SIROCO, de Mariano Fernández-Aceytuno

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Ricardo Rodríguez

SIROCO, de Mariano Fernández-Aceytuno

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Título: SIROCO, Recuerdos de un oficial de Grupos Nómadas
Autor: Mariano Fernández-Aceytuno
ISBN: 84-85232-36-4
SIMANCAS EDICIONES, S.A., 1996
292 pgs.; no contiene fotografías pero sí dibujos entre capítulos, minimalistas, muy artísticos, de lugares de referencia del A.O.E. como la factoria Mckenzie y los inicios del fuerte de Villa Cisneros.

Imagen

Información de las solapas:

" SIROCO recoge en forma novelada y amena la mayor parte de los hechos y sucesos, bélicos y políticos, que tuvieron lugar en el Sahara en el período comprendido entre 1956 y 1958, años difíciles, en los que se produjo la independencia de Marruecos, la penetración y posterior ataque de las Bandas armadas del Ejército de Liberación y las operaciones combinadas franco-españolas que finalizaron con la expulsión de dichas bandas. Pero el mérito de SIROCO no está en dar sólo al lector esta interesante información de carácter histórico. SIROCO es un testimonio vivo, veraz y completo de usos, costumbres y virtudes que adornan al pueblo saharaui, tan apreciados por todos los que tuvimos la suerte de compartir sus vidas"

"MARIANO FERNÁNDEZ-ACEYTUNO GAVARRÓN, autor de Siroco, posee una larga experiencia africana. Pasó su infancia en el Sahara (1933-1936) y su juventud en Ifni, entre los años 1940 y 1947. Prestó servicios como oficial de Grupos Nómadas y de la Policia Territorial en Smara, Aaiún, Guelta, Auserd y Villa Cisneros en el período comprendido entre los años 1955 y 1965. Actualmente, ya en la reserva, preside en el Servicio Histórico Militar una ponencia de investigación y estudio de la historia de los territorios del África occidental"

Comentario:

Éste es uno de los libros más "literarios" que he leído sobre el Sáhara. La primera parte está estructurada como una novela y narrada desde tres puntos de vista diferentes: un teniente español de Nómadas, un teniente meharista francés y una familia saharaui, en los días inmediatos a la guerra del 57-58 de Ifni-Sáhara. El autor aprovecha esta parte para introducirnos en el territorio y sus habitantes, sus costumbres y forma de ser y sus relaciones con los militares españoles (a propósito de un debate reciente en el foro general, la familia saharaui tenía uno o varios esclavos, que adquieren protagonismo en el libro). Contiene gran cantidad de palabras en hassanía, convenientemente traducidas o explicadas, que, aunque recogidas en su mayoría en la sección de palabras y expresiones de la página de Juan, puede ser bastante interesante contrastar. Más adelante se narran, desde un punto de vista subjetivo, algunos de los acontecimientos que llevaron al conflicto abierto entre las Bandas Armadas de Liberación y los ejércitos español y francés, incluyendo una esperpéntica reunión en Presidencia del Gobierno en Madrid entre un Ministro Subsecretario que era almirante (¿Carrero Blanco?) y los tres Jefes de Estado Mayor. Muy interesante la narración de primera mano de la tristemente famosa evacuación de los puestos del interior dejando allí a los nativos, sólo con los fusiles más viejos y 100 cartuchos por arma, a merced de los rebeldes promarroquíes. Y la no menos famosa desobediencia de un comandante, subgobernador de la zona sur, que hizo aterrizar al piloto de su avión en Tichla valiéndose de su graduación y evacuó por su cuenta a los nativos de esa base, lo que le costó un arresto y una discusión corporativa entre los altos mandos de los dos ejércitos. El libro da luego un salto a una época muy posterior en la que se encuentran de nuevo los dos tenientes -uno ya coronel y el otro retirado- en un acuartelamiento del norte de España, y mientras el uno conserva la nostalgia y el cafard (interesante palabra francesa, sin traducción precisa) por el desierto, el otro -el coronel español y, con toda probabilidad, el autor del libro, aunque en éste se llame Luis Regueiro- prefiere hablar del bacalao al pil-pil, cosa que comento porque me parece muy significativa.

En definitiva, un libro muy recomendable, original, interesante y bien escrito. Pero deja un regusto amargo más allá de los tristes hechos históricos y atribuíble, en mi opinión, al autor, que hace pensar que serían necesarios muchos más libros escritos por testigos directos que no fueran militares de carrera. Los militares están demasiado mediatizados por razones evidentes y eso acaba quitándole valor y autenticidad a sus obras. Salvo que se sea José Ramón Diego Aguirre. Lástima que no tuviéramos a un Ramón J. Sender en el Sáhara, o a un Arturo Barea.
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