Para que los Saharianos se den un paseo por Córdoba.
Presentacion
No es una guía de la ciudad lo que les ofrecemos con este trabajo, es el inicio de algo que cada uno de nuestros visitantes tiene que descubrir por sí mismo. La descripción de los monumentos la encontrarán, mucho más completa, en los trabajos que han realizado los historiadores durante generaciones, algunos citados en las notas bibliográficas de este cuaderno; los detalles del secreto encanto de la ciudad sólo se muestran a quienes quieren verlo.
Córdoba hay que conocerla con el sosiego debido, el corazón en los ojos, y los sentidos abiertos a todos los estímulos que se ofrecen desde que se inicia cada paseo, cada visita a una iglesia, a un museo, a una plaza; se saborea una copa de vino blanco y el aroma de la primavera en las calles, en las procesiones de la Semana Santa o en la Feria de Mayo; visitamos la Mezquita y serenamos el espíritu en la Catedral; vivir la ciudad, tomar el pulso a la historia, profundizar en el pasado. Volver, cada cual, a su lugar de origen, con el sedimento de la experiencia de haber pasado unos días que permanecerán para siempre en el recuerdo.
Salir del perímetro de la ciudad y visitar la cercana sierra, les dará la perspectiva que tuvieron sus múltiples colonizadores, descubriendo una naturaleza cercana, con una gran variedad botánica y bellos y acogedores parajes.
Texto: Ana Sánchez de Miguel
Fotografías: Manuel Sierra
Web: Javier Aliaga
http://www.uco.es/internacionalcoopera/ ... index.html
Primer paseoTorre de la Calahorra.
El itinerario se inicia en la Torre de la Calahorra o torre separada. Esta torre-fortaleza fue construida, en el año 1369, bajo el reinado de Enrique II de Trastamara, sobre un torreón de la época musulmana. Tiene una sencilla estructura de dos torres rectangulares y otra torre central donde se encuentran las escaleras; las habitaciones tienen bóvedas con nervaduras simples. En el pasado siglo fue utilizada como escuela y cuartel de la Guardia Civil. En el año 1958 la recuperó el Ayuntamiento convirtiéndola en Museo Histórico de la ciudad. Actualmente, a través de un moderno sistema de audiovisuales, se nos muestra una documentada historia de Córdoba y un acercamiento a las tres culturas que la configuraron.
Puente Romano.
En la segunda mitad del siglo I a. C., durante el principado del emperador Augusto, cuando Córdoba fue patria de figuras que destacaron en la vida social y cultural del Imperio, como Séneca y Lucano, los gobernantes dotaron a la ciudad de importantes infraestructuras y ampliaron su recinto amurallado hasta el río, sobre el que se construyó un puente de piedra. Con el paso del tiempo, el puente se convirtió en una vía crucial para el desarrollo de la ciudad, dada la importancia del río Guadalquivir para las comunicaciones, el comercio y la economía. Los árabes realizaron sucesivas reparaciones, siendo la más importante la emprendida por Abderraman III; cuando se construye la Calahorra se le incorpora un arco de desviación. La estatua de San Rafael, obra del escultor Bernabé Gómez del Río, se colocó en el año 1.651. Frente a ella existía una pequeña capilla dedicada a San Asciclo y Santa Victoria, hoy desaparecida.
Cerca del puente se conservan los restos de antiguos molinos harineros destacando el de la Albolafia reconstruido, en parte, por el Ayuntamiento; situado frente al Alcázar de los Reyes Cristianos, tiene una gran rueda por la que se introducía el agua, a través de un acueducto sostenido por arcos de herradura, en los jardines del Alcázar. Actualmente se está reformando el Molino de Enmedio para instalar, en él, un museo de paleobotánica.
La actual Puerta del Puente sustituyó a la original romana. Fue construida por el arquitecto Hernán Ruiz en 1.571 bajo el mandato de Felipe II, integrándose elementos propios de la arquitectura militar de la época. Se remata con un entablamento de orden dórico con friso de metopas y triglifos.
