EL SIROCO

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Albert Marin Ausin
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EL SIROCO

Mensaje por Albert Marin Ausin »

Navegando por internet, he econtrado este escrito sobre "EL SIROCO"

Imagen

En comparación con otros vientos, el siroco[1] cubre el rostro tanto de día como de noche en un acelerado encuentro con el litoral atlántico, en el que pierde la euforia devastadora que traía del desierto. Asegura la leyenda que no pasaría inadvertidamente sin que sus brazos de gravilla dejaran máculas sobre paredes, pedregales, hombres y matorrales. En su viaje frenético agrieta la costra y levanta el remolino a soplo de efecto sarguia[2] que se granjea en el pulso de la pobre vegetación del desierto.

En efecto, es el fenómeno natural omnipresente en la vida de los hombres de las nubes y de los vientos. Es la sucesión del tiempo en su propio efecto. Los pobres habitáculos y jaimas del Sahara se levantan en contratiempo para poder seguir erguidas, con el temor a ser atragantadas por la fina arena en un proceso de recesión a causa del embate de los caprichos de los colores del viento. Sin desmesura, caravanas y ciudades del desierto fueron llevadas por el espejismo de la arena, la soledad y el silencio de este gran imperio donde no cabe la duda, la traición ni la mentira.

El siroco renace de lo susceptible de los vientos, de los alisios, del color pardo gris del cielo, del mutismo de la tormenta; es pues el reflejo simultáneo de la tierra que va perdiendo distancia y altura en contraposición con el horizonte opaco e invisible. Por excelencia el siroco es la otra neblina con ráfagas de calor y de arena, es la válvula de escape del desierto que fluye envuelta de ensueños maravillosos a causa de las bajas presiones del mare nostrum.

El siroco impone su propia potestad sobre el terreno en el momento en que entra en desavenencias con el ábrego[3], anuncio para los ganaderos del Sahara en su cielo prodigioso de esperanza.

Con el deseo de mojar los tobillos de afán y resistencia, el siroco persiste como la fuerza indómita que repele todo aquello que huye de su encuentro. Toda esa huida lleva a lo incierto, a lo inmutable, a lo desconocido, pero sin embargo podrá aparecer de nuevo con otro rostro y diferentes rasgos, en una escala de valores que sólo se puede medir con un buen barómetro. Es el juego desconocido y permanente ente las direcciones del viento en el que no falta nunca lo cálido, lo incierto y lo fantástico. Esa intuición no la ocultan los vientos del Sahara, con la cual a veces se fusionan en acuerdo mutuo cara al altiplano, la hamada y el erg[4]. Ante esta situación el fascinante paisaje no tiene otra alternativa que batir su propio tambor en una escaramuza con la que pretende domar la vida del nómada. En este medio natural y en esta lucha inevitable en la que intervienen el siroco, el irifi[5] y el desierto, todos unen y armonizan esfuerzos para poder mover el velero, la vela y el timón en un mar de arena.

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[1] Es un viento de sudeste, caluroso y seco, de origen sahariano, generado por las depresiones que se forman en el mar Mediterráneo. Se presenta en masas de aire calientes, secas, tropicales, que son arrastradas hacia el norte por las células de baja presión que se mueven hacia el este a través del mar Mediterráneo, con el viento originado en los desiertos árabes o del Sahara. La duración del siroco puede ser desde medio a varios días y se produce generalmente durante el otoño y la primavera.
[2] Vientos cálidos del oeste
[3] Viento procedente del suroeste, templado, relativamente húmedo y portador de lluvias. Procede del Atlántico, de la zona entre las Islas Canarias y las Azores.
[4] Arenal en el que las arenas empujadas por el viento forman dunas, que se agrupan en cadenas y pueden constituir auténticos mares de arena.
[5] Viento sumamente seco y cálido procedente del Sureste, con velocidades considerables y que suele ir acompañado de espesas y molestas nubes de arena y cuyos efectos llegan a sentirse hasta en el archipiélago canario. Aunque el "irifi" no suele durar más allá de los tres días, tiene un efecto nefasto sobre las personas al producir fuertes alteraciones sobre el sistema nervioso, sobre los animales y sobre la vegetación, que queda totalmente reseca.
PUBLICADO POR MOHAMIDI FAKALA

Saludos
Albert Marín
Vicente Garcia
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Re: EL SIROCO

Mensaje por Vicente Garcia »

