Mi Mayor Obstaculo

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Jose F. Olarte

"Mi Mayor Obstaculo"

Mensaje por Jose F. Olarte »

Hola a todos:

Quiero agradecer de nuevo al amigo Nalda su amabilidad de proporcionarnos el enlace de la página del Congreso sobre las sesiones en Las Cortes respecto a la cuestión de la descolonización del Sahara Occidental Español. Para mi propósito, he leído y contrastado cuidadosamente las declaraciones del Coronel Rodríguez de Viguri, el Teniente General Gómez de Salazar, el General Blanco, el Embajador de Pinies, y los Ministros Cortina Mauri, Carro y Solís—en ese orden. He descartado lo lingüísticamente accesorio y lo testimonialmente inaceptable. (Como Intérprete Acreditado en los Tribunales de Primera Instancia, Sección Penal, AMO el idioma castellano—incluyendo las jergas pintorescas y graciosas de los veinte países hispanos--, pero la verdad es que en inglés, por ejemplo, se puede decir lo mismo con muchas menos palabras; de otra parte, el Presidente, aunque buen moderador, permitió formular preguntas que sugieren las respuestas.) Dicho material me ha servido para llegar al hueso del melocotón, objetiva e imparcialmente, en vez de pelarlo a base de conjeturas, simpatías o resentimientos personales e ideológicos. Tengo la satisfacción de participaros que, después de 30 años, “Mi Mayor Obstáculo” ha sido eliminado.