Salimos a todo un conjunto civil-religioso, centro de poder en la época musulmana y en la época cristiana. A la izquierda queda el Triunfo de San Rafael, uno de los mayores de Córdoba. Sobre una gran roca se encuentra el sepulcro del Obispo Pascual y las estatuas de San Asciclo, Santa Victoria y Santa Barbara, con reliquias de santos en su interior. En el centro, sobre una columna, se eleva la estatua de San Rafael. La construcción de este monumento se terminó en diciembre de 1.781. En el mismo lugar se asentaba, en la Edad Media, un Hospital para enfermos de la peste.
La Mezquita.
Exterior de la Mezquita
La gran Mezquita Aljama, que imprime carácter a toda la zona, comenzó a construirse en el año 785 para la población musulmana de la conquistada ciudad. Debido al aumento de la población y a la importancia que iba adquiriendo Córdoba fue ampliada, en sucesivas ocasiones, dotándola de la máxima riqueza y suntuosidad, como expresión de poder y prosperidad ante el mundo musulmán y ante el entorno cristiano. Este monumento, único, cubre, como una acogedora y espléndida jaima a la Catedral cristiana, construida en su interior a partir del año 1.237.
La Mezquita comenzó a construirse por Abd al-Rahman I (756-788) sobre el solar de la basílica visigoda de San Vicente, construida en torno al año 584, época en la que Córdoba estuvo bajo el poder visigodo.
Esta primera obra tiene dos partes, la descubierta o patio de abluciones y la cubierta que, con una gran nave en el centro al fondo de la cual se encontraba el Mihirab, y cinco naves dirigidas a oriente y otras tantas a occidente, conforman su estructura rectangular; la fachada principal se orientaba al norte. Se utilizan arcos de medio punto y de herradura, compuestos de dovelas de ladrillo y piedra, sostenidos por capiteles y columnas procedentes de las destruidas edificaciones anteriores. Hishan I (788-796) termina la construcción cubriendo las naves con unos artesonados sirios y edificando un minarete en el patio de abluciones. Su hijo, Abd al-Rahaman II, que gobernó desde el 822 al 852, amplió la Mezquita añadiéndole ocho naves transversales, unos 1.760 metros cuadrados, mostrando, con su estilo, la evolución del arte de la herencia visigoda al califal-cordobés.
Al afianzarse la ciudad en su poder militar, económico, político y cultural de al-Andalus, comenzó a brillar, en el mundo de occidente, como la capital de una extraordinaria corte de cultura y sabiduría. En el año 951 Abd al-Rahman III construyó un nuevo alminar, amplió el patio de las abluciones, y reforzó el conjunto de la Mezquita con un muro abierto de once arcos, ante la fachada de la primera sala de oraciones. Este monarca, que se declaró califa independiente de Damasco, llevó a la ciudad a su máximo esplendor; Córdoba contaba con un comercio floreciente, con innumerables mezquitas, casas de baños y la mayor biblioteca que existió en Europa durante la Edad Media. El reinado de su hijo Al-Hakan II, se inició en el año 961 e inmediatamente comenzó la ampliación del templo; cambió las dimensiones de la Mezquita, confiriéndole una sensación de profundidad. En esta tercera fase se le agregaron doce naves transversales hacia el mediodía, con columnas alternadas de mármol azul y rojo de capiteles corintios; un nuevo Mihrab, compuesto por tres capillas con sus correspondientes lucernarios, decoradas con mosaicos o foseifesas regalo del emperador griego Constantino Porfirogenito, imprime un sello de magnificencia al conjunto y es muestra de la fusión de la cultura musulmana con la cultura griega; de la cúpula central pendía una lampara de plata en la que ardían 1.454 candilejas de aceite perfumado. Se conservan, en algunas columnas, curiosos gráficos con los nombres de artistas árabes que tomaron parte en la obra.
Firma de un tallista árabe, en una
columna de la Mezquita
Almanzor comenzó la cuarta y última ampliación en el año 987, añadiéndole ocho naves longitudinales en su cara oriental y ampliando el patio de las abluciones.