Mi Sahara, Lo más fascinante.
Me gustaría que no solo se hablara de nuestras batallitas, porque no hablamos de la belleza del desierto Saharaui.
Alguien recuerda los traslados del Aiún a Hausa pasando por Asmara, no recuerdo la zona pero aprovechado un largo descanso en el camino, por mi curiosidad se investigar mi entorno, me desplace a bastante distancia aprovechando el descanso de la”compañía”seria largo de contar ,y descubrí una gran sagia un poco profunda no llegue a ella pero en esa zona había como un acantilado lleno de fósiles marinos ,impresionante .¿pregunto, alguien puede aportar algo más sobre el Sahara de su belleza del desierto? Qué las tiene.
Un saludo a todos los Saharianos
Vicente
Albert Marin Ausin
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Re: EL SIROCO

Mensaje por Albert Marin Ausin »

Amigo Vicente, mi pretensión, cuando transcribí este escrito sobre el SIROCO, iba un poco en la línea que tú comentas. Si bien es cierto que frecuentemente se expresan en la Web vivencias del Territorio que, para el que nunca estuvo allí, va describiendo cómo era aquello, “pararnos” un poco en el entorno en el que vivimos durante más de una año, especialmente los que patrullaron o se desplazaron mucho, sería interesante y bonito.

Gracias por sacar del fondo del cajón el escrito del SIROCO, pues hace casi dos años que lo “escribí” y tú los has rescatado del “olvido”.

Hubo una intención con lo del SIROCO: Corregir al personal que confunde los Alisios con el Siroco. Recuerdo que en el BIR y después en Cabeza de Playa, los Alisios nos torturaban continuamente, especialmente en las guardias de centinela (malditas y desabridas noches), con aquel arrastre de arena, el cual en el destacamento de Atlas era un hándicap añadido.

En Bucraa conocí en más de una ocasión el viento abrasador procedente del Sureste. Si bien dejaba un polvo en suspensión que casi ocultaba el Sol, no llegaba a tormenta de arena. Yo diría que aquello era un “Siroquito”, aunque eso sí, quemaba y debías ir bien tapado para que no te quemase (valga la redundancia) la piel.

Saludos
Albert Marín
Jaime Pascual Oliva
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Registrado: 10 May 2005 19:40

Re: EL SIROCO

Mensaje por Jaime Pascual Oliva »

Albert Marin Ausin escribió:Amigo Vicente, mi pretensión, cuando transcribí este escrito sobre el SIROCO, iba un poco en la línea que tú comentas. Si bien es cierto que frecuentemente se expresan en la Web vivencias del Territorio que, para el que nunca estuvo allí, va describiendo cómo era aquello, “pararnos” un poco en el entorno en el que vivimos durante más de una año, especialmente los que patrullaron o se desplazaron mucho, sería interesante y bonito.

Gracias por sacar del fondo del cajón el escrito del SIROCO, pues hace casi dos años que lo “escribí” y tú los has rescatado del “olvido”.

Hubo una intención con lo del SIROCO: Corregir al personal que confunde los Alisios con el Siroco. Recuerdo que en el BIR y después en Cabeza de Playa, los Alisios nos torturaban continuamente, especialmente en las guardias de centinela (malditas y desabridas noches), con aquel arrastre de arena, el cual en el destacamento de Atlas era un hándicap añadido.

En Bucraa conocí en más de una ocasión el viento abrasador procedente del Sureste. Si bien dejaba un polvo en suspensión que casi ocultaba el Sol, no llegaba a tormenta de arena. Yo diría que aquello era un








“Siroquito”, aunque eso sí, quemaba y debías ir bien tapado para que no te quemase (valga la redundancia) la piel.

Saludos
Albert Marín

Y, tienes razon Albert, los alisios no dejaban que en el Aaiun la temperatura fuera superior a los 30º siendo generoso, pero......tenian un muy alto grado de humedad, que a veces no sé lo que es peor.

Aguantar una tormenta de arena, no era facil, lo primero que se proteguia eran los Land - rover, con nuestras lonas de camuflaje se intentaba proteger el motor, que no entrara arena sobre todo en el
delco y en el carburador, proteger el armamento de la arena y finalmente nosotros, siempre terminabamos semienterrados, Mahbes era una zona propicia, nuestra base estaba construida en el lecho de la sahia de Skaikima, una inmensa llanura, Manolo Prada le llama el MAR de MAHBES, no se puede definir mejor.
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