Durante 15 años, la ONU vino presionando a España para que descolonizase el territorio, logrando así la internacionalización del problema. El efecto del informe de la misión de la ONU al Sahara en Mayo de 1975—emitido el mismo día en que se dio a conocer el dictamen del TIJ de La Haya, solicitado por la ONU a petición de Hassan II—indujo al Gobierno Español a programar la evacuación del territorio.( Los saharahuis, mayoritariamente, odiaban a España.) Según Cortina Mauri: “Después de la decisión del TIJ, la ONU nos invitaba a que entrásemos en negociaciones con las partes interesadas.” (P. 74) Carro, por su parte, declaró que: “En el lenguaje formulario de la ONU se distinguía entre partes interesadas y partes afectadas—las partes interesadas eran Marruecos y Mauritania.” (P. 25) El General Blanco manifestó: “En los primeros días del mes de Noviembre, y antes de la firma del acuerdo tripartito, el Gobierno Español, como consta en las actas de las Naciones Unidas, ofreció a esta Organización dos formas de proceder a la autodeterminación: 1. Mediante la transferencia de la Administración y Soberanía a las Naciones Unidas para que éstas realizaran la autodeterminación del territorio. 2. Mediante acuerdo con las potencias vecinas, si ello era aceptado por las Naciones Unidas.” (Se pregunta uno por qué no iba a aceptarlo la ONU cuando era la ONU la que “nos invitaba” a que entrásemos en negociaciones con las partes interesadas.”) Refiriéndose a la primera fórmula, el General Blanco continúa (P. 44): “…es muy posible que el Gobierno la hubiera aceptado y no se hubiera inclinado por la segunda.” El Embajador de Pinies, refiriéndose a la fuerza militar española que la ONU pudiese necesitar a fin de hacerse cargo de la Administración del Sahara Español, declaró: “Y para eso el Secretario General necesitaba la conformidad del Sr. Arias Navarro, Y LA RECIBIO.” (P 28) Waldheim emite su plan el 2 de Noviembre; el Gobierno Español lo acepta. A PARTIR DE ESE MOMENTO, SEGÚN EL DERECHO CONTRACTUAL, QUEDABA FORMADO UN CONVENIO MUTUO. El día 6 de Noviembre, Waldheim pide que se le diga cuándo se va a retirar el Ejército; el Gobierno Español responde que el 15 de Diciembre. Según de Pinies: “…si se hubiese dado a Waldheim la fecha de 10 de Noviembre, Waldheim se hubiera hecho cargo de la Administración inmediatamente.” (P. 29) La suposición del Sr. De Pinies parte de una premisa irrazonable; evacuar miles de personas, trasladar miles de toneladas de material y enseres, y “repatriar” centenares de restos humanos españoles lleva más de CUATRO días. El mismo 6 de Noviembre, fecha en que el Gobierno Español se comprometió a salir del Sahara el 15 de Diciembre, el Secretario General de la ONU debió responsabilizarse de su obligación de acuerdo con el convenio mutuo entre las dos partes respecto a que la ONU se hiciera cargo de la Administración, al mismo tiempo requerir la colaboración de un par de Banderas de La Legión para ayudarle en su cometido. WALDHEIM INCURRIO EN OMISION. Como bien dice el amigo Nalda, no está documentado en ninguna parte que el Acuerdo de Madrid fuese “inspirado” o “casi ordenado” por la ONU, pero eso no significa que no fuese “incitado”, “facilitado”, “procurado, o “casi entrampado”—si se me disculpa el anglicismo y la ráfaga de voz pasiva —por el Secretario General de dicha organización. El quid de esta cuestión no es la motivación que pudo tener el austriaco para omitir el deber de cumplir su parte del convenio (del antiguo Oficial de la Wehrmacht Hitleriana no podía esperarse demasiada simpatía por la ideología de los saharauis en 1975, mayoritariamente pro-POLISARIO no obstante los 35.000 simpatizantes del PUNS); el quid de esta cuestion es que Waldheim omitió su deber. España necesitaba quedar bien con la ONU; España quería irse del Sahara—no olvidemos la índole de los insultos proferidos por los saharauis contra España durante la visita de los miembros de la misión de la ONU al Sahara! Waldheim no tomaba la iniciativa, y el 15 de Diciembre no estaba tan lejano como le parecía al Sr. de Pinies, así que el Gobierno Español optó por la otra alternativa. En el Siglo XII, el Rey Enrique II de Inglaterra instó a Santo Tomás Becket, Arzobispo de Canterbury, a aceptar los Artículos del Concilio de Clarendon, pero éste rehusó. El rey no cesaba de expresarse en contra del arzobispo, lo que incitó sin duda a cuatro cortesanos a matar a puñaladas a Becket, como hicieron en el altar mayor de la catedral. Cuando Enrique II se enteró, negó haber tenido nada que ver con el asesinato. En cierto modo, la negativa del monarca Plantagenet se parece un poco a la negativa de Kurt Waldheim—DESPUES de que se firmase el Acuerdo de Madrid con las “partes interesadas”—de que se le pidiera que la ONU se hiciese cargo de la Administración del Sahara. De cualquier manera, considerando la vigencia del convenio mutuo en dicho sentido, el Gobierno Español no estaba obligado a seguir “llamando a la puerta”, parafraseando a Solís (P. 19) (Con las salidas del viejo Ministro franquista se ríe cualquiera, Ángel; qué bueno que como españoles compartamos nuestro sentido del humor, verdad? Por cierto, respecto a su “mala pata” en las Naciones Unidas, estoy seguro que Don José se hubiera sentido aún más “desilusionado” si se hubiera topado con algún quebrachon sonorense dispuesto a verguearle su ministerial remolino del pellejo, a fin de vengarse de que los gachupines le quemaran los pies a Cuautemoc--ay, chihuahua!) Retrospectivamente, no resulta inverosímil que, durante su última visita, Waldheim—siguiendo la pauta del Consejo de Seguridad de no tomar ninguna medida coactiva durante La Marcha Verde-- incitase a las partes a la búsqueda de una solución respecto a la transferencia de la facultad administrativa, que es de lo que se trataba en principio, después de todo. (La ONU ya había considerado a la Organización de la Unidad Africana para encargarse de buscar una solución respecto a la autodeterminación del pueblo saharaui.) Finalmente, si la ONU hubiese desaprobado el Acuerdo de Madrid, la Asamblea General podría haber introducido, parafraseando a de Pinies, “correctivos o modificaciones” al acuerdo entre España y las “partes interesadas”, pero al Consejo de Seguridad (Waldheim) no le interesó hacerlo.
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