A lo largo de dos siglos los Omeyas mostraron, con esta construcción, la magnificencia del poder y su fe en la religión musulmana. Todo el edificio forma un rectángulo de 179 por 129 metros cuadrados. El suelo era terrizo y cuadrillas de trabajadores lo regaban, diariamente, para asentar el polvo. No se pavimentó hasta el siglo XVI.
Detalle interior de la Mezquita
La Mezquita está cerrada por una fuerte muralla de sillares colocados a soga y tizón con crestería almenada. En ella se abren numerosas puertas, destacando la de San Esteban, construida en época de Abd al-Rahman II y en la que aparecen las primeras inscripciones que hacen los musulmanes en la Mezquita; la del Perdón, hoy puerta principal, construida en tiempos de Enrique II de Trastamara; la de los Deanes, y el Postigo de Leche; las puertas correspondientes a la Mezquita propiamente dicha, fueron restauradas a comienzos de siglo por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco, con la participación del escultor Mateo Inurria.
La Catedral.
El día 29 de junio de 1.236, se colocó el estandarte del rey Fernando III y la cruz cristiana en al minarete de la Mezquita. El día 6 de julio entró el rey con su ejercito en la ciudad dirigiéndose a la Mezquita donde el Obispo de Osma, bajo la advocación de la Asunción, la consagró a la religión católica. A partir de aquel momento se inicia la transformación de la Mezquita Aljama en Catedral cristiana. Comienza construyéndose la Capilla de Villaviciosa, en el año 1.257, bajo el lucernario de la ampliación realizada por Al-Hakan II. En 1.371 Enrique II de Trastamara construyó la Capilla Real o de San Fernando, decorándola al estilo mudéjar; el Mihrab fue convertido en capilla de fundación particular, tapando su bello arco de mosaico con un altar de madera. Hasta el año 1.489 se respetó la construcción general de los árabes conciliándola con el culto cristiano pero, a partir de este momento, el Obispo don Iñigo de Manrique reformó la Capilla Mayor, transformándola en gótica, prolongando el lucernario de la de Villaviciosa hacia el oeste y construyendo altos muros con ventanales góticos, donde anteriormente estuvieron los arcos y las columnas.
En 1.523, el Obispo don Alonso Manriquez, con la oposición del Concejo de la ciudad y del corregidor, inició la construcción de un crucero en el centro del templo musulmán, destruyendo columnas, arquerías y artesonados. Fue dirigida la obra por los maestros Hernán Ruiz, padre, hijo y nieto, sucesivamente, concluyéndose en el año 1.599. Junto a ellos trabajó Juan de Ochoa autor del conjunto formado por la bóveda oval del crucero, la bóveda de cañón del coro, la fachada del trascoro y el testero de los pies de la iglesia. La planta reformada es de cruz latina, los arcos torales y los del coro, ojivales; la decoración de la parte baja de los muros es gótica y la de las ventanas y bóvedas plateresca. El retablo mayor, diseñado por Alonso Matías, es una espléndida obra barroca de mármol rojo de Carcabuey; las originales pinturas de Cristóbal Vela se sustituyeron, en el siglo XVIII, por pinturas del cordobés Asciclo Antonio Palomino Velasco. En el siglo XVIII se colocó la sillería del coro tallada por Pedro Duque Cornejo, sobre madera de caoba procedente de la isla de Santo Domingo, representando escenas del Antiguo y Nuevo Testamento, la vida de la Virgen María y los mártires de Córdoba. Los púlpitos, colocados en 1.766, son obra del escultor francés Michel de Verdiguier, autor así mismo del cercano Triunfo de San Rafael que se encuentra frente al río Guadalquivir. Al lado del mihrab se construyó, en 1.697, la Capilla de Santa Teresa por iniciativa del Cardenal Salazár; actualmente se encuentra guardado en ella el Tesoro de la Catedral, destacando la magnífica custodia de Arfe, objetos de culto en plata, relicarios, tapicerías, libros iluminados, pinturas y esculturas de diversas épocas.
