MEKTUB (Estaba escrito...)
Publicado: 26 May 2006 18:05
Título: Mektub (Estaba escrito...)
Autor: Olegario Moreno Rodríguez
Editorial: @becedario
ISBN: 84-933000-4-7
Badajoz, 2003
Desde la cubierta del buque Aragón el capitán Olegario Moreno Rodríguez ve como se aleja la costa saharaui. “Al sol aún le quedaba algo de fuerza en aquel atardecer. Apoyado en la borda miraba como se alejaba la costa sahariana, iluminada por el sol de poniente. Fue la sensación que tuve: el Sáhara se alejaba, no yo. Por primera vez en mi vida comprendí que, en una separación, el que se aleja no es tanto el que se va, como el que se queda”. Es la noche de travesía que le trasladará a Canarias en la evacuación del Sáhara. El oficial rememora, junto a otros compañeros, el tiempo transcurrido en el territorio y los últimos acontecimientos que lo han situado en ese barco que poco a poco le aleja del desierto. En una noche, que prefiere pasar en vela, el autor irá desgranando sus recuerdos, sus emociones, los sueños y las experiencias vividas en el territorio.
En la reseña sobre el autor, que aparece en la solapilla anterior de este libro, dice que Olegario Moreno Rodríguez nació en Melilla, se crió en Extremadura y es militar, “hoy casi al borde del estanque dorado del retiro”, y que acabada la carrera militar ocupó destinos en unidades de montaña del Pirineo, en paracaidistas y en Tropas Nómadas del Sáhara. Cuando uno lee este libro no hace falta preguntarle cuál fue el destino que marcó sus recuerdos.
A pesar de que el autor vivió su periplo saharahui en tres etapas, (de 1961 a 1965 como teniente de Tropas Nómadas, en 1968 como teniente de la III Bandera Paracaidista y durante los dos últimos años de la permanencia española en el Sáhara, al mando de la 13ª compañía de guarnición en El Aaiún), son la primera y última las que recoge el libro.
Los capítulos I-XIII se refieren en exclusiva a la última etapa, desde agosto de 1974 a la noche de noviembre de 1975, en que a bordo del Aragón, rumbo al puerto de Las Palmas, rememora su estancia en el Sáhara. Esta parte del libro gira, en gran parte, en torno a la muerte del cabo 1º paracaidista Ibarz en la base de Hausa. El autor novela –no sé hasta que punto- la preparación del asalto y las últimas horas del soldado, escribiendo a su familia, recordando su pueblo y su casa... ajeno al destino que le aguarda. Describe el autor otros acontecimientos, ya conocidos, pero que en el libro adquieren la proximidad y certeza de la narración en primera persona.
Los capítulos XIV–XXV están dedicados a la primera época. Es ésta la del joven teniente que se incorpora a la Agrupación de Tropas Nómadas y que aporta al libro las vivencias más intensas. El lector puede imaginarse, leyendo su obra, como fueron para él aquellos días en el desierto; su convivencia con los naturales, su adaptación al desierto, la observación meticulosa de un mundo fascinante, el respeto a las costumbres y las formas de vida de los nativos, el interés por su cultura y el deseo de integrarse en su mundo. Describe la convivencia diaria con un reducido número de soldados de reemplazo y soldados nativos saharauis, las agotadoras jornadas de patrulla a camello en un recorrido interminable de cuatro meses, ida y vuelta, desde Hagunia a Mahbes: “Cuando llegué por primera vez a aquel puesto, hace quince años, no supe determinar si los sueños pueden llegar a ser realidad o si la realidad, a veces, es un sueño”. En aquel medio inhóspito el joven oficial podrá desarrollar su vocación y moverse con plena libertad por las solitarias bases avanzadas, lejos de la rígida disciplina y los formalismos de El Aaiún. Quiere vivir y asimilar la realidad del Sáhara, y la vive y asimila.
Todos aquellos que quedamos marcados por la inmensa belleza del desierto podemos comprender, y deleitarnos, con esta confidencia del autor: “Me complacía observando en la tranquilidad gozosa y el silencio de aquel lugar privilegiado, los detalles y los rasgos que lo hacían admirable. No tenía más que abrir los ojos para percibir su auténtica belleza, sometido a ella de una forma pasiva, sin codicia y sin intentar controlar la experiencia que estaba viviendo; captándola, más que con los sentidos corporales, con uno interior del alma...”
Hay todavía en el epílogo del libro un último viaje al Sáhara, esta vez a los campamentos de Tinduf. Pero este viaje dejará en el autor un poso de amargura: “Me llevó a Tindouf el deseo del reencuentro y quizá no debí ni intentarlo, tal fue mi decepción y pena. No pude evitar la compasión que sentí por aquellos nómadas recluidos en un inmenso frig, en el que está ausente por completo la alegría y la confianza”. Culpa al Polisario de haber llevado engañados a los saharauis a una situación sin esperanza y haber alterado el orden de sus vidas suprimiendo los rasgos más característicos de su cultura.
Mektub: tal vez en algún lugar del desierto estaba escrito el destino de los saharauis, pero no sabemos si ya se ha leído todo lo que está escrito sobre ellos.
El libro consta de 248 páginas formato 14 x 21 y es de lectura fácil y agradable. Los diálogos están salpicados de expresiones en hasanía que pronunciadas en voz baja nos recuerdan la algarabía saharaui al romper filas, y las bromas y conversaciones en el descanso de las patrullas. La cubierta está ilustrada con un cuadro del propio autor, ya que la pintura parece ser una de sus aficiones.
