Realmente, Reus está desnudo de monumentos históricos, si bien posee interesantes edificios modernistas como la Casa Navás (lástima de torre destruida por una bomba durante los frecuentes bombardeos en la lamentable Guerra Civil)) o el Instituto Pedro Mata (manicomio), diseñados ambos por el discípulo de Gaudí, el arquitecto Domènech i Montaner.
Hace un siglo o poco más, Reus era la segunda ciudad de Cataluña en importancia, tanto en habitantes como en actividad industrial y, sobre todo, comercial. Reus ha dado muchos personajes ilustres: Arquitecto Gaudí, Pintor Fortuny, General Prim, etc. En definitiva, Reus ha sido una población interesante con ciudadanos emprendedores. En ella nacieron mi esposa y mis dos hijas y, desde que me casé, estoy empadronado en Reus, ciudad a la que también quiero.
Como curiosidad, os comento que la cena de hermandad que, como sabéis, se hará en “Mas d’En Ros”, será en el término municipal de Reus.
La excursión con mayor numero de asistentes es la del día 11, en esta visitaremos las Murallas Romanas que se encuentran a “14 km. de Reus”, así como diversos monumentos romanos y parte del casco antiguo del “barrio marítimo de Reus”. Bueno, volviendo a la seriedad, a partir de ahora diré Tarragona, la ciudad que me vio nacer hace 57 años y a la que tanto amo.
El pasado sábado hice el recorrido que está pensado para la excursión, me acompañaba mi sufrida “sargento” (Hay que ver la paciencia que tienen con nosotros,”enfermos de siroco”), también me acompañaba mi polo y gorra de veterano. El itinerario se cumplió en el tiempo previsto y sin sufrir emboscada alguna, a excepción de algunas interrupciones de conocidos míos que se extrañaban al verme con tal atuendo sahariano, pues nada sabían de mi paso por el Sahara.
Como debéis imaginaros, ya conocía todos los sitios por los que pasé; el paseo arqueológico (Murallas) lo habré visitado tres o cuatrocientas veces, el anfiteatro romano era mi preferido lugar de juegos (especialmente del escondite) con los compañeros al salir de la escuela. En definitiva, me pasé todo el recorrido explicando a mi esposa anécdotas vividas en aquellos entrañables lugares de mi infancia y juventud, convencido yo que algunas ya me las había oído infinidad de veces, pero que como buena y paciente compañera, me las escuchó todas con gran interés.
Tuvimos un día soleado (mi esposa se quejó un poco del calor) y disfruté durante toda nuestra particular excursión, pero hubo un lugar en que sentí la magia: El Paseo Arqueológico (también Paseo de las Murallas).
Eran las 10,45 de la mañana, nos habíamos sentado en el banco de piedra circular que rodea una higuera, esta desprendía su típico y agradable olor, la sombra del árbol nos protegía del ya inclemente Sol, el lugar, sin contaminar por el tráfico (y en ese momento tampoco habían turistas que rompiesen el encanto), nos permitía oír el suave murmullo de un pequeñito canal de agua. A nuestro frente, el paseo con sus viejos cipreses y un jubilado leyendo un libro a la sombra de un árbol, frente a la fuente. A nuestra inmediata derecha, el baluarte defensivo del siglo XVI, con sus oxidados cañones, más a la derecha y al fondo del paisaje, “la Montaña de la Oliva”, colina que se encuentra a unos 500 metros y desde la que los franceses bombardeaban Tarragona durante el sitio de la ciudad, en el 1811 (creo que fue ese año), a nuestra izquierda, la Torre del Cabiscal (217-197 a C) con sus bloques de piedra caliza ocre, y los rayos del Sol “pintando” de oro sus muros. A nuestras espaldas y un poco alejado, el mar Mediterráneo con su azul intenso y el perfil de la rocosa costa (la punta de la Sabinosa), también de ocre-dorado (con razón estamos en la Costa Dorada), como las piedras romanas, extraídas de la cercana cantera del Mèdol. En la punta de la Sabinosa, sobresale un edificio de austera arquitectura, ya abandonado y que fue construido después de la guerra. Nuestro compañero Fernando J. de la Cuesta, alias el “Diablo Cojuelo”, ya sabe de qué edificio hablo, pues él pasó unos inolvidables días de colonias entre sus paredes.
Durante un largo rato quedamos extasiados del encanto mágico del lugar, hasta que decidimos abandonar el banco y la perfumada higuera para proseguir la ruta, mientras, al fondo del paseo, se acercaba un nutrido grupo de “guiris” de la tercera edad, pero nosotros ya habíamos disfrutado de nuestro momento.
El sábado, por primera vez en mi vida, me intenté poner en la piel de un turista que visita por primera vez la Tàrraco Romana, pero ¡claro! jugaba con ventaja..., al conocer perfectamente el lugar, seleccioné el recorrido más interesante, resultado: ¡Maravilloso!
¿Es posible pasar por la vida sin haber visitado Tarragona?........ yo creo que no.
Amigos/as, leo en el LD y en los Foros: Salou, Salou.......y más Salou. Bién, Salou es una interesante villa turística, especialmente para los que vivís en zonas del interior, allí tendremos el hotel, pero la magia está el día 11 en la excursión a TARRAGONA y en la Cena de Hermandad en “Mas d’En Ros” en Reus. La excursión del día 12 también será muy agradable. ¡Qué decir del Encuentro! pues eso, que sea Salou, Tarragona o Reus, la mayor intensidad radica en reunirnos y en los buenos ratos que pasaremos juntos.
Espero no haberos aburrido.
Albert Marín, tarraconense (o tarragoní) hasta la médula.
Un abrazo a todos/as