Hay más de cincuenta capillas en el templo, la mayoría adosadas a los muros, todas ellas de fundación particular, en las que se enterraba, hasta no hace muchos años, a sus dueños y familiares. En el interior de estas capillas se encuentran esculturas, pinturas sobre tablas y sobre lienzos, mobiliario y objetos de culto en buen estado de conservación, pues siempre estuvo, la Mezquita Catedral, cuidada por las autoridades civiles y religiosas de la ciudad y respetada por los cordobeses que la consideran su mayor tesoro. Posee la Catedral un magnífico archivo, con manuscritos desde el siglo X, documentación de la Conquista del siglo XIII, restauración de la Iglesia Católica en Córdoba y valiosos documentos posteriores.
Palacio Episcopal.
Situado frente a la fachada occidental de la Mezquita se edificó sobre los restos de un palacio visigodo, después alcázar califal de los Omeyas cordobeses. Desde la Reconquista, hasta nuestros días, ha sido la sede de los obispos de Córdoba. A mediados de los años ochenta se traslada la residencia del obispo al seminario de San Pelagio, en la aledaña calle Amador de los Ríos, convirtiendo, la antigua sede episcopal, en Museo Diocesano.
La primera reforma importante del palacio se hizo en el siglo XV, con una construcción de estilo ojival de la que solo quedan dos ventanas. En el siglo XVII se reformó la fachada sur, con un gran patio, en el que, en excavaciones recientes, se encontraron restos del muro de cerramiento del palacio árabe. En esa fecha se derribó el pasadizo de arquillos que lo unía a la Mezquita. En los siglos XVIII y XIX se le añadieron la portada sur, la biblioteca, las cuadras y los jardines. La capilla, de finales del XVIII, tiene unos bellos retablos barrocos, tres de ellos del escultor sevillano Pedro Duque Cornejo y dos del cordobés Alonso Gómez de Sandoval. Ya en 1.961, y en el cercano Jardín de los Mártires, se realizaron unas excavaciones que dieron como fruto la recuperación de una parte del Palacio Califal y los baños del Alcázar.
Museo Diocesano.
Inaugurado en el año 1.988, en sus salas se recogen tesoros, anteriormente guardados en muchas iglesias de Córdoba, desde la Edad Media hasta nuestros días; esculturas, mobiliario, libros, piezas de culto y pinturas, entre las que sobresalen las de Antonio del Castillo y Valdéz Leal; posee, además, una buena colección de tapices, destacando los regalados por el obispo don Leopoldo de Austria en el siglo XVI. Hay varias obras del pintor Julio Romero de Torres.
Hospital de San Sebastián.
El edificio, ahora Palacio de Congresos, colindante con el Palacio Episcopal y como él edificado sobre los restos del Alcázar de los Omeyas en el año 1.512 fue, hasta el año 1.816, un hospital llamado de San Sebastián; a partir de esa fecha se convirtió en Casa de Expósitos primero y en Casa Cuna después hasta que, en los años cincuenta, quedó vacío y pasó a otros usos públicos. La portada, del 1.516, es de estilo gótico humanista. En este hospital falleció, en 1.591, el historiador cordobés Ambrosio de Morales. Uno de sus colaboradores fue el pintor cordobés Pablo de Céspedes, autor del cuadro "La última cena", lleno de simbolismos sobre la medicina natural y conservado, actualmente, en la Catedral.
Seminario de San Pelagio.
Fue fundado en 1.583 por el obispo don Antonio Mauricio Pazos. Los colegiales asistían a las clases del colegio de los jesuitas hasta la exclaustración de estos. El obispo Caballero Góngora que protegió las artes y las letras en plena Ilustración, (1.788-1.796), hizo del Seminario un centro de pensamiento y cultura. Ha sufrido profundas modificaciones a lo largo de los siglos siendo las más importantes las realizadas en el siglo XVIII, época de la que data la escalera de mármol negro y adornos rococó, la capilla y el patio. Actualmente se encuentran en él las dependencias del obispado, una casa para sacerdotes jubilados y la Escuela de Magisterio de la Iglesia.
Alcázar de los Reyes Cristianos.
