En el LD he leído el escrito del amigo Pepe “El Relaciones”.
Sin duda, muchos hemos tenido experiencias que corroboran ese dicho que escuchó en la radio:
“Donde fuiste feliz un día, no debías volver jamás, ya que el tiempo seguro que ha hecho sus destrozos”
Pepe, yo también intento siempre tener una actitud positiva, ayuda a ser más feliz, aunque eso de la felicidad tiene diferentes varas de medir, o mejor dicho, según cada cual, mide la felicidad de diferente manera.
Como bien dices, muchos -demasiados- seres humanos no pueden tener esa actitud, pues en su supervivencia, viven en un continuo infierno.
Yo, como muchos compañeros, he vuelto a visitar el Sahara Occidental. No he tenido un desengaño, pues sabía del cambio de aquel Sahara “nuestro”, aunque sí cierta desazón al contemplar la desaparición de lo que conocía y, que lo nuevo, a marroquinizado, despersonalizado, agredido,,, etc. el Territorio. Sin embargo, al mismo tiempo, me sentía una persona que ya no debía temer a la PM y al teniente Mulero cuando estaba en El Aaiún, ni temer arrestos, ni disciplina “made in Cabrerizas”, así como tantas otras cosas que no hace falta que os explique. Estaba en el Sahara como turista y no como “pistolo”…….. ¡qué diferencia!... Volví a un lugar que no fui feliz, pero que me dejó una profunda huella de por vida.
El pasado año fui feliz, auténticamente feliz enseñando a mi hija y mi yerno los restos del BIR, lo que queda de Cabrerizas, las dunas, el desierto. Me vengué de aquellos 14 meses de desazón, desazón que no me la dio el Sahara y sí las circunstancias.
Pepe, debió ser estupendo que algunos, quizás muchos, fuisteis felices durante la mili sahariana, todo eso que ganasteis. Pero yo no fui feliz. Otra cosa es que tuve una actitud lo más positiva posible para “limar las asperezas” y que, a pesar de todo, fue una experiencia que, como ya he dicho antes, me dejó una huella perenne.
Pepe, creo que vienes a la “Gran Huevada” en Pineda de Mar. Charlaremos sobre los “felices 14 meses”.
Un abrazo
Albert Marín