Cueva del Soplao:
A unos setenta kilómetros de Santander y a unos treinta kilómetros de Santillana del Mar se encuentra la Cueva del Soplao, Rionansa.
La cueva fue descubierta de forma accidental, dentro de una mina. Tiene unos 20 kilómetros de longitud de los cuales 4 kilómetros se encuentra perfectamente preparado para las visitas turísticas, incluso para personas con movilidad reducida.
Existe un centro de interpretación moderno y perfectamente equipado, incluso con restaurante y cafetería.
A la cueva se accede en un pequeño tren minero que te introduce en su interior.
El interés de las formaciones geológicas es de primerísimo orden y destacan las llamadas "helicitas excéntricas", por su apariencia de romper la ley de la gravedad.
Está la cueva perfectamente acondicionada para su visita. La iluminación y el sonido son excelentes.
Existe la posibilidad, para los más aventureros, de programar visitas más amplias por otras galerías menos visitada de la cueva.
Cueva de Altamira:
Junto a Santillana del Mar se encuentra la Cueva de Altamira.
La Cueva de Altamira se descubrió en 1868, por Modesto Cubillas, aparcero de Marcelino Saenz de Sautuola. Fue de forma accidental, en una cacería y en un primer momento no se le dio mayor importancia. Eran frecuentes las cuevas por esa zona de Cantabria.
Pero pasados unos años, Marcelino Saenz de Sautuola visitó la Cueva acompañada por su hija María, de 8 años de edad. Está niña, al adentrarse en la Cueva descubrió las extraordinarias pinturas, muchas de ellas pintadas en el techo de la Cueva de baja altura.
La autenticidad de las pinturas fue discutida, hasta que en Francia se descubrió otra cueva con pinturas semejantes.
Son pinturas de gran tamaño, muy realistas y pertenecientes al Paleolítico Superior. Época magdaleniense y solutrense. Y pertenecen a la llamada escuela Franco-Cantábrica, de realismo y grandes figuras, frente a la escuela de Levante, mucho más esquemáticas y de pequeñas figuras.
La Cueva de Altamira es de pequeñas dimensiones, unos 270 metros de profundidad. Los techos bajos, lo que facilitó su pintado. Existían grandes piedras en su interior, que presumiblemente fueran lugar de apoyo para los pintores. Los relieves e irregularidades de los techos y paredes de la Cueva fueron aprovechados por los pintores para dar más realismo a sus pinturas.
En 1962 tuve la enorme fortuna de visitar la Cueva original. Luego volví en 1971 y ya era muy complicada su visita. Era necesario solicitar, con meses de antelación, la visita. Por lo visto el número de visitantes estaba modificando la climatología de la Cueva, perjudicando la conservación de las pinturas.
Con posterioridad han realizado una copia o replica de la Cueva que es la que visitan los turistas. La Cueva original no está abierta al gran público. Yo he visitado esa réplica, pero lógicamente no es lo mismo.
Saludos, Román
P.D. Foto por enlace de internet