Jardines del Alcázar de los Reyes Cristianos
Por la calle del seminario desembocamos en el Alcázar de los Reyes Cristianos. Está emplazado en el mismo lugar en que estuvo la Aduana de la Bética o "Telonium". Más tarde lo habitaron los visigodos, sucediéndoles, a su vez, los árabes. Cuando Fernando III conquistó Córdoba cedió, al obispado, parte de los terrenos del Alcázar árabe y otra parte a los frailes agustinos; estos se mantuvieron en el lugar hasta ser desalojados por Alfonso XI para acometer la reconstrucción del Alcázar, que ya en 1.359 comienzo a ser conocido como Reales Alcázares. Enrique IV convierte la fortaleza en palacio, incorporando patios, jardines y baños de tradición musulmana. Durante el reinado de los Reyes Católicos se levantó la Torre de la Inquisición instalándose, en ella, el tribunal del Santo Oficio. Desde aquí gobernaron Castilla, recibieron al Gran Capitán y a Cristóbal Colón y prepararon la conquista de Granada. Según se cuenta, en una de sus salas se dictó, por las Reyes Católicos, la "Ley de las Holgazanas", que privaba a las mujeres cordobesas de sus bienes gananciales, por lo que muchas iban a casarse a la cercana aldea de Alcolea. Esta prohibición no se levantó hasta el reinado de Carlos III. La capilla barroca se construyó en siglo XVII.
Después de la conquista de Granada, los Reyes Católicos cedieron el edificio al Tribunal del Santo Oficio, que lo utilizó hasta su abolición en 1.821 pasando, posteriormente, al Consejo de la Ciudad que continuó su uso como cárcel hasta la segunda república y, más tarde, como prisión militar. En este siglo, en la década de los sesenta, el Ayuntamiento lo recupera para la ciudad, restaurándolo para incorporarlo al tesoro cultural de Córdoba.
Podemos contemplar en una de sus galerías, un gran sarcófago romano, correspondiente al arte funerario del siglo II, encontrado en la Huerta de San Rafael, hoy barrio de Santa Rosa, en el año 1.958, así como una magnífica colección de mosaicos, igualmente romanos, hallados en la Plaza de la Corredera en 1.959. Todo el conjunto es digno de una detallada visita, destacando sus torres cubiertas por bóvedas ojivales con magnífica crucería. Pueden visitarse los baños de vapor árabes, con un gran depósito central de agua y piletas a cada lado. Ya en los jardines, encontramos el llamado Patio Morisco, de estilo mudéjar, decorado con zócalos que llevan las armas de Castilla y de León. También siguen el estilo mudéjar las albercas que se comunican entre sí.
En el patio del Alcázar se celebró la primera corrida de toros de la que se guarda prueba documental en la ciudad.
Detrás del Alcázar está el barrio del Alcázar Viejo o de San Basilio. Podemos entrar en él siguiendo la calle donde se encuentra el edificio de las que fueron las caballerizas del palacio. Este barrio, perfectamente delimitado, luce bellos patios populares que pueden visitarse en el mes de mayo.
Baños Califales
En los jardines de los Santos Mártires se encuentran los baños califales del primitivo Alcázar. Construidos en la época de Al-Hakan II debieron pertenecer a un edificio adosado al palacio; aparecieron por primera vez durante unas obras realizadas en el año 1.691, utilizándose parte de los materiales encontrados para la construcción de otros edificios. Volvieron a cubrirse hasta que, en el año 1.903, se realizaron nuevas excavaciones para recuperar dichos restos, excavaciones que no pudieron continuarse por impedimentos de la Junta de Sanidad. En el año 1.961 comienza la labor arqueológica propiamente dicha, aunque con sucesivas paralizaciones. En Córdoba aún existen restos de otros baños construidos entre los siglos X al XV: calle Céspedes (siglo X); calle Carlos Rubio (siglo XII); antigua calle de la Pescadería (siglo XII), en el Alcázar de los Reyes Cristianos y en Medina Azahara.
Museo Taurino.
Por los Jardines de los Santos Mártires salimos a la Plaza de las Bulas, actualmente de Maimónides, en el mismo corazón de la judería. Debe su nombre a que en ella se había establecido la venta de las bulas, en el mismo edificio donde actualmente se ubica el Museo Taurino, una antigua casa señorial del siglo XVII. En esta plaza es probable que se desarrolle el romancillo titulado "Hermana Marica", de don Luis de Góngora y Argote, que nació muy cerca, en la calle de las Pavas, actualmente Tomás y Conde. El Museo cuenta con una biblioteca de temas taurinos, cabezas de toros famosos, cuadros, fotografías y esculturas de toreros de Córdoba que alcanzaron la fama y a los que se les han dedicado salas monográficas: Lagartijo, Guerrita, Machaquito y Manolete.
