Creo que fue en el año 1964 cuando tuve que pasar, por motivos largos de contar, un mes de julio en Aviñón, Francia. La ida fue en un moderno Taf, creo recordar que así se llamaba, que me llevó hasta la frontera con Francia. Allí, bajar, pasar la frontera y subir a otro tren equivalente, pero francés, que me dejó en Aviñón. Ciudad con mucha historia y muchos monumentos pero en el mes de julio hace una temperatura semejante al verano de Córdoba. A la vuelta encontré un viejo tren, el último que he utilizado en mi vida de carbón, que me dejó en Lourdes. Supongo que recordareis como se llegaba en un viaje de este tipo, todo negro por la carbonilla del tren que entraba por las ventanas de los vagones. Era mi primera visita a Lourdes y llegué ya en los primeros días de agosto. Lourdes a tope de peregrinos. Después de Paris es la ciudad francesa con más hoteles. Pues todos llenos. Por fin y tras un largo recorrido conseguí una habitación. Fue, como digo, mi primera visita. Luego he repetido en diferentes momentos y estaciones del año. En verano a tope y en invierno casi en familia. Pero para mí, sin lugar a dudas, el lugar más entrañable de Los Pirineos. Y eso, a pesar de estar en la vertiente francesa de esta gran cordillera.
La foto es de este invierno, se nota por la poca gente y corresponde a la entrada de la capilla baja del Santuario de Nuestra Señora de Lourdes.
Saludos,
Román