Un saludo sahariano,
Ángel Benito
Autor: Olegario Moreno Rodríguez
Editorial: @becedario
ISBN: 84-933000-4-7
Badajoz, 2003
Desde la cubierta del buque Aragón el capitán Olegario Moreno Rodríguez ve como se aleja la costa saharaui. “Al sol aún le quedaba algo de fuerza en aquel atardecer. Apoyado en la borda miraba como se alejaba la costa sahariana, iluminada por el sol de poniente. Fue la sensación que tuve: el Sáhara se alejaba, no yo. Por primera vez en mi vida comprendí que, en una separación, el que se aleja no es tanto el que se va, como el que se queda”. Es la noche de travesía que le trasladará a Canarias en la evacuación del Sáhara. El oficial rememora, junto a otros compañeros, el tiempo transcurrido en el territorio y los últimos acontecimientos que lo han situado en ese barco que poco a poco le aleja del desierto. En una noche, que prefiere pasar en vela, el autor irá desgranando sus recuerdos, sus emociones, los sueños y las experiencias vividas en el territorio.
En la reseña sobre el autor, que aparece en la solapilla anterior de este libro, dice que Olegario Moreno Rodríguez nació en Melilla, se crió en Extremadura y es militar, “hoy casi al borde del estanque dorado del retiro”, y que acabada la carrera militar ocupó destinos en unidades de montaña del Pirineo, en paracaidistas y en Tropas Nómadas del Sáhara. Cuando uno lee este libro no hace falta preguntarle cuál fue el destino que marcó sus recuerdos.
A pesar de que el autor vivió su periplo saharahui en tres etapas, (de 1961 a 1965 como teniente de Tropas Nómadas, en 1968 como teniente de la III Bandera Paracaidista y durante los dos últimos años de la permanencia española en el Sáhara, al mando de la 13ª compañía de guarnición en El Aaiún), son la primera y última las que recoge el libro.
Los capítulos I-XIII se refieren en exclusiva a la última etapa, desde agosto de 1974 a la noche de noviembre de 1975, en que a bordo del Aragón, rumbo al puerto de Las Palmas, rememora su estancia en el Sáhara. Esta parte del libro gira, en gran parte, en torno a la muerte del cabo 1º paracaidista Ibarz en la base de Hausa. El autor novela –no sé hasta que punto- la preparación del asalto y las últimas horas del soldado, escribiendo a su familia, recordando su pueblo y su casa... ajeno al destino que le aguarda. Describe el autor otros acontecimientos, ya conocidos, pero que en el libro adquieren la proximidad y certeza de la narración en primera persona.
Los capítulos XIV–XXV están dedicados a la primera época. Es ésta la del joven teniente que se incorpora a la Agrupación de Tropas Nómadas y que aporta al libro las vivencias más intensas. El lector puede imaginarse, leyendo su obra, como fueron para él aquellos días en el desierto; su convivencia con los naturales, su adaptación al desierto, la observación meticulosa de un mundo fascinante, el respeto a las costumbres y las formas de vida de los nativos, el interés por su cultura y el deseo de integrarse en su mundo. Describe la convivencia diaria con un reducido número de soldados de reemplazo y soldados nativos saharauis, las agotadoras jornadas de patrulla a camello en un recorrido interminable de cuatro meses, ida y vuelta, desde Hagunia a Mahbes: “Cuando llegué por primera vez a aquel puesto, hace quince años, no supe determinar si los sueños pueden llegar a ser realidad o si la realidad, a veces, es un sueño”. En aquel medio inhóspito el joven oficial podrá desarrollar su vocación y moverse con plena libertad por las solitarias bases avanzadas, lejos de la rígida disciplina y los formalismos de El Aaiún. Quiere vivir y asimilar la realidad del Sáhara, y la vive y asimila.
Todos aquellos que quedamos marcados por la inmensa belleza del desierto podemos comprender, y deleitarnos, con esta confidencia del autor: “Me complacía observando en la tranquilidad gozosa y el silencio de aquel lugar privilegiado, los detalles y los rasgos que lo hacían admirable. No tenía más que abrir los ojos para percibir su auténtica belleza, sometido a ella de una forma pasiva, sin codicia y sin intentar controlar la experiencia que estaba viviendo; captándola, más que con los sentidos corporales, con uno interior del alma...”
Hay todavía en el epílogo del libro un último viaje al Sáhara, esta vez a los campamentos de Tinduf. Pero este viaje dejará en el autor un poso de amargura: “Me llevó a Tindouf el deseo del reencuentro y quizá no debí ni intentarlo, tal fue mi decepción y pena. No pude evitar la compasión que sentí por aquellos nómadas recluidos en un inmenso frig, en el que está ausente por completo la alegría y la confianza”. Culpa al Polisario de haber llevado engañados a los saharauis a una situación sin esperanza y haber alterado el orden de sus vidas suprimiendo los rasgos más característicos de su cultura.
Mektub: tal vez en algún lugar del desierto estaba escrito el destino de los saharauis, pero no sabemos si ya se ha leído todo lo que está escrito sobre ellos.
El libro consta de 248 páginas formato 14 x 21 y es de lectura fácil y agradable. Los diálogos están salpicados de expresiones en hasanía que pronunciadas en voz baja nos recuerdan la algarabía saharaui al romper filas, y las bromas y conversaciones en el descanso de las patrullas. La cubierta está ilustrada con un cuadro del propio autor, ya que la pintura parece ser una de sus aficiones.
Un saludo sahariano,
Ángel Benito