualquier adversidad. Pero esto que les cuento en concreto, me pareció de lo más complicado que habíamos hecho hasta ese momento en el Campamento.

Un salto en 2 tiempos.
Nos trasladaron a una nave interior de Hatarrambla, para efectuar una serie de saltos de obstáculos, uno creo recordar que le llamaban el “salto del ángel”. Sin embargo, este que les cuento no se como le llamaban, quizás le vendría bien “el salto del tigre” y consistía en lo siguiente; se pusieron 2 potros alineados y un tercero de la misma altura y cuadrado, que es el que hacia de cabecera y de inicio del salto. Yo cuando observe la extrema dificultad que tenía ese salto, intente evitarlo y repetir en otros saltos, pero fui localizado por los instructores y me tuve que poner en la cola del peligroso salto de marras. Les cuento como había que hacerlo; situarse junto al primer potro,-poner las manos en los extremos- y con un poco de impulso y tirando de abdominales, había que situarse de pie sobre el mismo. Una vez situado en la posición de partida, miro hacia delante y tengo esos 2 potros unidos y alineados, que me parecían una distancia bastante considerable. También había una cuerda en horizontal sujetada por 2 listones de madera, la cuerda me llegaba a la altura de las rodillas y estaba situada a unos 20 ó 30 centímetros, de mi posición. Por lo tanto, el inicio del salto había que hacerlo hacia arriba con tendencia hacia adelante, primero, para evitar la cuerda y en la caída ir buscando el último potro con las manos, después de contactar, había que amortiguar y darle impulso al cuerpo para finalizarlo tal y como nos lo habían mostrado los instructores. De entrada, parecía fácil…

El salto en sí, era bastante complicadillo y en su fase final, ó lo hacías bien ó podías acabar mal parado, por ese motivo, algunos compañeros fueron atendidos por los sanitarios con diferentes contusiones; golpes en la cara al fallar el contacto con las manos, otros, no se impulsaron lo suficiente y quedaron sentados en el potro, con el consecuente mal trato en las “zonas bajas”. La verdad es que a mí me salio mejor de lo que yo esperaba, contacte con mis manos en la zona final del último potro y con un poco de impulso termine superándolo y cayendo encima de unas colchonetas que habían en el suelo para amortiguar.
Después de lo visto, me dije, “valla tela tío” de la que te has escapado. Estoy casi seguro, que ninguno de mis compañeros de reemplazo hayan podido olvidar “EL SALTO DEL TIGRE”, ó como le llamaran a esa acrobacia…Podéis echar unas risillas si queréis.

Esto no es una “critica” para mis instructores de la PT, ni mucho menos, es más, después de 32 años, los recuerdo con una profunda alegría y sentimiento a la vez, por todo lo vivido junto a ellos…Un abrazo compañeros, saludos…
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