Saliendo por el Zoco, lugar donde trabajan artesanos del cuero y de la filigrana de plata, encontramos la calle de los Judíos; en una pequeña plaza llamada de Tiberiades está la estatua de Mosen Ben Maimonides, médico, filósofo, astrólogo, matemático y escritor, nacido en Córdoba en el año 1.139.
Sinagoga.
Fue construida en el año1.315, durante el reinado de Alfonso XI, y estuvo con culto hasta que, en 1.497, los Reyes Cristianos expulsaron a los judíos. Se convirtió en un hospital dedicado a los enfermos hidrófobos, primero bajo la adveración de Santa Quiteria y más tarde de San Crispín. Durante varios años del siglo XIX se utilizó para escuela. Las primeras investigaciones sobre este edificio las realizó el Sr. Romero Barros en 1.884; en 1.885 fue declarada Monumento Nacional comenzando su restauración; durante las obras se descubrieron las labores mudéjares escondidas bajo la encaladura.
Capilla de San Bartolomé.
Volviendo a la Plaza de las Bulas nos dirigimos por otra empedrada calle, la de Cardenal Salazar o de San Bartolomé el Viejo, al lugar donde se encuentra la Capilla de San Bartolomé que, construida entre 1.399 y 1.410, funcionó como parroquia hasta el siglo XVII. Conserva su arquitectura medieval de tipo gótico-mudéjar y está profusamente decorada con yeserías de la época; parte de esta yesería son letreros mudéjares que se repiten innumerables veces y que contienen frases de alabanza a Dios. La portada es ojival, luce cenefa de dientes de sierra y encuadramiento sostenido por capiteles románicos. El frontal del altar estaba revestido de azulejos con reflejos metálicos, decorados con figuras humanas que representaban escenas de juglaría; actualmente se guardan en el Museo Arqueológico Provincial. Esta Capilla está integrada en el que fuera Hospital de Cardenal Salazár.
Hospital del Cardenal Salazár.
La fachada principal de este edificio, uno de los más interesantes del barroco cordobés, da a la plaza del mismo nombre. En el año 1.701, el cardenal Pedro de Salazár y Toledo adquirió la casa solariega de don Antonio Carlos del Corral, para construir un edificio que acogiera a los niños del coro catedralicio, según costumbre de la época. Una epidemia de peste acaecida durante la realización de las obras, y la influencia del padre Posadas, cambió los planes primeros y el edificio siguió construyéndose para hospital. La planta del edificio, rectangular, está dispuesta en torno a dos patios con pilastras pareadas; la portada está realizada en mármol, con columnas sobre grandes resaltos, obra del arquitecto Francisco Hurtado Izquierdo. Las obras finalizaron en 1.724 y hasta los años sesenta del siglo XX continuó con la función que se le había asignado, estableciéndose en 1.970, previas reformas, el Colegio Universitario, después Facultad de Filosofía y Letras. A esta misma plaza da la fachada del convento de San Pedro Alcántara.
Convento de San Pedro Alcántara.
Convento y hospital que terminó de construirse en el año 1.699 por Luis de Rojas y Baltasár de los Reyes. Este convento, que utilizó para su construcción materiales de los baños califales del antiguo palacio de los Omeyas, fue parcialmente destruido y trasladada su portada ojival al convento de la Merced, hoy Diputación Provincial.
Toda esta zona es rica en callejas y plazuelas, de la Hoguera, de las Flores, de los Abades, Badanillas, Cabezas etc., que invitan a un paseo mesurado y contemplativo. Multitud de tabernas, ofrecen platos típicos y vino de las vides cordobesas.
http://www.uco.es/internacionalcoopera/ ... ario_1.htm
Todo este trabajo esta realizado por la Universidad de Córdoba
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