Comida en Homenaje a nuestras Sargent@s

[sergio]

Mis muy queridos compañeros y amigos Manolo Viaño, José Carim y Julio Muñoz, gracias por vuestras felicitaciones, que hago extensiva a todos los miembros de esta organización.
Julio, esta mañana, aprobechando tu ausencia, he llamado a tu casa y he estado hablando con Pili, para que sufras, ala.
Yo pienso, mi querido amigo, que para tener buena relación, con las personas y si son mujeres, mejor, es presentarte tal como eressin disimulos ni malos rollos, que la gente te conozca en la primera conversación, que sepan que se puede confiar en tí y que si tienes problemas te los guardes para otra ocasión. para las mujeres conversación con un poco de doble sentido tambien funciona cuando se está en armonia
Un abrazo con todo el siroco.
Sergio

[sergio]

Para el Sultan F.J. de la Cuesta, sultan del sultanato de Madrid.
Es cierto, mi noble Señor que vos sois el dueño y señor de tan prestigioso harem, pero este humilde servidor, aprovecha vuestros descuidos para lucirse entre las mujeres de vuestro hermoso Serrallo, por lo que reconoce ser merecedor de los mas atroces castigos, implorando buestra conocida clemencia, para conceder el perdon a este vuestro humilde servidor, sabiendo que os la ba a pegar en cuanto gireis la espalda.

Toma ya lo bien que me ha quedado, un abrazo Fernando,
Sergio

[Fernando J. de la Cuesta]

Habrás de saber, oh perro entre los perros, paria entre los parias, escoria entre las escorias, que mi sultanato no proviene de la Villa del Oso y el Madroño, conocida entre nosotros como Magerit, sino de la muy noble y leal Ciudad de Cáceres, que es donde fui investido del cargo de Sultán, por el excelentísimo Sr. Marques de la Cuba del Agua, Don Manuel Cordero.

Een vista de que reconoces mi manifiesta superioridad y poder, de momento, creo que te voy a perdonar la vida y ya te iré pasando aquellas de mis bellas doncellas que vaya desechando, pues dice el refrán que “perro bien alimentado, guarda la casa y cuida del amo”, así que te pondré de guardián de mi serrallo, para que cuides que mi honor y mi honra no sean mancilladas por cualquier desaprensivo que osare acercarse a mi palacio.

Con esto Sherezade vio clarear el día y puso fin a su relato, una noche más había salvado el pellejo…………….

“Las Cuatrocientas y pico noches en el Sahara”

Fuerte abrazo Sahariano